Las alas de Europa
El complejo de Airbus Military en Sevilla, integrado en el grupo europeo EADS, compite por la hegemonía del mercado aeronáutico mundial
El complejo de Airbus Military en Sevilla, integrado en el grupo aeronáutico europeo EADS, es una pequeña ciudad de unos 2.000 trabajadores donde es habitual oír entre tres y cuatro idiomas. En este entramado de naves gigantescas, entre otras actividades, se monta el A400M, el avión más emblemático de la división militar de este consorcio que, en plena crisis, cuenta ya con una cartera de pedidos de 503.000 millones de euros y unos beneficios antes de cerrar 2011 y sin contar impuestos y costes financieros (EBIT), superiores a los 1.100 millones. Esta empresa es multinacional europea y, según admiten sus trabajadores y directivos, nunca hubiera existido sin la unidad de Europa. Ahora compite por la hegemonía del mercado aeronáutico mundial.
Por el inmenso muelle de carga de la factoría entran los distintos componentes del A400M fabricados en el Reino Unido, Alemania, España o Francia. Con ellos llegan equipos de especialistas que se integran perfectamente en la plantilla local. Su relación es estrecha y habitual, aunque no convivan físicamente en el mismo espacio todo el tiempo. De su trabajo en común, en 74 días, surge de la última estación de trabajo uno de los aviones más sofisticados del mundo y con niveles de precisión y tolerancia impensables en cualquier otro producto. En el camino han dejado secuelas de investigación y desarrollo tecnológico que sólo son posibles con un proyecto de estas características.
“El carácter multinacional europeo de EADS es una ventaja, una oportunidad, uno de los grandes valores”, afirma convencido y orgulloso el ingeniero responsable de la línea de montaje final, Juan Silva, quien destaca que en algunas fases ha habido más trabajadores extranjeros que españoles. Está tan convencido de los beneficios del intercambio de experiencias que intenta que todos los empleados que puedan trabajen durante un tiempo en las plantas de la compañía en otros países de Europa para comparar los procesos (benchmarking). De esta forma, desarrollaron un sofisticado sistema de aire comprimido para mover casi con una mano un robot de ensamblaje de 38 toneladas.
José Ángel Rodríguez, responsable de la estación 20, donde se instalan los motores, resume las ventajas de lo que denomina “filosofía Airbus”, que se basa en un permanente intercambio de información y experiencias entre todo el colectivo, desde operarios a directivos, y en cuidar al máximo la relación personal. Dulce Muñoz, que trabaja en su unidad, destaca lo “enriquecedor” que es aprender otras formas de ver las cosas. “Sirve para romper mitos. Tenemos los mismos problemas y somos igual de buenos que en Francia o en Alemania”, añade su compañero Ernesto Faluarte.
El trabajo común y tener ya cinco prototipos con 2.800 horas de vuelo han eliminado prejuicios y asentado otros. Se mantiene el convencimiento de que los alemanes “son los reyes del proceso”, por su matemático cumplimiento de los procedimientos, pero también reconocen los socios que España ha demostrado una altísima capacidad tecnológica que cuestionaban en los principios de este proyecto. Ahora, la interrelación entre las unidades de EADS en Europa es tan habitual que son capaces de monitorizar desde el centro de ensayos en vuelo de Sevilla en tiempo real más de 40.000 parámetros de un avión que esté operando sobre los Pirineos e intercambiar más de 200.000 indicadores en cuestión de horas. “Un equipo, distintas sedes”, resume Francisco Jiménez mientras observa desde su mesa en Sevilla el sistema hidráulico de un avión que vuela sobre Francia.
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