La hija periodística de Murdoch
Rebekah Brooks ha recorrido en una década una carrera meteórica que le ha llevado a dirigir el imperio mediático británico del magnate australiano
El pasado jueves 7 de julio, a las 16.15, Rebekah Brooks se presentó en la redacción del News of The World, en el complejo de oficinas de News International en Wapping, sureste de Londres. Llegó flanqueada por dos guardas de seguridad y acompañada por el director del periódico, Colin Myler, que tenía los ojos llorosos. Los escasos empleados que se habían enterado de la precipitada comparecencia de la consejera delegada estaban convencidos de que la que fue directora de The Sun y antes del News of The World iba a anunciarles su dimisión. Cinco minutos después se enteraron de que no solo ella no dimitía, sino que eran ellos los que se iban: Rebekah Brooks se había presentado para anunciarles el cierre inminente del tabloide dominical.
Cinco minutos después, nada más acabar sus brevísimas palabras, la consejera delegada se marchó con los guardaespaldas sin contestar a las preguntas de la boquiabierta redacción. Dos minutos después, la noticia estaba en los informativos de todo el país y los periodistas ya no podían acceder al sistema informático general. "No podía salir más rápido y desde luego no estaba llorando", comentó un redactor citado por The Times, el diario del mismo grupo que daba cuenta de estas escenas en su edición del viernes.
Para muchos es una gran ironía que Rebekah Brooks, que era la directora del News of The World cuando se realizaron las escuchas en el teléfono móvil de la niña Milly Dowler, anunciase el despido a muchos periodistas que ni siquiera trabajaban para el diario cuando ocurrieron esas cosas.
News International había desmentido que Rupert Murdoch haya rechazado en dos ocasiones la dimisión de Brooks. Pero incluso el primer ministro británico, David Cameron, vecino de los Brooks los fines de semana en la campiña de Oxfordshire, había afirmado que si Rebekah le hubiera presentado la dimisión a él, se la habría aceptado.
Alguna gente creía que si seguía en su cargo era porque todavía no había llegado el momento de echar su cabeza a las fieras, porque, si caía ella, quien queda más expuesto ante el público es James Murdoch, el hijo del patrón y responsable del negocio europeo y asiático del grupo. Pero hay bastante coincidencia estos días en los medios británicos al subrayar que Rupert Murdoch no solo la quiere como a una hija, sino que cree ciegamente en sus cualidades profesionales y no quiere perderla por ningún motivo.
Rebekah Wade, como se llamaba de soltera, llegó al News of The World con veintipocos años. Enseguida dio el salto al Sun, el verdadero poder fáctico de Murdoch en la política británica, y con 29 años volvió al News of The World... como directora. Tres años después, en enero de 2003, se convirtió en la primera mujer directora del Sun. Pero su meteórica carrera aún no había tocado techo: en junio de 2009, Rupert Murdoch anunció su elevación al cargo de consejera delegada de News International.
Su agenda y su capacidad para las relaciones públicas apenas tienen parangón. En su momento se convirtió en íntima de Tony y Cherie Blair. Eran los tiempos en que Murdoch apoyaba el centrismo de Blair y Rebekah vivía con el actor Ross Kemp, ferviente propagandista del Partido Laborista. Su amistad con los Blair no le impidió luego intimar también con Gordon Brown, plato de menor gusto en la familia Murdoch. Y nada de lo anterior le ha impedido a Rebekah frecuentar al actual primer ministro, el conservador David Cameron, y ni siquiera le hace falta ir a Downing Street a visitarle porque se ven con frecuencia los fines de semana. Ahora, Murdoch ha aceptado su dimisión.
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