La cuestión palestina vuelve a Madrid, origen de las negociaciones
Un encuentro con ocasión del 20 aniversario de la conferencia de paz de 1991 reúne a políticos y diplomáticos de todo el mundo. “Aquello fue un hito histórico y no podemos defraudarle”, afirma Shlomo Ben Ami, exministro de Exteriores israelí.
El eterno debate sobre la cuestión palestina ha vuelto al punto de origen de las negociaciones, ese Madrid que acogió en 1991 la conferencia de paz que sentó las bases para los primeros acuerdos entre las partes en conflicto. Con ocasión del vigésimo aniversario de ese histórico encuentro, la capital española ha vuelto este fin de semana a ser el escenario de una reunión internacional con el objetivo de extraer y compartir lecciones de estos años de negociaciones entre israelíes y palestinos.
El expresidente del Gobierno español y anfitrión de la conferencia de 1991, Felipe González, inauguró el viernes pasado la reunión Madrid +20, que ha reunido durante tres días a políticos y diplomáticos de Israel, Palestina, EE UU, Europa y varios países árabes. Ha sido un encuentro a puerta cerrada organizado por el Centro Internacional de Toledo para la Paz, con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, donde se han celebrado las conferencias. Se trata de la llamada diplomacia informal o extraoficial, a través de la cual los actores internacionales actúan con la mediación de interlocutores para acercar posiciones e intervienen con más discreción, de manera paralela a la encorsetada política gubernamental.
Entre los participantes de esta conferencias destacan Shlomo Ben Ami, ex ministro israelí de Asuntos Exteriores, Hanan Ashraui (miembro del Comité Central de la OLP), Maruan Muasher, exministro jordano de Asuntos Exteriores, Mustafá Barghuti, diputado palestino, y Miguel Ángel Moratinos, ex ministro español de Asuntos Exteriores. Shlomo Ben Ami recuerda muy bien la histórica reunión de 1991, ya que en aquel entonces era embajador de Israel en España: “Era un momento de mucha esperanza aunque yo era consciente desde el principio de las dificultades que existían. Fue una reunión muy importante porque, por primera vez en el conflicto, israelíes y palestinos se sentaban en la misma mesa para dialogar”.
En esa conferencia estaban todos las partes implicadas en el proceso y los principales actores internacionales, incluso el presidente de EE UU, George H. Bush, y el de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov. A juicio de Ben Ami aquello fue “un momento en el que existía una ventana de oportunidad, hubo un desbloqueo de tabúes”. La cumbre fue un hito para el proceso de la cuestión palestina porque fijó los parámetros para todas las futuras negociaciones, que llegaron en 1993 a los acuerdos de Oslo. Por el trascendental significado que tuvo la conferencia de Madrid, Ben Ami considera que ahora “no debemos defraudar ese momento histórico”.
“El proceso de Madrid ha agotado sus posibilidades”
Maruan Muasher era portavoz en esa cumbre de la delegación conjunta jordana-palestina (los palestinos no tuvieron delegación propia), y recuerda que “había mucha esperanza de que la paz pudiera llegar en un plazo relativamente corto de tiempo, esa era la intención que se respiraba. Y 20 años después estamos aquí para hablar de las lecciones de esa conferencia. Hay una muy importante, y es que el proceso no puede seguir indefinidamente”. Para Muasher, el proceso que empezó en Madrid “ha agotado sus posibilidades”, ya que 20 años después no se ha llegado a una solución. Según el exjefe de la diplomacia jordana, uno de los principales responsables del actual estancamiento de la situación palestina es el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu: “Mientras otros mandatarios, como Simón Peres y Ehud Barak, entendieron tras la cumbre de 1991 la necesidad de solución de dos Estados también por el interés de Israel, Netanyahu no parece interesado en buscar una solución y utiliza al argumento de la amenaza nuclear de Irán como excusa para no hablar de los asentamientos ilegales”.
