Sadam, interrogado
Con más pena que gloria ha pasado la noticia sobre los interrogatorios del FBI a Sadam Husein en los meses anteriores a su ejecución. El mundo anda muy ocupado en otras cosas como para mantener la atención y la fascinación por el déspota iraquí que se convirtió en el enemigo a batir por parte de la superpotencia americana hasta dar pie a uno de los mayores errores estratégicos cometidos por Washington en los últimos decenios. Y sin embargo, debo confesar que quizás por deformación profesional a mí me sigue fascinando todo lo que tiene relación con este caudillo y dictador árabe, cuyos crímenes inmensos e indiscutibles nadie puede discutir, pero cuya muerte ya reveló por sí sola que nos hallamos ante un personaje de un temperamento y de una talla especiales. La publicación de estas minutas, además, me parece un auténtico acontecimiento, además de una prueba más sobre la transparencia y la calidad de la democracia norteamericana
Una lectura inicial de los 20 interrogatorios y las cinco conversaciones informales entre el interrogador norteamericano del FBI y el depuesto jefe del Estado iraquí detenido confirma todo lo que sospechábamos sobre la personalidad de Sadam y los efectos deformadores de la propaganda que llegó a proporcionarnos la imagen de un loco fanatizado. Sadam fue un tipo cruel y sin escrúpulos, pero en ningún aspecto responde a la imagen del déspota caprichoso y paranoico que se trasmitió en algún momento. Al contrario, aparece como un tipo realista y pragmático, laico y nacionalista, que abomina del fanatismo de Jomeini o de Bin Laden. Fue una locura neocon, en cambio, pretender vincularle con Al Qaeda y hacerle responsable de los atentados contra las Torres Gemelas, como estas minutas del FBI terminan de demostrar.
Uno de los puntos más interesantes de los interrogatorios tiene que ver con las armas de destrucción masiva inexistentes. Por lo que se puede leer, Sadam sostuvo el engaño sobre dichas armas para mantener la disuasión frente al vecino y enemigo histórico que era la República Islámica de Irán. Engañar al enemigo sobre la propia capacidad mortífera es parte del abc militar. El error de Sadam fue de perspectiva: no se daba cuenta de que un enemigo mayor que su vecino Irán interpretaba sus gestos de forma totalmente inconveniente para sus intereses. Cayó en manos de Bush cuando temía que el atacara Jamenei.
Retrospectivamente puede comprobarse, pues, que la posibilidad de un Irán nuclear estaba ya entre las preocupaciones del Irak baasista de Husein. Todo ello subraya el profundo error estratégico de George W. Bush y sus neocons, que no tan sólo tenían malas ideas, sino que además eran totalmente desacertadas para los propios intereses norteamericanos. Hasta su llegada a la Casa Blanca Estados Unidos había desarrollado una política de doble contención frente a Irak e Irán, pero la destrucción del peligro que representaba el Irak baasista fue a costa de convertir a Irán en la potencia hegemónica en la zona. Ahora le toca a Obama construir una nueva política de contención frente a la fatalidad de un Irán nuclear prácticamente dictada por las imprudentes y erróneas decisiones de Bush.
(Enlace con The Nacional Security Archive, realmente imprescindible para los ‘fans’ de Sadam. Podemos ver la ficha policial de ‘Sadan Hussein At-tikriti, militar detenido’, con todas sus huellas dactilares, o enterarnos en detalle de sus grandilocuentes y pretenciosas expectativas respecto a la gloria histórica. No estaba loco, pero sí estaba aquejado de la locura de la posteridad que suele afectar a todos los poderosos, demócratas incluidos).
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