Los integristas somalíes bloquean el paso a los hambrientos
La milicia islamista Al Shabab impide la llegada de ayuda y retiene a los refugiados que huyen de la guerra
Dos hombres vestidos con uniformes de las fuerzas del Gobierno de Transición Federal de Somalia tratan de atravesar con cinturones de explosivos la línea que controlan los militares de la Unión Africana (UA). Es el distrito de Wardhigley, junto a Florenza, punto recién conquistado por el contingente de la UA. Antes de accionar la carga, los soldados africanos descubren la treta e inician un tiroteo que acaba con los terroristas. El intercambio de disparos causa la muerte también de dos miembros de la fuerza de interposición africana.
Es el penúltimo arreón de la milicia islamista de Al Shabab, apostada en el norte de la capital somalí, Mogadiscio. "En medio de la hambruna que sacude Somalia", declaró ayer tras el ataque el teniente coronel de la misión militar de la UA (AMISOM) Paddy Ankunda, "los extremistas han elegido el asesinato en lugar de salvar vidas". Detrás de la avanzadilla a dúo de los terroristas, cientos de milicianos llegan de refuerzo a la frontera de batalla de Mogadiscio para lanzar la tradicional ofensiva de Ramadán. Según "información de inteligencia" manejada por la AMISOM, Al Shabab está "reagrupando e incrementando sus fuerzas" para romper el cordón de seguridad en la capital durante una crisis de hambre y sequía que ya supera a la que golpeó el país en 1992.
El grupo radical que la CIA vincula a Al Qaeda y que domina la zona centro-sur de Somalia está tratando además de frenar la huida de los somalíes hacia los campos de desplazados de Mogadiscio o hacia la frontera con Kenia. "Previenen a la gente que vive en las áreas en las que operan de que no se vayan", explica desde la capital somalí el portavoz de AMISOM Eloi Yao. "Y lo hacen usando tácticas inhumanas". Esto es, encierran en una suerte de campo temporal a cientos de civiles necesitados de ayuda humanitaria.
Civiles que, como en cualquier contexto bélico, son un tesoro preciado para evitar una ofensiva indiscriminada. Y los milicianos islamistas que actúan en Somalia lo saben. "Al Shabab está perdiendo el frente de batalla", continúa Yao, "y está utilizando todos los medios necesarios para salvar la cara". De medios no anda sobrada, no obstante, la AMISOM, según admitió ayer Donald Kaberuka, exministro de Finanzas ruandés y actual presidente del Banco Africano de Desarrollo. "Faltan efectivos, no están equipados y carecen de suficiente apoyo logístico", manifestó en una entrevista concedida a AFP.
Pero no solo en Mogadiscio las milicias de Al Shabab han puesto contra las cuerdas el reparto de ayuda. El pasado 27 de julio, una bomba accionada con un teléfono móvil causó la muerte de un policía keniano en Mandera, ciudad fronteriza puente de las operaciones humanitarias entre Somalia, Kenia y Etiopía. Y no era el primer ataque.
Los que seguro no salvan la cara son los más de mil desplazados que llegan a diario a los campos ubicados en la zona sur de Mogadiscio, protegida a punta de rifle por los más de 8.000 militares de la AMISOM. La ONU, a través del Programa Mundial de Alimentos (PMA), ha logrado hasta el momento hacer llegar desde Nairobi media docena de aviones con 10 toneladas cada uno de comida para los menores que acaban de aterrizar en la capital. También se ha lanzado el puente aéreo hacia los campos etíopes de Dolo Ado. Pero la escalada del conflicto entre Al Shabab y las fuerzas de la UA ha ralentizado la travesía de la ayuda. Pese a que el desembarco de alimentos que las agencias humanitarias calculan que necesita Somalia está muy lejos del actual, la presencia de Al Shabab frena cualquier incremento.
Sí crecerán al menos las donaciones comprometidas en la conferencia que la UA ha anunciado que celebrará el próximo 9 de agosto en Adis Abeba (Etiopía).
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