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Redirigiendo la globalización

Frente al curso actual de la economía global, la dinámica geográfica debe asumir un nuevo nivel: la transición del mundo unipolar, desde el fin de la guerra fría, para la multipolaridad

La crisis económica internacional de 2008 se esparció en un mundo integrado como nunca antes y subordinado a la lógica de funcionamiento de las fuerzas de mercado. En otras épocas, como durante grandes crisis de repercusión internacional, como las de 1873, 1929 y 1973, el mundo se constituía parcialmente por la presencia de economías nacionales de mercado. En las depresiones de 1873 y 1929, por ejemplo, había una cantidad significativa de colonias ligadas a los antiguos imperios (Inglaterra, Francia, Holanda y Portugal) que se mantenían activas en modos de producción y consumo precapitalistas, así como en las crisis de 1929 y de 1973 había las economías con planificación central, como es el caso de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Sin embargo, en los días actuales se nota que el avanzado nivel de internacionalización capitalista ha sufrido una importante inflexión, debido a la crisis económica, que ha puesto en riesgo las principales fuerzas privadas responsables por la sustentación de la globalización misma, conducida por las naciones ricas. Sin una nueva convergencia de naciones emergentes como los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) , el mundo poscrisis internacional podrá perseguir aún más la vía de la salida clásica, es decir, la promoción de mayor centralización de poder en las naciones ricas y la concentración del capital en las no más de 500 grandes corporaciones transnacionales.

Tras las medidas gubernamentales adoptadas para enfrentar la crisis internacional de 2008, algunas pocas naciones han cosechado éxitos innegables, como es el caso de los BRIC. Esas economías ya venían siendo responsables por parte fundamental de la expansión de la economía global desde el fin de la década de 1990, y ahora se presentan como la principal fuerza de la recuperación del mundo poscrisis internacional de 2008. Frente al curso actual de la economía global, la dinámica geográfica debe asumir un nuevo nivel concedido por las estructuras de hegemonías regionalizadas; en otras palabras, la transición del mundo unipolar, desde el fin de la guerra fría, para la multipolaridad, evidenciada por señales crecientes de la decadencia estadounidense. En el mismo sentido, se subraya que el desarrollo económico, cada vez más, se reconfigura por la rotura de los vínculos entre las finanzas nacionales y globales.

Por un lado, el debilitamiento de las fuentes generadoras de liquidez internacional, fundamentales en la retroalimentación de los esquemas de financiarización de la riqueza interna y externa, ha creado la oportunidad de reconstrucción de patrones de financiación nacionales y regionales. Ante la ausencia de nuevas formas fiables de drenaje de los recursos entre países, empresas y familias, deficitarias o no, la base del financiamiento de la globalización se haría aún más escasa. Para los países no desarrollados, los flujos internacionales de crédito han sido prácticamente interrumpidos, con una caída estimada para 2009 de casi 1,2 billones para menos de 200.000 millones de dólares. Además de la dificultad para las empresas que operan en red de mantener la cadena de la producción desterritorializada, el comercio exterior sufre un enorme revés. A raíz de eso, hay una nueva ola de recomposición productiva en el mundo multipolar, consagrado por la reinversión de nuevos esquemas de financiamientos nacionales y regionales.

Por otro lado, el fortalecimiento de las monedas de curso regional está llevando al establecimiento de estructuras bancarias nacionales y regionales modificadas, una vez que la lógica anterior de vaciamiento de los bancos locales acabó por concentrar casi todos los depósitos en pocos bancos globales. El resultado fue la quiebra del compromiso entre las cuentas de ahorro y la aplicación de recursos en la misma localidad, con la prevalencia de mecanismos de transferencia del ahorro bancario de regiones pobres para las regiones más ricas, estimulada por la concentración bancaria de los países ricos en el plan global.

Hay que redirigir el proceso de globalización, sin la reproducción de los mismos caminos del pasado. En ese caso, el patrón de financiamiento global necesita ser reconstituido, así como otro modelo de producción y consumo debe ser adoptado. El vacío actual de gobernanza mundial necesita ser vuelto a ocupar, y es en ese sentido que el actual encuentro de los BRIC tiende a avanzar.

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Marcio Pochmann es presidente del Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea).

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