Para el exministro jordano de Exteriores, "Netanyahu no parece interesado en buscar una solución"
Mustafá Barghuti se muestra categórico en su crítica al primer ministro israelí: “Netanyahu es enemigo de la paz y su Gobierno intenta abortar cualquier oportunidad para la solución con dos Estados. El diputado explica que los palestinos decidieron presentar en septiembre la petición para ser miembro de pleno derecho en la ONU porque habían llegado a la conclusión de que, si hubieran esperado más tiempo, “la solución con dos Estados hubiera muerto”. “Es también una manera de avisar a la comunidad internacional y a la misma sociedad Israelí”, afirma Barghuti. Sostiene que “no ha sido un acto unilateral. ¿Cómo se puede decir que lo sea si estamos hablando con los 193 Estados de la ONU? Unilateral es la construcción de asentamientos israelíes”. En cuanto a la influencia que pueden tener las revueltas árabes sobre este conflicto, Barghuti considera que “han mostrado a ciertos sectores [más radicales como Hamás] de la sociedad palestina el poder de la resistencia pacífica y les ha convencido de la importancia de la no violencia”.
Para Hanan Ashraui, con las revueltas árabes “se abre una oportunidad para construir la paz. Las sociedades árabes están más involucradas con la cuestión palestina y desde ahora los nuevos líderes serán responsables de lo que hagan para Palestina; antes muchos mandatarios árabes estaban desacreditados porque apoyaban a Israel y EE UU, como Hosni Mubarak”. En cuanto a los últimos intentos negociadores, comparados con el de hace 20 años, Ashraui opina que “ahora hay un consenso general sobre la solución basada sobre dos Estados, pero sobre el terreno Israel tiene las manos libres y actúa impunemente”.
“Un intento de reflexión sobre fallos y avances”
Sobre el papel de la Unión Europea en el proceso de paz, la dirigente palestina afirma que “su problema es que no se quiere enfrentar a EE UU y llevarle la contraria, y también su división interna que se ha visto en la votación de la Unesco”. Según Ashraui, la UE es un actor clave en el proceso, pero “no ha entendido el poder y la eficacia que puede tener, es demasiado modesta. Los europeos piensan que no pueden marcar la diferencia, pero en realidad podrían hacerlo; los palestinos tenemos más confianza en Europa que los europeos mismos”.
Shlomo Ben Ami explica que los encuentros como el que se acaba de celebrar en Madrid evidencian “una las cosa más raras de este conflicto”. “Las relaciones entre nosotros”, añade, “son buenas a nivel personal, es como un encuentro de viejos amigos. Es un intento de reflexionar conjuntamente sobre nuestros fallos y cómo podemos mejorar. Hay matices entre las diferentes posiciones, pero no hay discordia en los problemas fundamentales, y esto es uno de los logros, todas las partes ahora entienden por dónde tiene que pasar la reconciliación final”.
"Los palestinos tenemos más confianza en Europa que los europeos mismos”, según Hanan Ashraui
Para Barghuti, esta reunión de Madrid ha sido “muy útil por las iniciativas que se han presentado, y porque permite una revisión constructiva del pasado, aprendiendo de las experiencias y de los errores para no repetirlos”. Muasher explica una de las ventajas de esta diplomacia informal: “Ahora la mayoría de los participantes no forman parte de ningún gobierno, podemos hablar más libremente, ya que no estamos limitados por obligaciones oficiales”. Ashraui también subraya este aspecto de estos encuentros, que “son muy importantes porque en ellos no solo se pueden analizar la hechos sino también proponer nuevas formas de tratar la situación. Aquí reflexionamos sin esquemas rígidos y podemos ser más creativos, además de exhortar a los actores para que actúen de forma diferente”.
Las oportunidades perdidas
Echando la vista atrás, Barghuti resume que “estos 20 años se pueden resumir en que se han perdido muchas oportunidades. La cumbre de 1991 fue una gran oportunidad para poner en marcha una solución, pero se alargó el conflicto, y ello principalmente porque la comunidad internacional permitió a Israel seguir su política de asentamientos; ha sido como impulsar simultáneamente dos movimientos, uno hacia la paz y otro hacia el conflicto”. Para el diputado palestino, “como no se llegó a una verdadera solución, al final el proceso ha sustituido a la paz y se ha convertido en el objetivo en sí mismo; el proceso de paz ha sido utilizado por Israel como una fachada para tapar su destrucción sobre el terreno de una solución para los dos Estados”.
Ante el nuevo escenario en la región tras las revueltas árabes, los participantes muestran una mezcla de escepticismo y esfuerzos para ser optimistas. Muasher afirma que “el momento de la paz en Palestina es ahora o nunca. Los nuevos gobiernos árabes tienen más responsabilidades para con sus sociedades. Hay más críticas debido a la ocupación israelí, y si no se encuentra rápidamente la solución, los nuevos dirigentes serán más críticos contra Israel. La nueva situación puede conducir hacia nuevos acuerdos entre los Estados árabes e Israel”.
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