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Romney se juega el liderazgo republicano en Michigan

El aspirante a la presidencia pugna con Rick Santorum para ganar en su Estado natal

Mitt Romney saluda a sus sostenedores en un mitin en Rockford, Michigan.
Mitt Romney saluda a sus sostenedores en un mitin en Rockford, Michigan.JUSTIN SULLIVAN (AFP)

Ante las primarias de Michigan de este martes, en las que se juega el liderazgo en la campaña republicana, Mitt Romney ha tenido que cambiar el Cadillac por el Rambler. El pasado viernes, el candidato afirmó en un discurso en este Estado que él y su mujer tienen cuatro coches, y que dos son Cadillac, automóviles de lujo que se venden por hasta 55.000 dólares. “Cuando era un niño, mi padre nos llevaba en coche por todo el país, visitando todos los parques, enseñándonos a amar a América. Aquel coche, por cierto, era un Rambler”, dijo el candidato este lunes aquí, en una fábrica de muebles, con referencia a un modelo de coche de gama baja, que se dejó de fabricar en 1969.

Al candidato le está costando desprenderse de la imagen de millonario ajeno a los problemas de los ciudadanos de a pie, los que sí sufren la crisis económica. Su fortuna se estima en 250 millones de dólares. Solo el año pasado ingresó 20 millones. Ahora pelea con su principal contrincante, Rick Santorum, por ganar las primarias de este Estado, en el que nació y del que su padre fue gobernador en los años sesenta. Los sondeos les dan por empatados, por encima del tercer candidato, Newt Gingrich. Arizona celebra también hoy sus comicios. Según las encuestas, Romney ganaría allí.

No es coincidencia que Romney hable de coches en Michigan, cuna de grandes empresas automovilísticas. En 2008 se opuso al plan de rescate de esa industria, iniciado por George Bush y ampliado por Barack Obama. Ahora que las medidas empiezan a dar frutos, el candidato debe demostrar su compromiso con el sector. “Lo que yo quería era que las empresas se declararan en suspensión de pagos, para forzar una reforma del sector”, declaró en un debate. En respuesta, los sindicatos protestan a las puertas de sus mítines, con carteles en los que se lee: “Mitt quiere la quiebra de Detroit”.

“Eso es lo que ha cambiado para Romney desde 2008”, comentó Karl Brockmiller, un elector de 47 años. En ese año, el candidato ganó aquí las primarias. Ahora no lo tiene fácil. “Su oposición al rescate le va a costar muchos apoyos, sobre todo por el peso de los sindicatos”, añade. En las elecciones presidenciales, Michigan es un Estado sólidamente demócrata. No vota a favor de un presidente republicano desde 1988. Desde que Obama ocupó la Casa Blanca, el desempleo ha descendido del 14 al 9%.

Esas cifras las tienen muy presentes los electores republicanos. Un aire de resignación recorre los mítines. Muchos confiesan, a media voz, que todavía no han decidido por qué candidato optarán. Y los que prefieren a Romney, no defienden su elección con excesiva pasión. “Es el que más opciones tiene de ganar a Obama, por eso le votaré”, explicaba recientemente en un mitin Jo Delano, jubilada de 85 años. “Pero quien a mí me gusta de verdad es Gingrich. Él sí que tiene ideas y las defiende con pasión”.

La pasión, coinciden los electores, es algo que se echa de menos en Romney. A diferencia de Santorum o Gingrich, que hacen gala de su patriotismo y aderezan sus discursos con enardecidas citas textuales de la Biblia y la Constitución, él tiene un aire de torpeza al acometer esos gestos. “Amo a América y a su gente, amo la pasión que tienen en sus corazones. Como sabéis, en más de una ocasión he cantado la letra de la canción América la bella”, dijo en una parada al norte del Estado. “¡Yo soy un americano de verdad!”, añadió, con aire de quien quiere convencer, también, a sí mismo.

Romney no logra sus mayores aplausos al hacer gala de ese patriotismo impostado. Como empresario, es bueno vendiendo su producto. Es el Romney economista el que más convence. “No queremos más deuda, no queremos repetir los errores de Grecia, Italia o España”, dijo este lunes. “Queremos sanear nuestras cuentas, algo que el presidente Obama no puede hacer”. Esa es la frase que más vítores obtiene en estos mítines. Y la que puede llevarle, finalmente, a ganar la nominación, aunque sea con la resignación de sus propios votantes.

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