"Nuestras medidas de protección ambiental las debemos a Europa"
En el Reino Unido, entre el 80 y el 90% de todas las normas ambientales proceden de Europa, calcula la Asociación de Derecho Ambiental
Las marismas de Mucking son una zona con un nombre muy apropiado (Muck quiere decir estiércol): una larga franja de barro en la orilla norte del río Támesis a la altura en la que se convierte en estuario y sale al mar. Reluciente bajo el débil sol de enero, con la marea baja, no hay más que unos cuantas archibebes en el limo cercano a la orilla, unas gaviotas de cabeza negra que descansan sobre un estrecho montículo de barro y una fila de agujas de cola negra y zarapitos cuyas siluetas destacan contra las aguas poco profundas del río que está detrás de ellos.
Las marismas de Mucking no son bonitas, pero son espectaculares: vibrantes de luz y de vida, con plantas, insectos y reptiles que viven en el rico suelo de la marisma salada y la tierra industrial abandonada y que atraen a miles de aves. Es un área de importancia internacional para las aves que se encaminan hacia el sur y el oeste en busca de temperaturas más cálidas y regresan a casa en primavera para criar. Por ese motivo, estas 311 hectáreas disfrutan de la protección del Convenio internacional Ramsar sobre zonas Húmedas, es una Zona de Protección Especial de la Directiva Europea sobre Aves y figura en varias leyes nacionales y locales.
Y las normativas europeas son las que hacen posible observar a estas aves zancudas alimentándose durante la marea baja. Con el respaldo de la Directiva sobre Aves Silvestres, le organización británica sin ánimo de lucro RSPB (Real Sociedad para la Protección de las Aves) consiguió obligar a los promotores de un nuevo puerto sobre el Támesis a que construyeran unas áreas protegidas nuevas para la naturaleza.
Aunque la RSPB no siempre logra impedir los desarrollos inmobiliarios como le gustaría, cree que, sin las directivas europeas, no habría podido proteger la zona de la salida de Londres al mar ni muchas otros sitios. "Significa que podemos permitir desarrollos económicos importantes –y, por supuesto, también pequeños– y asegurarnos de que se mantengan las áreas especiales", explica Dave Hedges, director regional de la organización.
Las directivas sobre aves y hábitats son dos de las más de 200 leyes ambientales transmitidas de la Unión Europea a los Estados miembros, que abarcan prácticamente todos los aspectos del mundo natural y la calidad de vida de los seres humanos: contaminación del agua potable, el agua de baño y la de los ríos, calidad del aire, emisiones de fábricas y coches, tratamiento de residuos, sustancias químicas, bombillas o comercio de emisiones de carbono. Muchas llevan incluidas sanciones legales.
Ante la pregunta "¿Qué ha hecho Europa en favor del medio ambiente?", el activista de Greenpeace en el Reino Unido Joss Garman responde: "Sería mejor preguntar cuáles de nuestras medidas de protección ambiental no han venido de Europa".
"La respuesta más fácil a la pregunta de qué ha hecho la UE por el medio ambiente es: casi todo lo que ocurre hoy en relación con este tema lo hace por decisiones tomadas en la UE", añade Michael Warhurst, responsable económico y de utilización de recursos de Amigos de la Tierra.
La historia de la regulación ambiental en Europa es curiosa: no existió una Dirección General de medio Ambiente hasta 1973, 16 años después de que se fundara la Comunidad Económica Europea original. Sin embargo, con el nacimiento de un "mercado común" era inevitable que se necesitaran normas y reglamentos comunes de producción, y algunos de ellos tenían que ser ambientales. Esta historia se refleja en las primeras iniciativas aprobadas al respecto, elaboradas sobre todo para que los países de la UE tuvieran igualdad de oportunidades, dice Nik Shelton, portavoz de la RSPB: "No crearon las normas porque les gustaran los pájaros, fue una decisión económica para que nadie pudiera tener ventaja sobre nadie por el hecho de destrozar el medio ambiente para construir infraestructuras".
