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La leyenda de Kennedy sigue viva 50 años después de su toma de posesión

EE UU homenajea al presidente más popular de la historia medio siglo después de su investidura.- Obama le dedicará esta noche un discurso

John F. Kennedy, 35º presidente de EE UU, en una imagen de archivo obtenida durante su discurso de toma de posesión en Washington el 20 de enero de 1961.
John F. Kennedy, 35º presidente de EE UU, en una imagen de archivo obtenida durante su discurso de toma de posesión en Washington el 20 de enero de 1961.AP

Cuando se cumplen hoy 50 años desde su toma de posesión como presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy sigue siendo el político más popular del país. También el más querido, el más recordado, el más fotografiado e imitado. En una nación que se puede sentir orgullosa de haber producido una larga lista de consistentes servidores públicos, desde sus padres fundadores hasta nuestros días, el único mito es Kennedy. El Congreso le rinde homenaje al mediodía (hora local de Washington, seis horas más en la España peninsular), las televisiones emiten especiales y Barack Obama le regalará un discurso en un acto de conmemoración esta noche.

Su leyenda se prolonga y se enriquece. Con ocasión de este aniversario, la fundación que protege su memoria ha hecho públicas nuevas fotos y conversaciones, en cada cual más humano, más próximo. Cada nueva generación, como decía recientemente su hija Caroline en una entrevista, pone al día su aprecio hacia el célebre apellido y encuentra en ello una forma de conectar con sus antepasados, con sus raíces, con su historia. Es una hermosa manera de hacer patria: conseguir que los jóvenes sepan que Kennedy es algo más que el nombre de un aeropuerto de Nueva York.

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La memorable frase que pronunció hace exactamente medio siglo -"No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por tu país"- la conocen de memoria los escolares y las recitan reverencial y periódicamente tanto los políticos de derechas como de izquierdas.

La encuesta Gallup certifica cada año a Kennedy como el mejor presidente de la historia, seguido de Ronald Reagan, del que precisamente se cumple este año el primer centenario de su nacimiento. Son algo misteriosas las razones del éxito de ambos -ninguno hizo, en realidad, reformas que marcaran época-, pero más aún en el caso de Kennedy. Aunque es verdad que su espléndida gestión de la crisis de los misiles en Cuba seguramente evitó una guerra y merece, por sí sola, un gran reconocimiento, el resto de su gestión se estrelló constantemente con un Congreso hostil y no dejó nada trascendente.

No es su gestión lo que perdura. Perdura su magia, su encanto, un don del que gozan algunos seres humanos y que les permite trascender sobre su obra y sobre los tiempos.

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Con John Kennedy nació también la leyenda del poder de los Kennedy . Era el hijo de un millonario que se crió entre privilegios de los que gozaron también sus descendientes. Pero el poder de los Kennedy no es consecuencia de su dinero sino del halo que la personalidad de Kennedy dejó en herencia. Después de que dos hermanos aspirasen a la presidencia y otros hijos, sobrinos y primos se moviesen en la política, no hay ya ningún Kennedy en el Congreso .

No importa. El mito sobrevivirá mientras EE UU sobreviva, porque esta nación cree en el principio de que destruir sus mitos, o dejarlos morir de inanición, es destruirse a sí misma.

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