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Wen Jiabao prepara su legado

El primer ministro chino encadena las recomendaciones de mayor democracia para China a un año de la llegada de una nueva generación de líderes del Partido Comunista

El primer ministro Wen Jiabao saluda a los asistentes a una reunión en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín.
El primer ministro Wen Jiabao saluda a los asistentes a una reunión en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín.FENG LI (AFP)

Cuando estallaron las manifestaciones a favor de la democracia de Tiananmen (1989), el entonces secretario general del Partido Comunista Chino (PCCh), Zhao Ziyang, se plantó en la plaza pequinesa para intentar negociar con los estudiantes, acompañado del hoy primer ministro Wen Jiabao, entonces director de la Oficina General del Partido. En una famosa foto de aquel 19 de mayo, aparece Zhao Ziyang megáfono en mano, y detrás de él, un hierático Wen, con los labios apretados, los ojos ausentes, el rictus grave.

Poco después, Zhao Ziyang fue purgado y confinado en su vivienda en Pekín, acusado de apoyar las revueltas y dividir el partido, y vivió bajo vigilancia domiciliaria hasta su muerte en enero de 2005. Sin embargo, Wen, considerado un aliado de Zhao, escapó a la guadaña política y continuó su escalada hacia la cumbre. En 1998, fue nombrado vice primer ministro y en 2003, primer ministro.

El reformista Zhao defendió al final de su vida que China debe caminar hacia una democracia parlamentaria de tipo occidental “porque es el mejor sistema disponible”, o, de lo contrario, “será imposible” solucionar problemas “como la corrupción rampante y la creciente brecha entre ricos y pobres” ni “materializar el gobierno de la ley”. Sin embargo, los dirigentes actuales, encabezados por el presidente, Hu Jintao, y Wen Jiabao, han declarado repetidas veces que Pekín nunca adoptará una democracia de corte occidental.

¿Lo piensa realmente así Wen Jiabao, un líder populista a quien algunos analistas políticos consideran una voz liberal entre la élite dirigente?

El dirigente se ha manifestado a favor de acometer la tarea "urgente" de modificar el sistema de gobierno absoluto del país

En el último año, el primer ministro ha hablado varias veces sobre la necesidad de reformar un sistema que ha permitido al PCCh gobernar de forma absolutista desde que llegó al poder hace seis décadas, tiempo en el que ha convertido China en la segunda economía del mundo y ha sacado a cientos de millones de personas de la pobreza, aunque, a cambio, ha generado tremendas injusticias sociales y graves problemas medioambientales.

Wen ha escogido cuidadosamente su audiencia para aventar la necesidad de cambio, y sus palabras, ampliamente recogidas en la prensa internacional, han sido, sin embargo, difuminadas en los medios chinos.

El último guiño de quien en su país es llamado de forma afectiva el abuelo Wen, por la imagen de cercanía a las masas que ha cultivado cuidadosamente durante se mandato, se ha producido a mediados de septiembre en el Foro Económico Mundial en la ciudad costera de Dalian. El primer ministro dijo que China debe modificar su sistema de gobierno absoluto e introducir más democracia, y que se trata de una tarea “urgente”.

Wen aseguró que “la misión más importante de un partido gobernante es cumplir y actuar estrictamente de acuerdo con la Constitución y con las leyes”. “El Partido no debería sustituir al Gobierno en la gobernanza, y deberían ser corregidos los problemas de poder absoluto y concentración de poder. Para lograrlo, debemos reformar el sistema de liderazgo del Partido y del Estado”.

Wen quiere impulsar la igualdad social y la independencia de la justicia para luchar con firmeza contra la corrupción, uno de los problemas que más enoja a los chinos

El primer ministro habló de democracia. “Incrementaremos las formas de democracia y mejoraremos el autogobierno al nivel de los pueblos. Si la gente puede gestionar bien los asuntos de un pueblo, también puede gestionar los de una ciudad o incluso un condado”. Sin embargo, añadió que “para expandir la democracia” sería “prudente y realista (…) comenzar primero dentro del Partido y luego introducirla más allá del Partido”. No habló de plazos.

Wen fijó otras tres áreas para impulsar las reformas políticas: impulsar la igualdad social y la justicia –es decir, disminuir las tremendas disparidades que ha creado el proceso de apertura y reforma lanzado por Deng Xiaoping en diciembre de 1978-; defender la independencia de la Justicia, y luchar con firmeza contra la corrupción, uno de los problemas que más enoja a los chinos.

El astuto dirigente, de 69 años, ha realizado comentarios similares anteriormente. En agosto del año pasado, afirmó que “sin reforma política, China podría perder lo que ha logrado gracias a la restructuración económica. Pero en esta ocasión ha ido más allá.

Wen sabe que los ciudadanos son cada vez más conscientes de sus derechos; que existe una demanda creciente de justicia social, cambios políticos y mayores libertades, y sabe que Internet, a pesar del estricto control que ejercen las autoridades, ha roto el monopolio de información del Partido.

Sin embargo, para algunos críticos como el escritor y disidente Yu Jie,el primer ministro no es un hombre del pueblo ni un progresista, sino un tecnócrata mediocre, que ha llegado a la cima del poder gracias a sus dotes de actor, y cita el contraste entre sus actuaciones populistas y la línea dura adoptada por el Gobierno desde que él y Hu Jintao llegaron al poder a finales de 2002, y que ha ido a más desde febrero pasado ante el miedo al contagio de las revoluciones árabes.

El fin del mandato del primer ministro ha entrado en su etapa final, y Wen parece estar intentando conformar su legado para la Historia, dando lustre a su trayectoria y cultivando una imagen de reformista. En otoño del año que viene, tendrá lugar el XVIII Congreso del Partido, y el dirigente chino dejará su puesto en el Comité Permanente del Comité Central del PCCh, y meses más tarde –en marzo de 2013- cederá el bastón de primer ministro.

Al mismo tiempo, Wen Jiabao puede estar señalando el camino a seguir a la generación de líderes entrante; encabezada, si se cumple el guión, por el actual vicepresidente, Xi Jinping, que sustituirá a Hu Jintao, y Li Keqiang, actualmente viceprimer ministro, que ocupará el lugar de Wen. Quizás en algún cajón de su vivienda, la foto con Zhao Ziyang -quien murió olvidado por el pueblo chino- siga pesando en su memoria.

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