El telón de fondo de la huelga policial de Bahía
La situación de emergencia en Salvador de Bahía responde a las miserables condiciones en las que trabaja la policía
El Gobierno de Dilma Rousseff se encuentra en situación de alarma por los sucesos de los últimos días en el Estado de Bahía, donde una huelga de la policía militar ha puesto de rodillas a la capital y a varias ciudades. Hasta ahora el balance es de 92 asesinatos en siete días, saqueos, tiroteos en las calles, comercios cerrados y una población en estado de pánico.
Brasilia envió enseguida a San Salvador de Bahía a su ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo y a la Fuerza Nacional, al mismo tiempo que se movilizó a las tres ramas del Ejército para proteger a los ciudadanos. ¿Cuál es el telón de fondo de esa guerra desencadenada en un Estado que ya mantenía uno de los índices más altos de asesinatos de Brasil?
El sociólogo Emilson Lopes Junior asegura que el problema no es solo bahiano. Ya hubo movimientos serios de huelgas policiales en otros Estados como Ceará y Maranhão. La situación amenaza con extenderse a los de Espiritu Santo y hasta a Río de Janeiro, en vísperas de los carnavales, el momento cumbre del turismo internacional en la ciudad carioca.
El problema de la seguridad tiene un trasfondo político y otro sociológico. La parte política es que hasta ahora la seguridad pública dependía de Gobiernos locales que se han probado incapaces de resolverlo con un balance de 50.000 asesinatos al año en todo el país.
El tema sociológico es también doble: los policías en Brasil están mal formados y ganan poco para el riesgo que supone la profesión. Por ello, quizás son de los que más matan del mundo. Los agentes caen con facilidad en la tentación de la corrupción, y en ocasiones llegan a vender las propias armas a los narcos. Uno de los cabecillas de los narcos de las favelas de Rio, declaró hace poco que el tráfico de drogas de Rio "dedica el 50% de lo que recaba para pagar sobornar a la policía".
Los policías en huelga de Bahía a los que se trata de hacer aparecer como un grupo de rebeldes presentan cuatro reivindicaciones: un plan de carrera, que no existe o se ha quedado viejo para los nuevos tiempos y los nuevos problemas; mejores condiciones de trabajo; salarios más dignos y reglamentación del pago de auxilio por accidentes.
Existe el temor de que el caso Bahía pueda extenderse peligrosamente por todo Brasil, dejando grandes ciudades desguarnecidas de seguridad en un país donde la violencia ya es grave incluso con todas las fuerzas del orden en activo.
Los gobernadores de otros Estados se han reunido estos días para estudiar el caso de Bahía ante el temor de un contagio, sobre todo porque las familias de los policías e incluso una parte de la población están de su lado y dispuestas a salir a la calle con ellos.
Al mismo tiempo, del modo con el que el Gobierno central resuelva por fin el caso de los policías atrincherados en el palacio del Gobierno de la capital bahiana, va a depender lo que pueda pasar en otros Estados. De resolverse sólo con la fuerza y sin conseguir una negociación con los rebeldes, con policías detenidos y encarcelados en presidios de alta seguridad como criminales, podría hacer crecer "una cultura del resentimiento y animadversión a los gobiernos locales", afirma el sociólogo Lopes, quién piensa que dicha cultura ya está germinando en el país.
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