Obama entierra el ardor guerrero de Bush
El presidente de EE UU acaba con la idea del ataque preventivo y apuesta por las alianzas internacionales.- La nueva doctrina alerta sobre el enemigo interior
Barack Obama envió ayer al Congreso una nueva doctrina de seguridad nacional que pone fin a las guerras preventivas y otros conceptos de la Administración de George Bush y apuesta por una estrategia basada, prioritariamente, en la diplomacia, la colaboración con los organismos internacionales y el uso de diversos instrumentos del poder estadounidense no necesariamente militares, como la economía, la ciencia o la energía. Entre los cambios, se elimina la etiqueta de guerra contra el terrorismo y se reconoce la importancia de potencias emergentes como China, India y Brasil.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional, la primera que presenta el Gobierno de Obama, reconoce los límites de la influencia de Estados Unidos, alerta contra el peligro de querer extender la supremacía norteamericana a todos los rincones del planeta y advierte de que esta nación se enfrenta también hoy a un enemigo interior, a un movimiento terrorista enraizado entre ciudadanos estadounidenses.
Esta doctrina, formulada en un informe de 52 páginas que el Gobierno está obligado por ley a entregar periódicamente al Congreso, resume y oficializa el giro de la política exterior estadounidense que Obama ha ido exponiendo durante su primer año y medio de mandato en algunos célebres discursos, como el de El Cairo, en el que afirmó que su país no está en guerra con el islam, y en otras decisiones políticas significativas, como la reconciliación con Rusia, la revitalización de Naciones Unidas y el fortalecimiento de otras alianzas internacionales.
Entre los pasos más destacados que se mencionan en este documento está el de la potenciación del Grupo de los 20 en detrimento del Grupo de los Ocho como reconocimiento de que el mundo actual no puede ser gobernado por las naciones imperantes a lo largo del siglo pasado sino que es necesario integrar en el proceso de toma de decisiones a nuevas potencias regionales que quieren tener influencia internacional.
Esto es también la admisión de que Estados Unidos, debilitado por una grave crisis económica y por dos largas guerras en Irak y Afganistán, no es capaz hoy de imponer su criterio a su antojo y asumir todas las responsabilidades. "Para triunfar tenemos que afrontar el mundo tal y como es... Las cargas de este joven siglo no pueden caer solo sobre las espaldas de Estados Unidos", afirma el documento, según el resumen facilitado por la Casa Blanca.
"Fortaleceremos", dijo Obama el sábado en un discurso en la academia militar de West Point, "las viejas alianzas que nos han servido tan bien y, en la medida en que más países y capitales amplían su influencia, construiremos también nuevas alianzas y más exigentes estándares e instituciones internacionales".
La nueva estrategia oficializa esa filosofía y pone fin a la idea de que EE UU contaba con la autoridad moral, derivada de su excepcionalidad como faro democrático, para imponer su modelo sin contar con nadie. "De hecho", afirma el presidente en el texto remitido al Legislativo, "nuestros adversarios quisieran ver cómo Estados Unidos agota su fuerza tratando de extender exageradamente su poder". Es preferible, es mayor garantía de seguridad, sostiene el documento, ejercer "un liderazgo responsable". "Nuestra seguridad nacional depende de muestra capacidad para usar nuestros incomparables recursos, así como la seguridad mundial depende de un liderazgo norteamericano fuerte y responsable".
El enemigo también ha sido redefinido. "Nuestro enemigo no es el terrorismo porque el terrorismo es una táctica", dijo el miércoles uno de los principales responsables de esta nueva política, el asesor presidencial sobre seguridad y contraterrorismo John Brennan. "El enemigo no es la yihad [la guerra santa] ni el islamismo porque no hay nada santo ni legítimo ni islámico en el asesinato de hombres, mujeres y niños inocentes. Nuestro enemigo es Al Qaeda y sus afiliados terroristas", añade.
Algunos de esos terroristas, como han demostrado una serie de acontecimientos en los últimos meses, crecen y se esconden entre la misma sociedad norteamericana. "Esta es una nueva fase de la amenaza terrorista", declaró Brennan, "que ya no está reducida a ataques coordinados y sofisticados como los del 11-S sino extendida a individuos con medios no tan sofisticados".
Eso mismo hace obligatorio superar el concepto, clave en la estrategia presentada por Bush en 2002, de la hostilidad de los llamados países irresponsables (Corea del Norte, Irán e Irak, antes de la invasión) y exige incluso actualizar las condiciones sobre el recurso a la guerra, a la que no se renuncia, pero queda relegada a una última opción.
"Aunque el uso de la fuerza es a veces necesario", expone el documento, "agotaremos otras opciones antes de la guerra y mediremos los costes y los riesgos de una acción contra los costes y los riesgos de no actuar".
Si la guerra es necesaria, Estados Unidos intentará crear alianzas que la respalden ?"buscaremos el apoyo de instituciones como la OTAN o el Consejo Nacional de Seguridad"?, lo que no significa que se renuncie abiertamente a la posibilidad de intervenir sin esos apoyos. "Estados Unidos", advierte este informe, "tiene que reservarse el derecho a actuar unilateralmente si es necesario para defender nuestra nación y nuestros intereses".
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