Liberados los periodistas alemanes que querían entrevistar al hijo de Sakineh
La justicia iraní les condena a 20 meses de prisión por un delito contra la seguridad del Estado, pero la pena queda conmutada por 36.000 euros
Los dos periodistas alemanes que fueron detenidos en Irán el pasado noviembre cuando intentaban entrevistar al hijo de Sakineh Ashtianí, la mujer acusada de adulterio que corre el peligro de ser lapidada, han sido condenados a 20 meses de prisión por un delito contra la seguridad del Estado, pena que ha sido conmutada por una multa de 36.000 euros, según ha informado hoy la agencia de noticias estudiantil Isna. El Gobierno alemán espera que los dos reporteros puedan llegar hoy a la Embajada de su país en Teherán.
Los dos reporteros, arrestados el pasado 10 de octubre, fueron acusados en principio de espionaje. Sin embargo, meses después y tras presiones de Alemania se les consideró culpables de trasgredir las leyes de ingreso en el país, al que entraron con visado de turista y sin acreditarse como periodistas.
El ministerio de Exteriores alemán tuvo que ejercer, además, presiones para que Teherán permitiera que dos familiares, la madre del fotógrafo y la hermana del reportero, pudieran visitarlos las pasadas Navidades. La visita se produjo después de que el régimen iraní hubiera dado esperanzas de una pronta liberación de los dos periodistas, que trabajan para el dominical Bild am Sonntag.
Ambos aparecieron en noviembre en la televisión estatal iraní en una suerte de confesión en la que una voz traducía sus palabras y aseguraba que habían sido engañados por la opositora iraní Mina Ahadi, fundadora y directora del Comité Internacional en contra de la Lapidación.
A principios de este 2011, la propia Sakineh anunció ante medios iraníes que planeaba emprender acciones contra los dos periodistas alemanes por haber tratado de entrevistar a su hijo mayor y principal defensor de su causa, Sajad Gaderzadeh, y reclamó a los medios extranjeros que olvidaran su proceso.
Sakineh, de 43 años, fue condenada a muerte en 2006 por su implicación en el asesinato de su marido, con la ayuda de su amante, y a la lapidación por adúltera. Tras apelar, la primera pena quedó reducida en 2007 a 10 años de cárcel, pero la segunda fue confirmada el mismo año por otro tribunal de apelación. En julio pasado, las asociaciones de derechos humanos revelaron su caso, lo que provocó una enorme conmoción en Occidente. Numerosos Gobiernos pidieron que no se aplicase la barbarie de la lapidación.
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