Ahora bien, lo que comenzó como un imperativo económico se ha convertido en una fuerza ecologista por derecho propio, una serie de prioridades impulsadas, en especial, por una nueva casta de ministros de Medio Ambiente en los años noventa y la preocupación creciente sobre la calidad de vida y la salud.
Caroline Lucas, antigua diputada en el Parlamento Europeo y hoy la primera representante del Partido Verde en el Parlamento nacional británico, cree que las normas y reglas han sido más enérgicas porque los miembros del Parlamento Europeo están relativamente a salvo de las presiones personales (en cambio, dice, hay muchas más presiones empresariales en Bruselas y Estrasburgo que en Westminster), y porque los ministros nacionales de Medio Ambiente pueden aprobar allí normas que en sus respectivos países serían objeto de un escrutinio mucho más implacable. Además, sugiere Warhurst, en el caso del Reino Unido, están más lejos del ámbito de poder del Tesoro, que muchas veces es un elemento de obstrucción.
La dimensión y la escala del proyecto europeo también plantea problemas, por supuesto. Es inevitable que el hecho de actuar en grupo dé pie a concesiones, y la prioridad del libre comercio impide a los dirigentes ir más allá de las normas acordadas: es bien conocido que no dejaron que Dinamarca siguiera insistiendo en que todas las bebidas embotelladas se vendieran en latas.
Además, el medio ambiente no es más que una más de las 33 direcciones generales políticas, y algunas de esas crean problemas ecológicos, problemas que, multiplicados por 27 países, son enormes: se achaca a los subsidios agrarios y pesqueros para fomentar la producción la culpa de la sobreexplotación generalizada de la tierra y el mar, las presiones de algunos Gobiernos condujeron a una asignación completamente excesiva de permisos de comercio de derechos de emisión (con el consiguiente casi derrumbe del mercado) y las recientes normas que insisten en los biocombustibles para al transporte han suscitado afirmaciones de que se destruye la biodiversidad y se pierden tierras de cultivo de alimentos para dejar paso a las cosechas destinadas a combustible. Asimisimo, las normativas contradictorias pueden contribuir al enorme volumen –real y aparente– de burocracia.
Luego está la noción misma de gran mercado único, al que el Partido Verde –ardiente partidario de la UE y de muchas normas– se ha opuesto desde el principio. "Está radicalmente en contra de todo en lo que creemos: la relocalización de las economías", dice Lucas.
Si se piensa en el agua potable contaminada, las playas manchadas por las alcantarillas, las chimeneas sucias y los vertederos inmensos de años atrás, es evidente que sí se ha avanzado en toda Europa.
Sin embargo, en todas las regulaciones ha habido éxitos y fracasos, reconoce Janez Potočnik, el esloveno comisario de Medio Ambiente; "En conjunto, la situación es muy buena, pero, si se mira con detalle el último informe sobre el estado del medio ambiente en Europa, se ve que la UE va muy bien en emisiones de gases de efecto invernadero, reciclado, contaminación de las aguas procedente de fuentes concretas y calidad del agua de baño; tenemos una situación ambigua en hábitats y especies, sequía y explotación del agua, calidad del agua, contaminación química y eficiencia energética; y no vamos nada bien en protección de los ecosistemas frente a la contaminación del aire, pérdida de biodiversidad y hábitats, generación de residuos y calidad del aire en las zonas urbanas".
No obstante, en general, todos los entrevistados para este artículo se mostraron de acuerdo en que el medio ambiente europeo estaba mejor gracias a la UE que si hubiera estado en manos de los Gobiernos nacionales.
En el Reino Unido, entre el 80 y el 90% de todas las normas ambientales proceden de Europa, calcula la Asociación de Derecho Ambiental. Michael Warhurst cree que la UE ha "elevado" a la mayoría de los países europeos, como el Reino Unido, a una situación ambiental mejor. "Existe un efecto concreto que se obtiene cuando en la sala hay un grupo de gente más variado y con más conocimientos", añade. "En cualquier campo, siempre se puede contar con que habrá varios países que defiendan algo mejor; mientras sean capaces de proporcionar pruebas, podemos progresar".
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia
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