China sentencia a ocho años a un estadounidense por espionaje industrial
El tribunal afirma que se apropió de "secretos de Estado" del sector petrolero
China ha vuelto a mostrar su lado más duro frente a los extranjeros que considera espías industriales. Un tribunal de Pekín ha condenado a un geólogo estadounidense de origen chino a ocho años de cárcel y 200.000 yuanes de multa (23.560 euros) por haber reunido y luego vendido datos de la industria petrolera, calificados secretos de Estado.
El veredicto afirma que Xue Feng, ahora de 45 años, recibió documentos e información sobre las condiciones de campos petrolíferos y una base de datos con las coordenadas y el volumen de reservas de más de 30.000 pozos de petróleo y de gas pertenecientes a la empresa estatal China National Petroleum Corporation y la subsidiaria Petrochina. La información fue traspasada por 228.500 dólares (182.373 euros) a IHS Energy, la consultora estadounidense para la cual trabajaba Xue, actualmente llamada IHS Inc.
El caso se ha alargado durante más de dos años. Xue Feng fue detenido en noviembre de 2007, y, según ha asegurado a representantes consulares estadounidenses -a quienes mostró las cicatrices-, fue torturado durante el periodo inicial de su arresto. Afirma que le aplastaron cigarrillos encendidos en los brazos.
Tanto el acusado como IHS han declarado que creían que la base de datos era un producto disponible comercialmente. Según la organización de defensa de derechos humanos estadounidense Dui Hua, especializada en China, la información fue declarada secreto de Estado después de haber sido adquirida por Xue. Según declaró éste durante el juicio, los datos que reunió "son hechos públicos por el sector petrolero en países de todo el mundo".
El caso ha provocado preocupación en Washington, como indica la asistencia a la lectura de la condena del embajador estadounidense, Jon Huntsman. La legación diplomática emitió un comunicado en el que pidió la liberación inmediata del acusado y su deportación a Estados Unidos.
Escalofrío a la comunidad internacional
La sentencia de Xue envía un nuevo escalofrío a la comunidad empresarial extranjera en China, que aún tiene fresca en la memoria la condena a 10 años de Stern Hu, un ejecutivo australiano de la minera Rio Tinto, que fue sentenciado en marzo pasado por recibir sobornos y quebrantar secretos comerciales relacionados con ventas de mineral de hierro a empresas chinas. Hu, nacido en China, y otros tres colegas también condenados, fueron acusados inicialmente de robar secretos de Estados -un término de vaga definición en el país asiático-, pero los cargos fueron rebajados posteriormente.
El presidente estadounidense, Barack Obama, discutió el caso de Xue Feng con su homólogo chino, Hu Jintao, durante su visita a Pekín, en noviembre pasado. A tenor del resultado, con poco éxito.
El Gobierno chino parece haber querido enviar un mensaje de advertencia a los empresarios extranjeros que trabajan en sectores sensibles como los recursos naturales; especialmente a aquellos, como Xue, que nacieron en China, estudiaron fuera, han adoptado nacionalidad extranjera y han vuelto al país asiático para trabajar y aprovechar sus contactos.
Dos de los otros tres condenados junto a Xue eran compañeros de colegio suyos. Trabajaban en institutos de investigación relacionados con Petrochina. Ambos han sido sentenciados a dos años y medio de prisión y 50.000 yuanes de multa. El cuarto de los acusados, Li Yongbo, directivo de una empresa de Pekín que ayudó a Xue a organizar la venta de la información, ha sido penado también a ocho años de cárcel y el pago de 200.000 yuanes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.