La muerte de un joven negro reabre el debate racial en Estados Unidos
Obama apoya las denuncias de discriminación de la comunidad negra
La muerte de un joven negro, por el disparo de un blanco, ha reabierto en Estados Unidos el debate racial en el que ha llegado a involucrarse la Casa Blanca. En apenas tres semanas, un suceso local se ha convertido en una causa nacional de las minorías contra la discriminación, con numerosas manifestaciones en todo el país.
Trayvon Martin, de 17 años, salió a comprar gominolas y un refresco la noche del pasado 26 de febrero. Al regresar, un vigilante voluntario se fijó en él. George Zimmerman llamó a la policía y le identificó como un negro “muy sospechoso”, que parecía que “iba drogado o algo”, encapuchado y caminando en medio de la lluvia.
La muerte de Martin encaja con la pesadilla de millones de padres de raza negra: que los prejuicios raciales jueguen en contra de su hijo, que llame la atención de las autoridades, que vean en su cabeza cubierta una amenaza. Su rabia crece estas semanas tanto por el suceso como por la actuación policial: el autor confeso del disparo quedó en libertad tras alegar que había actuado en defensa propia. ¿Hubiera ocurrido lo mismo si el que disparó fuera negro y la víctima blanca?
El escándalo saltó en apenas tres semanas desde Sanford, una pequeña localidad de Florida, al resto del país, con manifestaciones en Miami, Nueva York, Washington o Chicago. Los miembros del equipo de la NBA Miami Heat posaron con la cabeza cubierta, con la misma indumentaria que Martin vestía la noche que murió. Activistas, líderes de la lucha por los derechos civiles y políticos han denunciado su muerte y piden una investigación en el departamento de policía, además del arresto del vigilante.
El pasado viernes la causa sumó un aliado más: Barack Obama, el primer presidente negro de la historia de Estados Unidos, se postulaba racialmente del lado de la víctima afirmando que “si tuviera un hijo, se parecería exactamente a Trayvon”. Y con estas palabras, dedicadas a los padres de Martin, Obama se dirigía al país como un padre negro más. Como los millones que pensaron en sus propios hijos al oír la historia de Martin. Hablaba a los centenares de padres que han gritado en las concentraciones “Trayvon es mi hijo” y reconocía la angustia que les atrapa cada fin de semana.
“Hemos escuchado historias horribles a lo largo de nuestras vidas, pero ésta te toca muy de cerca”, explica Sherry Smith en la concentración celebrada en Washington este sábado. Smith contaba entre lágrimas que ella también ha tenido que sentarse a hablar con sus hijos y explicarles que la policía se fijará en ellos solo por ser negros, que si les da el alto un agente, tienen que mirarle siempre a los ojos, hablar alto y claro, obedecer.
“Es triste, ocurre tantas veces que te acabas acostumbrando”, comenta Fred Roiley con la cabeza cubierta. Roiley afirma que un día tendrá que explicar a su hijo, de cinco años, por qué murió un adolescente negro, desarmado, por el disparo de un blanco que le consideró una amenaza. “Estos sucesos siempre se repiten. No queremos justicia solo para Trayvon, también para todos los jóvenes negros que mueren innecesariamente”.
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