_
_
_
_

Dilma gana su primera gran batalla política en el Congreso contra la oposición y los sindicatos

Con 350 votos a favor y 117 consigue la aprobación del polémico proyecto sobre el salario mínimo

La presidenta Dilma Rousseff fue intransigente hasta el último momento al poner a votación el nuevo salario mínimo nacional de 545 reales. "No existen alternativas", les habia dicho a los sindicatos que pedian 560, y que le organizaron manifestaciones populares frente al Congreso. A los diputados de los 10 partidos que, teóricamente, apoyan su gobierno, había llegado a amenazarles con quitarles sus cargos en caso de rebeldía a la hora de votar. Y lanzó un pulso a las oposiciones que todas ellas, pedían un salario mayor. Les ganó por 350 votos contra 117. Todas las enmiendas presentadas fueron rechazadas por mayoría.

La oposición junto con el PDT (Partido Democrático de los Trabajadores) que a pesar de hacer parte del gobierno se distanció en este momento, presentaron 16 enmiendas al proyecto de ley. Durante los discursos de los diputados del gobierno se podian oir los gritos y abucheos provenientes de los sindicalistas que habian abarrotado la galeria del plenario y lanzaban eslogans a ritmo de samba. Tambien los diputados del PT (Partido de los Trabajadores) que históricamente estuvieron siempre del aldo de los sindicatos y los trabajadores fueron agredidos verbalmente como "traidores de la clase trabajadora".

Más información
Rousseff se enfrenta a su primera batalla política en el Congreso
Brasil recorta presupuesto en 2011 para enfriar la economía

La ex guerrillera sabía que se estaba jugando su primer órdago político. Tenía que demostrar en la primera votación del Parlamento que su gobierno, que tiene una gran mayoria, consiguiría que todos o casi todos votaran fielmente, sin las clásicas traiciones, que ya había sufrido el popular expresidente Lula, en votaciones cruciales. Era su primer test de autoridad y su primer desmentis a quienes la acusaban, antes aún de ganar las elecciones, de no tener el juego de cintura para lidiar las ambiciones de los partidos aliados, como lo tenía Lula, acostumbrado como exsindicalista de toda la vida, a negociar. Ha ganado el órdago, que llevaba dentro una fuerte carga antipopular, ya que es la primera vez que un nuevo presidente desde Getulio Vargas a hoy, no aumenta el salario mínimo de los trabajadores.

No se ha tratado simplemente de una medida de austeridad en un momento en el que ha tenido que anunciar un recorte al presupuesto de este año de 50 mil millones de euros ante el desamadre de la inflacción y la deuda billonaria dejada por su antecesor. El salario base para este año lo habia dejado ya determinado el expresidente Lula que había hecho aprobar un mecanismo según el cual el aumento del sueldo base sería, en el futuro, ajustado cada año teniendo en cuenta la inflacción más el PIB de los dos últimos dos años. Como el PIB del 2009 fue negativo, el salario base no pudo aumentar.

Dilma prefirió jugarse el todo por el todo y echarles por primera vez un pulso a los sindicatos, algo que nunca necesitó hacer Lula a quienes siempre le fueron fieles. Fue un juego arriesgado pero que, ante los resultados de las urnas, la han confirmado como una presidenta no sólo firme en sus decisiones, sino tambien capaz de mantener en regla a las fuerzas aliadas de su gobierno. Ahora podrá respirar más tranquila y gobernar con mayor tranquilidad.

Para la opinión pública, sobretodo para los trabajadores más pobres, que pudieron seguir en directo por la televisión los debates y votaciones durante más de diez horas, no le ha sido fácil entender que en nombre de la austeridad, no hayan conseguido los diputados para aumentar ni quince euros - que es lo que pedían los sindicatos- el salario mínimo actual de 240 euros, cuando ellos, hace sólo unas semanas se aumentaron su sueldo en un 60%, a pesar de ser uno de los Congresos que más gana en el mundo. Cada diputado brasileño cuesta a las arcas públicas entre sueldo y primas varias, entre ellas salarios para 20 asesores cada uno, 55.000 euros mensuales.

La presidenta brasileña Dilma Rousseff, en una imagen del 16 de febrero
La presidenta brasileña Dilma Rousseff, en una imagen del 16 de febreroREUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_