Irán ejecuta al líder de un grupo armado suní
Teherán le acusa de "colaborar y ordenar 15 secuestros, de tres asesinatos confesados y de ordenar atentados y acciones armadas"
Irán ha ejecutado a Abdolmalek Rigi, líder del grupo rebelde suní Yundalá (Ejército de Dios) al que responsabiliza de numerosos atentados en el sureste del país. Rigi, de 26 años, fue detenido el pasado febrero cuando volaba de Dubai a Kirguizistán, apenas cuatro meses después de un ataque que costó la vida a seis altos oficiales de la Guardia Revolucionaria. Desde entonces, las autoridades iraníes han utilizado sus declaraciones para tratar de vincular a esa banda con Estados Unidos y Reino Unido.
"Abdolmalek Rigi ha sido colgado hoy al amanecer en la prisión de Evin, en presencia de familiares de algunas de sus víctimas", anunció la agencia oficial de noticias, IRNA. El día anterior, la televisión estatal informó de que Rigi se había reunido con familiares de víctimas de los atentados de Yundulá, había respondido a sus preguntas y les había perdido perdón por sus acciones. Pero su arrepentimiento no le valió para librarse de la horca.
El Tribunal Revolucionario de Teherán le había condenado al patíbulo tras encontrarle responsable de " colaborar y ordenar 15 secuestros, de tres asesinatos confesados y de ordenar atentados y acciones armadas que causaron la muerte de decenas de ciudadanos, policías y personal militar". Al parecer, Rigi también se declaró culpable de formar "el grupo terrorista Yundalá que lucha contra la República Islámica".
Las autoridades iraníes aseguran que la banda mantiene lazos con Al Qaeda, y han acusado a Pakistán, Reino Unido y Estados Unidos de respaldarla para fomentar la inestabilidad en el sureste de su país, habitado por baluchis (de confesión suní) que se sienten discriminados por el Gobierno central (chií). Ambos países lo niegan. Al contrario, analistas paquistaníes han asegurado a EL PAÍS que el grupo se vio obligado a salir de Afganistán tras los bombardeos estadounidenses de finales de 2001.
Sea como fuere, poco después de su detención, Rigi fue exhibido en la televisión estatal iraní confesando que iba a reunirse "con un alto cargo" en la base militar estadounidense de Manas, en Kirguizistán, cuando fue apresado. "Me dijeron que nos ayudarían y que nos darían material militar", declaró el líder de los rebeldes baluchis, según la traducción de Press TV.
Yundulá, uno de grupos que combaten al Gobierno central desde la periferia del país, se fundó al principio de esta década en la provincia de Sistán-Baluchistán, para "luchar por los derechos de los baluchis". Las tribus de esta minoría étnica, apenas un 3% de los 72 millones de iraníes, se extienden al otro lado de las fronteras de Irán con Afganistán y Pakistán. En esa región, la más pobre, subdesarrollada y menos poblada de la República Islámica, florecen las mafias de tráfico de drogas y de personas.
La llegada de Rigi a la dirección de Yundulá en 2003 dio un nuevo impulso al grupo, cuyos atentados se hicieron más osados. En el último de ellos, el pasado octubre, se atrevieron contra una reunión entre jefes de la Guardia Revolucionaria y jefes de tribu, con el resultado de 42 muertos, entre ellos seis altos oficiales de esa fuerza de élite. En total, la justicia iraní le atribuye la muerte de 154 personas y haber dejado heridas a otras 320.
Las autoridades han respondido a esos ataques con el ahorcamiento de todos aquellos sospechosos detenidos, incluido el mes pasado Abdulhamid, el hermano pequeño del líder de Yundulá. Aún así, el grupo se ha mantenido desafiante y recientemente difundía un comunicado en el que advertía a Teherán de que va a enfrentarse a "un movimiento más fuerte y sólido que nunca".
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