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El Gobierno de Dilma Rousseff investigará las torturas en cárceles

La medida se centrará en los malos tratos recibidos por presos comunes

La presidenta Dilma Rousseff, torturada durante la dictadura militar, ha dado luz verde a su Gobierno para que sean investigadas las torturas infligidas a los presos comunes en todas las cárceles del país.

Por medio de la ministra de Derechos Humanos, Maria do Rosario, el Gobierno va a enviar al Congreso el proyecto para la creación de una comisión especial al respecto. Estará compuesta por 11 miembros, entre los que se incluyen médicos, psicólogos, sociólogos y asistentes sociales con plenos poderes para entrar en las cárceles sin previa autorización de las autoridades carcelarias y en respuesta a denuncias de los mismos presos o de anónimos.

El hecho es inédito en un país que aún discute sobre la revisión de la ley de amnistía de los crímenes de la dictadura y sobre la posibilidad de castigar a los que torturaron a combatientes políticos.

Analistas políticos, como Eliane Cantahêde, del diario Folha de Sâo Paulo, afirman que el hecho de investigar las torturas infligidas a presos comunes, por graves que hayan sido los motivos de su detención, son un paso más "en la construcción de un país desarrollado, democrático, más justo y humano".

Rousseff visitará Argentina la semana próxima acompañada de varios ministros. Allí tiene pensado encontrarse con las madres de la Plaza de Mayo, que reivindican la investigación sobre los crímenes cometidos por la dictadura militar, comprendido el de la tortura.

El hecho de que la primera presidenta mujer de Brasil pretenda que se investiguen las torturas de presos comunes y no solo de los presos políticos de la dictadura, como ella, ha sido apreciado como un gesto consecuente con sus afirmaciones de que Brasil va a combatir los atropellos a los derechos humanos en cualquier país del mundo. Es justo que quiera comenzar por su propia casa.

No se ha apagado, por ejemplo, el triste eco de las torturas y vejaciones cometidas contra una joven presa, confinada en una cárcel exclusivamente para hombres en Pará, donde fue violada, maltratada y marcada con cicatrices para siempre. Es solo uno de los miles de tristes ejemplos.

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