"La sociedad exige una reforma radical de la policía"
El alcalde de Ciudad de México, Marcelo Ebrard, reconoce los errores en la gestión de la tragedia de la discoteca New's Divine y analiza las consecuencias de la desconfianza que suscita la policía
El pasado 20 de junio una estampida en la discoteca New's Divine de Ciudad de México causó la muerte de 12 personas, nueve civiles y tres policías. Decenas de personas, la mayoría jóvenes, resultaron heridos. El regreso a casa de Christian Sánchez, un chico de 16 años que pasó 18 días hospitalizado, 10 de ellos en coma, ha reavivado la crispación en la capital mexicana sobre la impunidad que rodea a las autoridades policiales.
El alcalde Marcelo Ebrard es consciente de que la sociedad está dolida y exige que los mandos policiales que intervinieron en el desalojo sean castigados. Hasta ahora, más de 40 han sido procesados. Ebrard reconoce a EL PAÍS que se cometieron errores impensables.
Cientos de policías con probada experiencia llegaron al lugar con la intención de detener a los jóvenes. En el local se vendía alcohol a menores y el consumo de estupefacientes estaba a la orden del día. Mientras los jóvenes abandonaban el lugar en estampida, alguien decidió cerrar las puertas del local.
Pregunta. ¿Qué hay que hacer para que no se repita un suceso de estas características?
Respuesta. Hay que reorganizar profundamente la Secretaría de Seguridad Pública y la Procuraduría, las dos instituciones que evidentemente fallaron en el desalojo. Ya hemos comenzado con una depuración de ambas instituciones. Sé que ir al fondo de las cosas no es algo habitual en México, pero no queremos ni podemos hacer otra cosa. Conseguimos que se dijera la verdad; ahora, hay que lograr que se haga justicia; reparar el daño a las víctimas, y que el Gobierno se haga cargo de lo que ocurrió y asuma responsabilidades políticas.
P. Hay quienes piensan que usted se quedó sin sus dos brazos con las dimisiones del secretario de Seguridad, Joel Ortega, y el Procurador, Rodolfo Félix Cárdenas. ¿Hasta dónde quiere llegar?
R. Las dimisiones no fueron algo que yo quise. Las circunstancias me lo exigieron. Ni el secretario ni el procurador ordenaron las vejaciones, ni estuvieron en el operativo de la discoteca, pero sí es cierto que ambas instituciones pudieron haber evitado muchas cosas y no lo hicieron.
P. ¿Qué le reclama la sociedad del Distrito Federal?
R. Que no haya impunidad. Me exige que se reforme radicalmente la policía para que no se vuelvan a producir este tipo vejaciones. En esta ciudad tiene que haber tolerancia cero a estos abusos. Tengo que hacerme cargo de eso.
P. ¿Es posible lograrlo en una ciudad en el que todo el mundo desconfía de los uniformados?
R. Buena parte de la policía es consciente de que este tipo de cosas nunca debió haber ocurrido. Aún así, la investigación del suceso se tiene que concluir. No se puede simplemente cerrar el expediente. Después, el primer paso que hay que dar es la creación de lugares para menores y evitar que asistan a este tipo de discotecas. Tenemos que crear este tipo de espacios ?lugares de ocio donde no esté permitido la venta de alcohol a menores ni el consumo de estupefacientes? porque, aunque ya existen, son escasos. Hay que crear también una policía de proximidad.
P. ¿Cuál cree que es el sentimiento de la ciudad después del suceso?
R. Está muy dolida con lo que pasó, como yo. Por eso tenemos que hacer cambios profundos.
Los padres se deben involucrar mucho más en esto, en ver a qué lugares van nuestros hijos. Cada quien tiene que hacerse cargo de lo que le corresponda.
P. Más allá del suceso del New's Divine, ¿es segura la capital de México?
R. Nuestra ciudad tiene una problemática similar a la de otras grandes ciudades del mundo; no somos una excepción. Buena parte de la violencia se da dentro de los hogares y no fuera. Por eso son positivas algunas de las medidas que se han tomado recientemente como becar a todos los alumnos de educación media superior o apoyar a 100.000 jóvenes que están en primaria y secundaria. El objetivo es incluirlos y reducir los motivos de rencor y frustración social. Que la ciudad sea cada vez menos hostil para los jóvenes es nuestro objetivo prioritario.
P. Hay quien le ve como una carta fuerte del PRD para las elecciones presidenciales de 2012. ¿Cómo le ha afectado la tragedia del New's Divine en su carrera política?
R. Ahora lo que me preocupa, o lo que me ha preocupado estos días, es estar en contacto con las familias, tomar decisiones. Lo demás no me preocupa.
Una ciudad con luces y sombras
La tragedia del New's Divine ha sacado a relucir nuevamente las luces y sombras de la ciudad de México, una gran urbe de más de 20 millones de personas, donde cuando las autoridades fallan, todo acaba mal. Las doce víctimas, nueve civiles y tres policias, son la evidencia.
La gran ciudad de México la componen el Distrito Federal, donde viven unos nueve millones de personas, y varios municipios del Estado de México. En conjunto, todo el conglomerado consigue aumentar el total de la población a más de 20 millones. Y es que en Ciudad de México todo es grande, se mire por donde se mire. Desde la cantidad de manifestaciones que se celebran al día -una media de cinco-, hasta los millones de viajes que se realizan en el metro o los también millones de vehículos, no menos de cuatro, que circulan por la urbe.
La mayor parte de los dos millones y medio de jóvenes que viven en Ciudad de México estudian o trabajan. Sin embargo, unos 216.000, según datos de la Secretaría de Desarrollo Social, no hace nada. O sí. En realidad, socializan y se unen a bandas juveniles para protegerse. Un ejemplo: existen unas 351 pandillas de chicos de entre 13 y 18 años. La delincuencia tiene en esos jóvenes un bastión. Cada día son detenidos al menos 12 infractores menores de edad.
La tragedia del pasado 20 de junio en la discoteca New's Divine, digna de una película de terror, es el claro ejemplo de la cara sombría de la ciudad. Pero también hay otra, que sería injusto obviar: las grandes concentraciones de jóvenes en el metro, estadios de fútbol o conciertos masivos— en las que sólo hay diversión, luces.
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