Brasil pone firme a Bolivia
Inquietud en La Paz tras la decisión de Brasilia de reducir la compra de gas boliviano. - Las lluvias torrenciales han favorecido el uso de energía hidroeléctrica
Brasil continúa ejerciendo sin complejos su autoridad en Suramérica, aunque algunos países de la región se obstinen en calificar el hecho de espejismo. Tras meter en el congelador sus relaciones diplomáticas con Ecuador por la decisión de Quito de cuestionar una deuda millonaria contraída con el Banco de Fomento brasileño (BNDES), Brasilia ahora le ha mandado un mensaje claro a Bolivia. El aviso para navegantes ha llegado tarde e inesperadamente, pero la airada reacción del Gobierno de La Paz vuelve a dejar patente que los movimientos del gigante suramericano no dejan a nadie indiferente. Una vez más, Brasil demuestra que quiere dinamitar las viejas simetrías de poder en el subcontinente y consolidarse como líder indiscutible.
Brasilia ha decidido unilateralmente reducir sus importaciones de gas boliviano, sencillamente porque no lo necesita en la medida de los meses anteriores. Ante el anuncio, el Gobierno de Evo Morales contuvo la respiración la semana pasada y envió de inmediato a la capital brasileña una delegación compuesta por tres ministros que, tras dos horas de reunión, consiguieron una reducción del recorte.
En 2008 Bolivia produjo una media diaria de 41 millones de metros cúbicos de gas natural, de los cuales 30 millones diarios fueron a parar al mercado brasileño. Es decir, Brasil compró aproximadamente el 75% de la producción de gas boliviano en 2008. Este cálculo explica la importancia que para el país andino tiene la buena salud de sus relaciones comerciales con Brasil.
La caída de la venta de gas a su vecino brasileño "significa para Bolivia complicaciones y problemas, ya que nuestros ingresos caerán y no podemos dejar de producir volúmenes importantes. ¿Qué vamos a hacer con ese gas?", se preguntaba la semana pasada, visiblemente consternado, el ministro boliviano de Hidrocarburos, Saúl Ávalos.
El contrato que actualmente está en vigor entre ambos países establece una transferencia diaria de entre 19 y 31 millones de metros cúbicos de gas a través del gasoducto Brasil-Bolivia. El tope se debe, en parte, a que el calibre del gasoducto no permite transportar volúmenes superiores. La semana pasada el ministro brasileño de Minas y Energía, Edison Lobão, anunció la reducción de las importaciones de gas desde los 30 millones de metros cúbicos diarios contabilizados en 2008 hasta 19 millones (el mínimo que establece el contrato).
Las lluvias torrenciales de final de año son las responsables de que en Brasilia se haya tomada tomado esta decisión, ya que las reservas acuíferas brasileñas están históricamente elevadas y, consecuentemente, las plantas hidroeléctricas pueden funcionar a tope.
Si las hidroeléctricas son capaces de abastecer de energía a buena parte del país, ¿para qué mantener en funcionamiento las costosas termoeléctricas, muchas de las cuales dependen del gas boliviano para su funcionamiento? Éste fue el razonamiento empleado por el ministro Lobão a la hora de decidir el drástico recorte de las importaciones de gas boliviano.
Según Brasilia, la suspensión temporal de la actividad de gran parte de las termoeléctricas supondría un ahorro de 600 millones de dólares para las arcas públicas durante el ejercicio 2009. En tiempos de crisis rampante, este argumento resulta incontestable.
Los ministros bolivianos de Hidrocarburos, Saúl Ávalos; de Planificación del Desarrollo, Carlos Villegas, y de Defensa Legal de las Recuperaciones Estatales, Héctor Arce, viajaron el pasado viernes a Brasilia para intentar apagar el fuego en una reunión con Lobão que se prolongó durante casi dos horas. "Expresaron su descontento por que la decisión se tomó sin previo aviso", comenta a EL PAÍS una fuente del Ministerio brasileño de Minas y Energía. "Hay que dejar claro que no hubo ningún acuerdo, ni ninguna negociación. La decisión de suavizar la reducción de los 19 millones iniciales a 24 millones de metros cúbicos se tomó en base a consideraciones técnicas del Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS)", añade.
Efectivamente, la delegación boliviana regresó a La Paz con el compromiso brasileño de que el recorte de las importaciones no sería de 11 millones, sino que resultaría menos traumática y se quedaría en 6 millones de metros cúbicos diarios.
Según el contrato firmado entre ambos países, está previsto que el próximo mes de abril el volumen de las importaciones se vuelva a revisar. "Es cuando acaba la estación de lluvias y la previsión es que se aumenten de nuevo los niveles de importación. En función de las circunstancias del momento, el Gobierno valorará hasta qué niveles", aclara la misma fuente.
Desde la llegada del líder indigenista Evo Morales a la presidencia de Bolivia, en enero de 2006, el país andino ha presionado reiteradamente a Brasil en un intento de subir las tarifas del gas natural en el marco de su proceso de nacionalización de los hidrocarburos. La Paz instrumentalizó la alta dependencia brasileña de su gas (en 2007, Brasil importó de Bolivia casi un tercio del gas que consumió), poniendo contra las cuerdas a la estatal brasileña Petrobras, precisamente la petrolera que mayores inversiones había realizado en suelo boliviano (estimadas en 1.000 millones de dólares). Son decisiones que pasan factura con el tiempo. Ahora que los mercados energéticos marcan una caída en picado del precio de los hidrocarburos, el próximo abril el Gobierno boliviano tendrá que digerir el trágala de una revisión a la baja de las tarifas del gas que exporta a Brasil, previsiblemente de los ocho dólares por metro cúbico que cobra actualmente a cinco o seis dólares.
La situación para Bolivia no puede más que empeorar en los próximos años, ya que a la muy proclamada autosuficiencia petrolífera de Brasil en 2006 le han sucedido varios anuncios de que el autoabastecimiento de gas natural también está próximo.
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