Obama y Sarkozy refuerzan la apuesta por reformar el sistema financiero
EE UU y Francia encabezan la campaña contra el programa nuclear iraní
Estados Unidos y Francia pueden tener ciertas discrepancias puntuales y una visión diferente sobre el mejor modelo de sociedad, pero, como Barack Obama y Nicolas Sarkozy se esforzaron por dejar patente ayer, su alianza es sólida como una roca y están dispuestos a colaborar en los principales retos internacionales: el desafío nuclear de Irán , la guerra de Afganistán , el conflicto en Oriente Próximo o la reforma del sistema financiero .
Risas, elogios, abrazos... Ni Obama ni Sarkozy ahorraron gestos para desmentir las dudas generadas antes de esta visita -la primera del presidente francés durante esta Administración- sobre la conexión personal entre dos figuras que se disputan el papel de gran estrella. "Obama es un hombre que cumple su palabra y en el que confío plenamente", afirmó Sarkozy en una breve conferencia de prensa que siguió a su entrevista. "Somos socios decididos a abordar juntos todos los problema globales", manifestó Obama, quien se refirió a su invitado como "mi gran amigo".
"Si hay alguna diferencia", dijo Sarkozy en alusión al envío de más tropas francesas a Afganistán, el cambio climático o el comercio, "la resolvemos hablando entre nosotros". "Confío en Obama", insistió, "y hablo en nombre de Merkel [Angela Merkel, la canciller alemana], de Brown [Gordon Brown, primer ministro británico] y de otros líderes europeos".
Obama y Sarkozy aseguraron compartir sus puntos de vista respecto a Irán -"ha llegado la hora de actuar", declaró el presidente francés; "las sanciones deben ser aprobadas en unas semanas, esta primavera", añadió el norteamericano-, sobre Oriente Próximo -"los asentamientos de Israel no contribuyen a la paz", dijo Sarkozy- y sobre Afganistán.
Sobre este último asunto, ha habido algunas tensiones en los últimos meses porque Francia no ha querido seguir la senda de Estados Unidos, que en noviembre anunció el envío de otros 30.000 soldados. El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, informó de que Obama no le pidió a su interlocutor un aumento sobre los 3.750 soldados que Francia aporta actualmente a las fuerzas de la OTAN en Afganistán.
La Administración norteamericana parece sensible a las dificultades que Sarkozy encuentra sobre Afganistán entre la opinión pública francesa y no quiere presionar al respecto. Por lo demás, el apoyo francés a esa guerra es inequívoco. "Apoyamos la estrategia de Obama", dijo Sarkozy, "no podemos permitirnos perder, tenemos que tener el coraje de ir hasta el final porque no hay otra alternativa".
Para ambos presidentes esta visita era una gran oportunidad. Sarkozy puede aprovechar este encuentro para elevar su deteriorada imagen en Francia y Obama tiene que demostrar que, además de la reforma sanitaria, es capaz de atender sus compromisos con Europa y obtener éxitos en el área internacional.
La amistad exhibida ayer de una forma tan elocuente es la prueba, además, de que cualquier resentimiento creado durante el Gobierno de George Bush y la guerra de Irak ha quedado definitivamente borrado. "En Europa somos sus amigos, los admiramos. No tienen que preocuparse por eso. El mundo los quiere. El problema es que esperamos mucho de ustedes", afirmó Sarkozy en la noche del lunes en un discurso en la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Ayer repitió palabras similares en una jornada diseñada para su lucimiento. El protocolo norteamericano organizó para Sarkozy una visita con todos los honores: reunión con los líderes del Congreso -ante cuyo pleno intervino en noviembre de 2007-, entrevista con Obama, conferencia de prensa conjunta y, sobre todo, cena íntima entre dos parejas que llenan tantas páginas de información política como social.
Obama puede ayudar a impulsar la imagen de Sarkozy, pero también éste puede ayudar a Obama en un tema de interés para ambos como las reformas que se requieren para que el mundo no vuelva a verse sorprendido por una crisis como la que se fraguó en 2008 en Wall Street. Obama intenta aprobar una ley para la reforma del sistema financiero -lo que sería su segundo gran cambio- antes de las legislativas de noviembre. Sarkozy ha respaldado esa iniciativa y ha advertido a los ciudadanos norteamericanos que se preocupan por el intervencionismo del Estado que "la ausencia de esas reformas puede acabar matando la libertad".
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