Capturado el capo de Gomorra
Michele Zagaria está acusado de conspiración, asesinato, extorsión y robo
Era el capo, pero vivía como un topo. Michele Zagaria, el jefe más importante de la Camorra, la mafia napolitana, se escondía de la policía en un búnker de cemento construido a cinco metros de profundidad, bajo su propia casa, en su pueblo de toda la vida, Casapesenna. El capo de los Casaleses utilizaba la violencia como un arma más para controlar el negocio de la basura, los supermercados y hasta la alta velocidad. Eso sí, en el momento de la detención supo estar a la altura de la leyenda que ya era desde que inspiró el famoso libro Gomorra, de Roberto Saviano. Al ser presentado ante el juez antimafia, lo felicitó: "Habéis ganado. Ha vencido el Estado".
No solo por la captura. También —o sobre todo— porque nada más conocerse la caída de Zagaria, fugitivo desde 1995, un buen grupo de ciudadanos acudió a la puerta de la comisaría de Caserta para brindar con los policías que, eufóricos, se dejaron retratar a cara descubierta. La importancia del golpe —Zagaria estaba condenado a cadena perpetua por asociación mafiosa, homicidio, posesión ilegal de armas y extorsión— llevaron al presidente de la República, Giorgio Napolitano, y al primer ministro, Mario Monti, a felicitarse públicamente. "Es una bella jornada", señaló Monti, "para la Campania y para todas las personas honestas". Pero tal vez la reacción del júbilo más completo fue precisamente la del escritor Saviano, amenazado por la mafia de la que escribió: "Cuando conocí la noticia —los jueces me avisaron al localizar el búnker— me entraron ganas de saltar de felicidad. Se cae un símbolo. Era el jefe del cemento, el hombre del dinero, algo más que un sencillo criminal".
La imagen actual de Michele Zagaria, a sus 53 años, poco se parece a la de las viejas fichas policiales. Lo que sí se parece a las historias de otros capos es su forma de huir sin hacerlo. Hasta hace unas horas, Zagaria era el superfugitivo de la justicia italiana. Junto a Matteo Messina Denaro, el jefe de la Cosa Nostra, la mafia siciliana, el hombre más buscado desde que fueron detenidos, a lo largo de 2010, los anteriores capos de la Camorra, Antonio Iovine y Nicola Schiavone. Pero lo cierto es que el fugitivo nunca se fugó. Vivía bajo su propia casa, sin apenas salir, respirando gracias a un sofisticado sistema de ventilación que, al ser desenchufado por la policía al penetrar en la vivienda, a punto estuvo de convertirse en su mortaja. Zagaria llegó a gritar para avisarles de que se estaba asfixiando: "Os llamaba, pero no me sentíais".
En su escondite, el jefe de jefes tenía un crucifijo y una buena colección de libros sobre la mafia, incluido Gomorra. También guardaba una biografía de Steve Jobs y fotos de la familia. Sobre la una de la tarde, al ser conducido a la comisaría, Zagaria pudo contemplar cómo sus vecinos celebraban la buena noticia con otra igual de buena. La de la celebración en sí misma.
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