"La línea entre historia, sentimientos e ideología es muy delgada"
El pasado lunes se conmemoró en Sucre, Bolivia, el bicentenario del primer grito por la independencia escuchado en las colonias españolas de América. Durante este año y el próximo, todo Hispanoamérica recordará el arranque de un proceso del que nacieron las actuales repúblicas americanas. El profesor Manuel Chust, vicerrector de la Universidad Jaime I de Castellón y especialista en Historia Moderna de América, en una entrevista concedida a EL PAÍS, reivindica la memoria de las Cortes de Cádiz, de los breves periodos liberales del XIX español, aplastados por los absolutistas, que pudieron establecer otra relación con nacientes repúblicas americanas.
Pregunta. Los gritos de independencia que comenzaron a escucharse en 1809 son, en su opinión, el comienzo de un proceso complejo. ¿Existe una visión europea distinta a la americana del proceso de independencia de las colonias españolas?
Respuesta. Efectivamente, tema complejo. Yo soy partidario de establecer fases en el proceso de las independencias. Porque si bien es un periodo de tiempo corto, de 1808 a 1828, los acontecimientos, el contexto de guerra, los cambios, la evolución de las ideas, de las cuestiones internas y externas, hicieron muy veloz el tiempo histórico. Creo que antes de 1810, en general los movimientos juntistas no eran independentistas, si bien sí proclamaron y tenían entre sus objetivos la "independencia" de la Francia napoleónica, de autoridades absolutistas españolas, o de otras ciudades que querían imponer su autoridad. Lo que sin duda hay son muchas visiones, a estas alturas de la gran renovación historiográfica creo que ya no hay modelos europeos y americanos. Si bien es cierto que hay visiones distintas, incluso de conceptos.
P. Algunos estudiosos cifran en 3,3 millones el número de criollos de un total de 16,9 millones de pobladores de la América hispana. ¿Eran dominantes entre esos criollos las ideas que alumbraron la llamada revolución americana, la independencia de los 13 Estados de Norteamérica, unas décadas antes?
R. Durante bastante tiempo se mantuvo como una de las premisas explicativas de las independencias hispanoamericanas la notable influencia de las ideas norteamericanas, especialmente en cuestiones sobre la republica y el federalismo. Desde hace dos décadas, estas aseveraciones no son tan tajantes. Hay una línea historiográfica que establece una vía ideológica y política singular, propia, de raíz notoriamente hispana, que surgió desde distintas formaciones intelectuales que procedían desde el escolasticismo del siglo XVII, el iusnaturalismo, así como de la ilustración. Lo cual no es óbice para excluir la influencia del pensamiento norteamericano, especialmente en su fundamentación de la república en contraste con la imagen e idea de la república del jacobinismo francés que, tras la independencia de Haití, se interpretó por muchos sectores del criollismo como negativo.
P. ¿Qué iguala y qué diferencia la rebelión de los criollos españoles y la revuelta de los patriotas americanos contra la Corona de Londres?
R. Los colonos norteamericanos establecieron un silogismo muy interesante al reclamar que contribuían al Tesoro Real británico con sus impuestos, pero querían representación política en la Cámara de los Comunes. Esta reclamación también la esgrimieron los criollos, solo que, a diferencia de los norteamericanos, los hispanos sí que la consiguieron al estar representados en las Cortes de Cádiz.
P. ¿Se puede calcular el coste, o mejor dicho, las consecuencias del largo proceso de independencia, guerras y divisiones internas, en el futuro de las naciones que surgieron?
R. Sí, hay estudios muy interesantes sobre ello. Lo que sin duda hay que tener muy en cuenta para los años posteriores es que la coyuntura de guerra durante estas décadas pesó notoriamente en el nacimiento de los Estados naciones americanos. El recurso a los empréstitos extranjeros, especialmente ingleses, fue un recurso reiterado y que endeudó de inmediato a estos Estados nacientes.
P. La construcción de las memorias nacionales tiene su punto de partida en estas conmemoraciones. ¿Existe una tendencia a maquillar los hechos históricos para acomodarlos a visiones políticamente correctas con los intereses nacionales del momento actual?
R. La historia patria nació con ese cometido desde el siglo XIX. Impregnada de un nacionalismo homogeneizador intentó, y creo consiguió, establecer una historia lineal, de héroes patrios, de una única lectura que tapara las desigualdades regionales, étnicas y raciales de América. Pero no es una excepción esta historia patria en América. Todas las historias nacionales lo hicieron, la española incluida, por supuesto.
P. ¿Se han modificado en ese sentido los criterios historiográficos sobre los procesos de independencia en la América española?
R. Notablemente. Hay y ha habido una gran renovación. Entró a enriquecer las lecturas de las independencias la historia social, la historia cultural, la historia económica, la formación de historiadores profesionales, la mejoras documentales, el manejo profesional de las fuentes, el desapasionamiento y despolitización del tema, etc.
P. ¿Las nuevas mayorías que se están formando en algunos países de Hispanoamérica por la incorporación de la población indígena a los procesos políticos puede influir en los Gobiernos para una utilización política de los bicentenarios?
R. Ésa es una de las características de este tema histórico, dado que desde la segunda mitad del siglo XIX ha sido utilizado para construir una, dos, varias lecturas del origen de las naciones americanas. Y la línea entre el conocimiento histórico y los sentimientos, la ideología y la política es muy delgada. Y ha sido utilizada reuniendo un gran consenso ideológico, desde las izquierdas hasta las derechas, por democracias y dictaduras. Al menos hasta los años sesenta y setenta del siglo XX.
P. Españoles de ambos mundos estuvieron representados en las Cortes de Cádiz. ¿Influyó la Constitución liberal de 1812 en el proceso?
R. Por supuesto. Fue una vía intermedia entre el colonialismo absolutista y la insurgencia. Fue una auténtica propuesta viable de Comomwelth ochenta años antes de que la instaurara Gran Bretaña en sus colonias. Y fue hegemónica durante los años 1810 a 1814 en Nueva España, Centroamérica, Perú, Reino de Quito, Banda Oriental -futuro Uruguay- Cuba, Puerto Rico, Filipinas, y partes de Venezuela y Nueva Granada. Lo que habrá que interpretar es quien acabó con ella, y ese fue Fernando VII, parte de la nobleza y burguesía indiana, tras el golpe de Estado de 1814.
P. ¿Debe España tener una participación en estas conmemoraciones o es mejor una discreta política de acompañamiento como defiende el Gobierno?
R. Bueno, ése es un tema político y de opinión política. Pero hay un matiz importante, histórico, que hay que señalar, creo, con contundencia. Una cosa fue la actuación de la monarquía absoluta antes de 1808, tras 1814 y tras 1823, y otra bien distinta el Estado constitucional español en 1810-1814 y 1820-1823, porque no fue lo mismo, si bien hay historiografías que se empeñan en anular las diferencias. Como tampoco es lo mismo la España franquista que la España constitucional actual, tampoco fue lo mismo la España del absolutismo que la España del constitucionalismo de 1812.
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