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"A rey muerto, rey puesto", dice Lula

Afirma que el nuevo Gobierno debe formarse "a imagen y semejanza" de Rousseff

Juan Arias

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que entregará el bastón de mando a Dilma Rousseff el próximo uno de enero, aseguró ayer que el nuevo Gobierno tendrá que ser "a imagen y semejanza" de la elegida en las urnas, que le acompañaba en la conferencia de prensa en el Palacio del Planalto.

"Yo no voy a participar en el equipo de transición. La continuidad es en las políticas, no en las personas". Según él, lo único que va a hacer es "aconsejar, no poner trabas". Para él, "un ex presidente de la República no indica ni veta, solo aconseja si se lo piden".

Lula quiso salir al paso de las noticias publicadas los días pasados por los principales diarios del país, según los cuales ha pedido a Rousseff que deje en sus puestos al ministro de Economía y al presidente del Banco Central para dar una señal clara de que no iba a cambiar la política económica de estabilidad y cuño neoliberal llevada a cabo durante sus dos mandatos. La prensa también ha afirmado que Lula desea que se mantenga en el cargo al actual ministro de Defensa, que tiene buenas relaciones con los tres ejércitos, ya que un cambio podría crear problemas, si se tiene en cuenta que las Fuerzas Armadas no han visto con buenos ojos la elección para presidenta de una ex guerrillera que fue encarcelada y torturada por los militares durante la dictadura.

Desmentidos

Además, según los medios, a Lula le gustaría que su sucesora dejase en su puesto a su jefe de Gabinete, un ex seminarista que mantiene muy buenas relaciones con la Iglesia progresista de las comunidades de base y de la teología de la liberación.

Con sus palabras de ayer, Lula ha querido desmentir esos rumores. "Yo ya les he dicho a ustedes que, a rey muerto, rey puesto" afirmó Lula a los periodistas, y comentó: "Por mi experiencia de vida política, el Gobierno de Dilma tiene que tener su cara. Es ella y solo ella quien puede decir a quién quiere y a quién no quiere en su Gobierno. Solo ella puede decir a los partidos aliados si está de acuerdo o no con los nombres que le presenten".

Lula contó que ya vivió esa experiencia en 2002, cuando estaba formando su primer Gobierno y veía por la mañana en los periódicos la foto de personas que, según los medios, iban a ser ministros y con las que él "ni había soñado".

Presentación oficial

Los próximos 12 y 13 de noviembre, Rousseff tiene previsto viajar a Corea del Sur acompañando a Lula para asistir a la reunión del G-20. Según el presidente en funciones, será la ocasión para que los líderes internacionales empiecen a conocer a la que dirigirá el destino de Brasil los próximos cuatro años. Rousseff, por su parte, ha afirmado que aprovechara el largo viaje para "discutir con Lula sobre la formación de su nuevo Gobierno".

En una entrevista televisiva de la red Globo le fue preguntado directamente a la presidenta electa si es verdad que existe un acuerdo entre ella y Lula para que en 2014 él pueda volver a disputar las elecciones. Tras una sonrisa, Rousseff respondió, tras sonreír: "No quieran colocar el carro delante de los bueyes", como diciendo que aún es temprano para dichas hipótesis, ya que ni siquiera ha comenzado a gobernar. Sin embargo, añadió que "la praxis" es que un presidente "se vuelva a presentar para un segundo mandato".

Se trata de una hipótesis que seguirá persiguiendo a la nueva presidenta durante los cuatro años. Su entorno preferiría que Lula despejara cuanto antes la cuestión, para que ella no tenga que llevar durante todo su Gobierno el sambenito de que ha sido elegida solo para esperar a que su ex jefe pueda volver.

Según los analistas políticos, todo va a depender de cómo gobierne estos cuatro años. Si el balance de su gestión es positivo, como el de Lula, sería normal que intentara la reelección; en caso contrario, tampoco le sería fácil a Lula volver a presentarse, ya que la oposición le echaría en cara que su favorita, por cuya victoria tanto trabajó durante dos años enteros, no fue capaz de estar a la altura de la tarea que los electores le encomendaron. Y ya no podría hacer una campaña hablando de la "herencia maldita" de su antecesor, un eslogan que utilizó durante la campaña que le dio la victoria en 2002.

Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, ayer en Brasilia.
Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, ayer en Brasilia.EFE

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