La odisea de Lizcano y su carcelero
El ex congresista, que leía a Homero durante los ocho años de su cautiverio, protagonizó una huida épica
Pocas horas después de escapar de los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), contaba Óscar Tulio Lizcano que le confesó a Juan Manuel Santos, ministro de Defensa colombiano, que durante las noches más tristes de su cautiverio de más de ocho años leía fragmentos de La Odisea, la obra clásica de Homero. Sin saberlo, el ex congresista estaba leyendo un título que anticipaba su propia historia y que podía perfectamente dar nombre a su propia huida camino de la libertad.
Lizcano, de 63 años, era el rehén político más antiguo de las FARC. Fue secuestrado un 4 de agosto de 2000 y pasó a convertirse en un cautivo en calidad de canjeable, sujeto a la negociación política entre los guerrilleros y el Gobierno colombiano. Durante todo ese tiempo su estado de salud se agravó y sufrió fiebres, paludismo y fuertes dolores corporales mientras esperaba un canje que nunca llegaba. Intentó mantener el contacto con la vida fuera de las profundidades de la selva con la lectura de Homero y los programas de la radio colombiana, en los que pudo escuchar las palabras de ánimo de su mujer hasta que los guerrilleros se lo prohibieron.
Cambio en la guerrilla
El ex congresista estaba en la columna Aurelio Rodríguez, donde la guerrilla tenía como cabeza y primer mando a un tal Sebastián hasta que, por motivos que se desconocen, dejó en julio de este año la jefatura y le sustituyó al frente el guerrillero Isaza. Lo que no sabía Lizcano, cada día más débil y ya sin posibilidad de escuchar la radio, era que aquel cambio de jefatura terminaría siendo crucial y la verdadera llave para su libertad.
Por esas fechas, el Gobierno había localizado el campamento donde estaba Lizcano en el departamento del Chocó, en la parte occidental del país. Las autoridades pusieron en marcha una operación para cerrar los corredores de movilidad y el abastecimiento de los guerrilleros. La presión empezó a asfixiar a ese comando de la guerrilla.
Con el cambio de mando y la salida de Sebastián, uno de los guerrilleros, alias Moroco, decidió fugarse. La comida no llegaba y Moroco se escapó por la selva hasta entregarse a la Policía a principios de octubre. El 10 de este mes confesó a los responsables del operativo de acoso a sus ex compañeros cómo movían al doctor Lizcano dentro de un perímetro cerca al río Támana, en los límites de Risaralda y Chocó.
La información sirvió para que Policía y Ejército coordinasen una operación aún más ambiciosa para rescatar a Lizcano. Nuevas patrullas de militares y agentes policiales se distribuyeron por la zona, presionando a los guerrilleros e intentando acercarse al lugar exacto donde estaba el ex congresista. Pero Lizcano, ajeno a cualquier movimiento, tal Ulises, y con la compañía de Isaza, su particular Palas Atena, decidió regresar a su isla Ítaca, donde le esperaba la libertad.
Travesía por la selva
Isaza, su carcelero, al que Francia ha ofrecido asilo, decidió escaparse con Lizcano. Este guerrillero de 28 años, natural de Quinchía (Risaralda), buen combatiente que fue herido a la altura del ojo izquierdo hace más de cuatro años, vio las orejas al lobo y acompañó, portando un fusil Galil 5,56, a su rehén en su huida.
Fuentes de la Presidencia francesa han indicado que el presidente, Nicolas Sarkozy, ha dado su visto bueno para que el guerrillero fuera acogido en Francia, pero resta por determinar el estatus que se le otorga. El presidente de Colombia, Alvaro Uribe, anunció que le permitiría vivir en libertad en el extranjero en virtud de una oferta de Bogotá a los miembros de las Fuerzas Armadas Revolucinarias de Colombia (FARC) que abandonen el movimiento.
Tras la liberación en julio pasado de Ingrid Betancourt, que tiene la nacionalidad francesa, el ministro galo de Exteriores, Bernard Kouchner, manifestó la disposición de su país a acoger a guerrilleros arrepentidos de las FARC. El Elíseo reiteró el ofrecimiento del presidente francés de acoger a todos los guerrilleros de las FARC que dejen las armas, contribuyan a favorecer la paz en Colombia y ayuden a liberar rehenes, reiteraron las fuentes de la Presidencia. "El guerrillero en cuestión cumple las tres condiciones", han indicado las fuentes.
Caminaron durante tres días y tres noches por la selva, atravesando ríos y lodazales. El ex político estaba muy débil y apenas podía caminar por los hinchazones en sus pies, pero estaba en juego su vida. Ambos se alimentaban tan sólo de cogollos de palma mientras no descansaban en su huida. "Me caía, con los pies hinchados, en medio de una dura, dura selva", reconoció ayer ante la prensa el ex cautivo, al que los médicos le han diagnosticado anemia, desnutrición y enfermedades parasitarias.
Sin embargo, en la mañana de ayer, Lizcano consiguió su objetivo. Entre matorrales y espesa vegetación, se topó con miembros de la brigada XIV del Ejército colombiano, que rastreaban la zona para rescatarle. Isaza se entregó. Lizcano, con su larga barba blanca, su palidez, sus ropas rasgadas, protagonizaba su propia historia épica, atravesaba con éxito su odisea, que cerraba, ya libre, con una petición: "hay que jugársela por la libertad".
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