La ciudad de Abadán será construida de nuevo tras el daño por la explosión de los arsenales militares
El presidente de Turkmenistán degrada al ministro de Defensa y reconoce que hubo muertos
Con cuatro días de retraso, las autoridades del Estado centroasiático de Turkmenistán han comenzado a reconocer una versión fragmentaria y minimizada de las explosiones en los arsenales militares de la ciudad de Abadán, a 20 kilómetros de Ashjabad, la capital del país. Según fuentes de grupos de derechos humanos y testigos de la catástrofe, un mínimo de cien personas perdieron la vida como consecuencia de los estallidos en cadena de municiones que se prolongaron hasta el viernes.
Las autoridades reconocieron hoy la existencia de 15 muertos (dos militares y 13 civiles), según se desprende de un despacho que da cuenta de la reunión entre el presidente del Estado, Gurbangulí Berdimujamédov, y la comisión gubernamental encargada de liquidar las consecuencias de la "situación de emergencia" que se produjo al "inflamarse los objetos de pirotecnia en unos almacenes en las afueras de la ciudad de Abadán". El incendio, según la comisión, se produjo debido a las altas temperaturas reinantes y el fuego se habría propagado del almacén de pirotecnia a unos arsenales militares que datan de la época de la URSS.
Según la información oficial, el presidente de Turkmenistán impartió una "amonestación severa" al ministro de Defensa, general V. Gundgdyev, y lo "degradó a coronel" al tiempo que pedía que los culpables fueran castigados y expulsados del Ejército. Con todo, las autoridades turcomanas no reconocen el origen militar de la explosión. Aludiendo indirectamente la envergadura de la catástrofe, el jefe del Estado ha dado orden de comenzar los preparativos para construir una nueva ciudad en lugar de la vieja Abadán. Medios contactados por esta corresponsal en Ashjabad afirman que las informaciones oficiales no reflejan la realidad. "El número de muertos multiplica por lo menos por diez los que han sido reconocidos oficialmente", señalan y atribuyen la versión ligera de las autoridades a la falta de deseo de reconocer la envergadura de la catástrofe y sobre todo de admitir que ésta ha perjudicado especialmente a la población civil.
Acusación de las autoridades
El sábado fuentes de Turkmenistán habían informado que las autoridades se negaban a entregar a los cadáveres de las víctimas a sus familiares. Según Ferganá.ru, un servicio de noticias de Asia Central, las autoridades habían acusado a los medios de comunicación extranjeros de desinformación, pese a las fotografías que se estaban difundiendo de municiones esparcidas y edificios destruidos e incendiados. Un grupo especial de los servicios de seguridad del Estado de Turkmenistán advertía a los fotógrafos locales para impedir que se difundieran imágenes, señalaban fuentes en Ashjabad. Las tareas de reconocimiento de los cadáveres se hacía sin ayuda de los familiares y las autoridades habían comenzado a tapar con vallas los entornos más dañados, afirmaban las mismas fuentes.
"La multitud huía despavorida por la carretera. La gente se atropellaba y sobre ella llovían los explosivos y la metralla", manifestó a esta corresponsal desde Ashjabad una testigo que pasó la noche del jueves al viernes ayudando a los afectados en Abadán. "La explosión arrasó totalmente una escuela y una clínica. La gente se refugió en el sótano de otra clínica nueva o trató de escapar", afirmó la testigo, según la cual los arsenales siniestrados, heredados de la Unión Soviética, debían ser trasladados en los próximos meses y el territorio así desalojado, transferido a las autoridades civiles para la construcción de viviendas.
En época soviética, los arsenales de Abadán constituían una reserva para el caso de conflicto con Irán y eran un depósito de suministro armamentístico para la guerra de la URSS en Afganistán (1979-1989). Fuentes en Ashjabad afirmaron que Moscú había solicitado retirar los arsenales, pero el régimen fundado por Saparmurat Niyázov, el primer presidente de Turkmenistán, no lo consintió. Las calles de Abadán están salpicadas de proyectiles, misiles, balas, minas y otros artilugios.
Las fuentes confirmaron que las autoridades turcomanas enviaron a personal médico y militares a socorrer y evacuar a los siniestrados e "hicieron lo que pudieron". No parece sin embargo que esto incluya la transparencia informativa. Turkmenistán es el país más cerrado del entorno postsoviético. "Si reconocieran la catástrofe, podrían por lo menos pedir ayuda, ya que en este país nunca ha sucedido nada así desde el gran terremoto de Ashjabad en 1948".
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