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Romney admite que paga pocos impuestos

Ante las presiones para que haga pública su declaración fiscal, el candidato republicano dice que “probablemente” paga un 15%

Antonio Caño
El candidato republicano Mitt Romney en un acto electoral en Carolina del Sur.
El candidato republicano Mitt Romney en un acto electoral en Carolina del Sur.JOE RAEDLE (AFP)

El candidato republicano Mitt Romney, quien, de ganar las elecciones, se convertiría en el mayor millonario en llegar a la Casa Blanca, admitió que “probablemente” solo paga un 15% de impuestos, menos de la mitad que los ciudadanos corrientes que viven de un salario. Esta confesión se produjo después de una fuerte presión de sus rivales republicanos y de los demócratas para que Romney haga pública su declaración fiscal.

La insistencia en que Romney, el favorito a la nominación como candidato republicano a la presidencia, revele sus pagos al fisco fue uno de los puntos álgidos del debate que los cinco aspirantes que continúan en la carrera mantuvieron en la noche del lunes en Carolina del Sur, donde se celebran, el sábado, las próximas primarias.

Romney dijo que no tenía inconveniente en sacar a la luz esos datos, pero que lo hará más adelante, hacia el mes de abril. Esa resistencia agudizó ayer las sospechas sobre las finanzas de Romney, quien se vio obligado a reconocer, sin facilitar los datos precisos, que paga “alrededor de un 15%” en impuestos porque casi todos sus ingresos proceden, según él, de inversiones realizadas en el pasado y que cuentan con exenciones fiscales. El tipo máximo en EE UU es del 35%, que se aplica principalmente a los salarios.

Los candidatos republicanos acusaron hace pocos meses de demagogia al presidente Barack Obama por propagar la denuncia del multimillonario Warren Buffet de que él pagaba menos impuestos que su secretaria. Romney confirma que así es, que el sistema impositivo norteamericano favorece a los más ricos, a pesar de que uno de los puntos del programa de Romney es el de bajar aún más las tasas a los beneficios de las inversiones.

El reconocimiento de Romney va a resultar dinamita para Obama y para los candidatos republicanos aún en liza, al potenciar la idea de que Romney pertenece a una élite clasista

Este reconocimiento de Romney va a resultar, probablemente, dinamita para Obama y para los candidatos republicanos aún en liza, puesto que sirve para potenciar la idea de que Romney pertenece a una élite clasista que no sufre los problemas económicos de las clases medias.

Ese mensaje empezó a tomar cuerpo tras conocerse que, durante sus años al frente de la firma de inversiones Bain Capital, Romney había conseguido importantes beneficios para sus clientes y sus accionistas a costa de la quiebra de muchos negocios que dejaron sin empleo a miles de trabajadores. Romney estaba apenas empezando a defenderse de esas críticas cuando surge este asunto de los impuestos, que puede hacer aún más daño.

Quizá es demasiado tarde para que eso pueda revertir la tendencia en las primarias republicanas. Las últimas encuestas daban claramente a Romney como favorito en Carolina del Sur, que puede ser el último lugar en el que sus rivales más conservadores puedan disputarle la nominación.

En el debate del lunes, Romney mostró, sin embargo, algunos puntos vulnerables. Salió malparado de algunos duelos con sus principales contrincantes en este momento, Newt Gingrich y Rick Santorum, quienes consiguieron demostrar los múltiples cambios de opinión que Romney había tenido a lo largo de su carrera y la falsedad de algunos de los argumentos que se exponen en su campaña de propaganda.

Romney hizo un enorme esfuerzo por defender sus credenciales más conservadoras. Expresó su oposición a que a los reos de delitos mayores se les permita votar, incluso después de haber cumplido íntegramente su pena. Rechazó cualquiera de los beneficios actualmente en vigor, en materia de sanidad y educación, para los hijos de inmigrantes ilegales.

En relación con su política exterior, se manifestó en contra de toda forma de negociación con los talibanes en Afganistán, y afirmó que la única política con ellos debe de ser la de “matarles allí donde se les encuentre”. Incluso defendió su desconocida, pero aparentemente intensa, afición a la caza, con el propósito de conquistarse a un sector de electorado norteamericano que suele tener muy serias sospechas de aquel político que jamás ha levantado un fusil para abatir un par de ciervos.

Tal vez todos esos argumentos quizá no sean aún suficientes para tranquilizar del todo a las bases conservadoras, pero las dudas pueden verse compensadas por la necesidad de actuar de forma pragmática y elegir a quien más posibilidades tenga de derrotar a Obama. Romney es el único republicano que aparece en virtual empate con el presidente en las encuestas sobre las perspectivas de voto el próximo mes de noviembre, y por eso, fundamentalmente, dobla hoy en los sondeos a su más cercano rival en las primarias, Gingrich.

La Casa Blanca cuenta con que Romney será su rival y contra él ha empezado a apuntar su artillería. Este asunto de los impuestos va a ser un arma muy útil contra alguien a quien se le calcula una fortuna personal superior a los 300 millones de dólares.

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