Los talibanes dicen que Obama "será testigo de muchos ataúdes hacia EE UU"
La Casa Blanca necesita mejorar su relación con el presidente Karzai para ganar la guerra
El anuncio de la nueva estrategia de Obama para la guerra en Afganistán ya ha tenido su respuesta por parte del enemigo de Washington, los talibanes. "Esta estrategia del enemigo no les beneficiará. Sin embargo, cuanto más tropas que el enemigo envíe contra nuestros muyahidines afganos, sólo conseguirán incrementar el número de muyahidines para la resistencia", han dicho los talibanes a través de un comunicado.
El portavoz talibán, Qari Yousuf Ahamdi, ha asegurado que "Obama será testigo de muchos ataúdes que irán a Estados Unidos desde Afganistán". Ahamdi ha afirmado que se impondrán a las fuerzas aliadas y que la ilusión de EE UU de controlar Afganistán nunca se hará realidad.
La decisión del aumento de soldados extranjeros en Afganistán ha sido recibido con beneplácito por el Gobierno de Kabul. El ministro en funciones de Asuntos Exteriores de Afganistán, Rangin Dadfar Spanta, ha afirmado que la medida "es muy importante para el Gobierno afgano, para la población afgana y para el futuro del país".
En una rueda de prensa, Spanta dijo que su Ejecutivo cuenta con el "apoyo" de EEUU para que en este plazo el Ejército y la Policía de Afganistán sean capaces de garantizar la seguridad en el país centroasiático. Mientras, de momento, el presidente Karzai no ha opinado sobre la nueva estrategia, en las calles de Kabul cunde el escepticismo. "Aunque trajeran a todo Estados Unidos, no podrán estabilizar Afganistán", afirma un joven constructor en Kabul. "Sólo los afganos conocemos nuestras tradiciones, geografía y forma de vida".
El plan de Obama pasa por vencer a los talibanes pero también por mejorar la relación con el dirigente afgano, Hamid Karzai. Los países de la OTAN se lamentan constantemente de la rampante corrupción y la ineficacia del Gobierno de Karzai, y critican sus alianzas tejidas con los señores de la guerra con el único objetivo de mantenerse en el poder.
La comunidad internacional se gastó más de 250 millones de dólares (unos 170 millones de euros) en las elecciones presidenciales de agosto pasado y, pese a todo, se produjo un fraude gigantesco a favor de Karzai (una investigación respaldada por la ONU calculó que cerca de un tercio de los votos fueron fraudulentos).
Mientras tanto, Karzai acusa a Occidente de poner pocos medios para evitar la muerte de civiles durante sus ataques, avivar la corrupción por la mala gestión de la ayuda exterior, y presionarle por ponerse del lado de los señores de la guerra sin conocer la realidad política de Afganistán.
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