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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Evolución del terrorismo en Afganistán

Los últimos atentados son ante todo ataques contra los afganos y no contra las tropas extranjeras

Fernando Reinares
Un hombre lleva a un niño en brazos tras el atentado contra los chiíes en Kabul.
Un hombre lleva a un niño en brazos tras el atentado contra los chiíes en Kabul.AHMAD MASOOD (REUTERS)

El último atentado suicida ocurrido en Kabul, como consecuencia del cual han perdido la vida más de cincuenta personas, es ante todo un atentado contra afganos, como al menos dos más ocurridos al mismo tiempo en otros lugares de Afganistán. Esta es una realidad a menudo soslayada y que todavía parece no encajar en la imagen que muchos occidentales tienen de lo que ocurre en ese país del sur de Asia, pues se piensa que los blancos principales de dicha violencia son las tropas extranjeras desplegadas en el mismo. Pero así es, aun cuando la inmensa mayoría de los atentados ya ni siquiera sean noticia en nuestros medios de comunicación. Sólo lo son cuando resultan altamente letales, como en este caso, o cuando acontecen en la capital del país, que es donde se concentran los corresponsales de prensa.

Por otra parte, el hecho de que se trate de un atentado cometido contra afganos chiíes, congregados en torno a una mezquita de dicha confesión y en una festividad emblemática para esa minoría musulmana del país surasiático, pone de manifiesto la orientación excluyente del ideario religioso que lo inspira, evocando tanto la impronta de Al Qaeda sobre la estrategia del terrorismo insurgente en Afganistán como la dinámica de la violencia yihadista en Irak y más en Pakistán, experiencias que muy probablemente emula. Una organización yihadista paquistaní, Lashkar e Janvi, se ha atribuido el atentado de Kabul y los de otras dos localidades. Por añadidura, esos actos de violencia sectaria acontecidos en Afganistán el mismo día son asimismo reveladores del auge y expansión que registra actualmente el terrorismo en el país.

De acuerdo con los datos proporcionados por la misión de Naciones Unidas en Afganistán, solo entre enero y junio de 2011 casi 1.500 civiles perdieron la vida en el contexto de conflicto armado que se vive en el país. Nada menos que el 80% de dichas víctimas mortales se han producido como consecuencia de atentados perpetrados por insurgentes, sobre todo por seguidores del Emirato Islámico de Afganistán, como los talibanes aluden a su propia estructura, uno de cuyos portavoces ha negado responsabilidad de su entidad en el atentado de Kabul. Una fracción de tales incidentes es obra de grupos y organizaciones yihadistas que se asientan al otro lado de la frontera, en las zonas tribales de Pakistán, pobladas principalmente por pastunes, la misma etnia a que pertenecen los talibanes afganos.

Hablo de atentados porque, a lo largo de este año, ocho de cada diez víctimas mortales de los actos de violencia insurgente en Afganistán han fallecido como consecuencia de episodios de terrorismo suicida, de incidentes perpetrados mediante artefactos explosivos y de asesinatos individuales premeditados, bien sea con armas blancas –los degollamientos de afganos por insurgentes son frecuentes-- o de fuego. Ello quiere decir que la estrategia de la insurgencia afgana en general y la de los talibanes en particular continúa dedicada, pese a lo que su propaganda proclama, no tanto a oponerse a la presencia militar extranjera en Afganistán –que, por supuesto, también— como a imponer, mediante el recurso a la intimidación y el miedo, un control social efectivo sobre la población y recuperar con ello el dominio sobre la misma.

Ocho de cada 10 víctimas mortales de los actos de violencia insurgente durante la primera mitad del año han sido consecuencia del terrorismo suicida

El número de atentados está cerca de duplicarse en 2011 respecto a 2010, y casi a triplicarse respecto a 2009. Estamos, pues, ante un auge del terrorismo insurgente en general y talibán en particular, que las fuerzas afganas de seguridad son incapaces de contener, la heterogénea misión de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad no contribuye a mitigar y los enredos estadounidenses en torno a una más que cuestionable negociación con los talibanes o sus afines enmascaran. Ello advierte de las extraordinarias dificultades que tendrá, ante una situación como la actual, ejecutar con éxito esa ayuda y de las consecuencias que, para la población afgana, se podrían derivar de una retirada no compensada de los militares estadounidenses y de otras naciones occidentales que actualmente desarrollan su misión en Afganistán.

Que el último atentado suicida de Kabul haya sido especialmente letal y coincida con la visita del presidente de Afganistán, Hamid Karzai, a Alemania, para tomar parte en la cumbre internacional sobre el futuro de su país –cumbre denostada públicamente por los talibanes--, seguramente no es casualidad. En conjunto, lo ocurrido obliga a insistir en una reflexión sobre los obstáculos que la creciente inestabilidad en el mismo, derivada entre otros factores de un incremento sin solución de continuidad de la violencia terrorista, de origen no sólo autóctono sino foráneo también, plantea a la hora de anticipar con realismo los eventuales resultados, previstos e imprevistos, de la ayuda externa que, en circunstancias como las presentes, se pueda continuar ofreciendo a sus incipientes instituciones y a sus gentes.

Fernando Reinares es Investigador Principal de Terrorismo Internacional en el Real Instituto Elcano.

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