33 días para matar al general
Asesinado el jefe de la policía de Nuevo Laredo apenas un mes después de tomar posesión
Solo necesitaron 33 días para cazarlo. El general retirado Manuel Farfán apenas había llegado a la ciudad. Tenía 55 años y un pasado polémico. Antes de recalar en Nuevo Laredo, había intentado hacerse cargo de la Seguridad Pública de Cuernavaca y de Michoacán. No lo logró. Sus propios policías se rebelaron y tuvo que marcharse. Pero la frontera de Tamaulipas no entiende de dimisiones si no son a perpetuidad. El miércoles por la noche, a ocho cuadras de su oficina, un comando armado se cruzó en su camino y lo mató. A él y a sus cinco guardaespaldas.
Manuel Farfán Carriola, general brigadier en retiro, no era -ni mucho menos- el único militar al mando de una corporación policiaca municipal. Solo en el norteño y muy violento Estado de Tamaulipas son nueve los municipios que optaron por recurrir a viejas glorias del Ejército para tratar de limpiar sus muy corrompidos cuerpos de Policía. La labor no es fácil. Sobre todo porque, a las décadas de colusión con el crimen organizado, hay que sumar la situación dramática que vive el noreste de México, donde el cartel del Golfo y el de Los Zetas luchan encarnizadamente por hacerse con el control de la frontera con Estados Unidos.
El poder del crimen organizado en la zona -puesto de manifiesto con el asesinato del general Farfán- tuvo su máxima expresión cuando, en junio del pasado año, un comando armado asesinara al virtual ganador de las elecciones a gobernador de Tamaulipas, el priista Rodolfo Torre Cantú, y a ocho de sus escoltas. A plena luz del día, en el corto trayecto de su domicilio al aeropuerto y a solo unas horas de la jornada electoral. O cuando, dos meses después, fueron encontrados los cadáveres de 72 inmigrantes centroamericanos, asesinados junto a la tapia de una ranchería cuando estaban a punto de alcanzar la frontera con Estados Unidos.
De hecho, hace solo cinco días, en una de sus primeras apariciones como director municipal de Seguridad Ciudadana de Nuevo Laredo, el general Farfán Carriola exhibió un cartel con las fotos de los presuntos responsables de las bandas locales que se dedican a estafar a los migrantes. Nadie se había atrevido a tanto. Tal vez ese desafío le costó la vida. O tal vez no. En México, de un tiempo a esta parte, las víctimas se convierten en sospechosas. ¿Lo mataron por bueno o tal vez por malo? ¿Porque estaba dispuesto a combatir el crimen hasta el final o porque formaba parte de una de las organizaciones en conflicto? El 95% de los crímenes queda sin castigo. El candidato Torre Cantú, los 72 inmigrantes, el general Farfán... Un ejército de muertos esperando justicia.
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