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Después de Mayo

Puesto que estamos ya en junio, voy a escribir sobre mayo. Mayo de 1968. Mi mayo de 1968. Una época, qué queréis que os diga, que marcó la vida de toda aquella generación, nuestras vidas. “Nunca ha habido un año como 1968 y es poco probable que vuelva a haberlo”, ha escrito Marc Kurlansky (‘1968. El año que conmocionó al mundo’, Destino), que lo compara con las revoluciones democráticas de 1848 en Europa. Pero el 68, nuestro 68, fue todavía mucho más que aquella cadena de revoluciones democráticas que atravesaron nuestro continente a mitad de siglo. En nuestro annus mirabilis fue el mundo entero el que crujió con aquel desplazamiento tectónico que acompañó a la irrupción de una generación. Por primera vez, ese mundo interconectado y sin barreras que hoy vivimos de forma natural se presentaba ante los ojos atónitos de los adultos: los jóvenes franceses y norteamericanos, japoneses e italianos, checos y mexicanos vivían un mismo mundo y se convertían en protagonistas de una misma historia de impugnación de las instituciones, de la autoridad y de una realidad congelada por la Guerra Fría.

En el debate sobre el 68 se confunde con frecuencia la parte con el todo. Y más en concreto, el Barrio Latino con París, París con Francia y Francia con el mundo. Pero el 68 fue mucho más que todo esto. En el límite Daniel Cohn-Bendit y su Movimiento del 22 de marzo, iniciado en Nanterre para reivindicar que las chicas pudieran entrar en los dormitorios masculinos de las residencias, puede interpretarse como el aleteo de la mariposa que provoca la catástrofe al otro lado del planeta. Pero también puede entenderse como el protagonismo del personaje más astuto y mediático que supo ponerse al frente hasta convertirse en su portavoz y emblema.

Lo que sucedió en Francia, a fin de cuentas, proporcionó la mitomanía de la generación, que era y sigue siendo mayúscula, pero el tsunami del 68 trascendía a todo esto, a Cohn-Bendit y a Francia, a la entera generación y a su mitomanía. A fin de cuentas, fue el canto del cisne de París como capital internacional de la cultura y de la intelectualidad y significó la partida de De Gaulle un año después, el hombre que había inventado el mito de Francia como potencia internacional en una época en que ya había empezado de forma irremisible su decadencia. Sí, canto del cisne, pero de una época. Imaginado como pórtico de entrada lo era de despedida y cierre: barricadas y simulacro de una revolución para clausurar la era de las revoluciones. Se anunciaba todo lo nuevo, pero con los métodos viejos.

La huella del 68 norteamericano, un movimiento también de mayor amplitud y extensión temporal, es mucho más profunda, hasta el punto de que las próximas elecciones presidenciales se juegan sobre asuntos que entonces quedaron en carne viva. Vietnam, por supuesto. El movimiento por los derechos civiles. La revuelta negra. Los valores de la contracultura. Temas todos ellos que han servido de fundamento para la contrarevolución neoconservadora que será enjuiciada ahora, de una forma u otra, en las próximas elecciones. Mientras Sarkozy vence en Francia contra el mito del 68, Obama puede alcanzar la Casa Blanca con la pretensión de superar y reconciliar lo que en aquel entonces quedó dividido y desgajado.

Pero el 68 fue también crucial en México, en Alemania, en Italia y en Japón, dentro del mundo occidental. Y lo fue asimismo, en una misma dirección antiautoritaria, en Praga, donde el comunismo tropezó por segunda vez con una revolución surgida desde sus propias filas, pero en esta ocasión con un efecto de arrastre sobre las izquierdas europeas, que apoyaron en su gran mayoría el movimiento democrático y abominaron de los carros de combate soviéticos. Todo empezó a rodar mal para la Unión Soviética a partir de entonces.

Mao Zedong, en cambio, empezó en mayo de 1968 a mandar a los jóvenes guardias rojos al campo, para que se reeducaran mediante el trabajo agrario. Ésa fue la otra cara del desplazamiento tectónico de la época. Los jóvenes chinos poseían las mismas energías antiautoritarias, el mismo desprecio por una burocracia y por unos gobernantes que no habían sabido ni siquiera acercarse a los ideales con que educaban a las nuevas generaciones. Algo del impulso que movió a los jóvenes de todo el mundo se hallaba también en aquel país entonces pobre y agrario, sometido a una dictadura estéril que no conseguía moverlo ni un ápice del subdesarrollo.

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La Revolución Cultural, lanzada por Mao Zedong contra la estructura del partido, es el modelo más afinado de utilización de la lucha generacional por parte del máximo dirigente para desembarazarse de sus enemigos y rivales. El viejo y astuto comunista supo escuchar el terremoto generacional que se preparaba y lo utilizó para sus intereses y ambiciones. Y luego lo embridó hasta castigar a la entera generación que actuó como protagonista. La bandera antisoviética que levantó Mao iba a prender de forma fascinante entre una parte de la juventud occidental, que encontró así un totalitarismo de pedernal para combatir al otro totalitarismo más aburguesado.

El colofón de aquella operación en China fue que casi 16 millones de jóvenes pasaron por campos de reeducación agraria desde 1968 hasta 1979, dejando una huella de sufrimiento y un vacío de formación que ha marcado profundamente a todas las clases de edad universitaria durante más de una década. Mientras los sesentayochistas occidentales estuvieron finalmente al servicio de sí mismos como individuos y como generación, los guardias rojos chinos fueron inmolados individual y generacionalmente para mantener en el poder a un monstruo dictatorial en su última fase de decadencia: los utilizó primero y los tiró después. No se puede entender la China contemporánea sin aquel amargo escarmiento que sigue traumatizando todavía a varias generaciones de ciudadanos.

Cuando Richard Nixon visitó a Mao Zedong, en 1972, el dragón de la revolución cultural todavía seguía dando coletazos. “Yo voté por usted en las elecciones”, le dijo Mao. “Me gustan los derechistas”, añadió. No era la primera vez que manifestaba opiniones de este tenor. Justo después de la victoria electoral de Nixon había dicho: “Me gusta tratar con derechistas. Dicen lo que de verdad piensan, no como los izquierdistas, que dicen una cosa y quieren decir otra”. En París y Roma aparecieron hace 40 años grupos de jóvenes que reivindicaban las ideas de Mao para alejarse de la Unión Soviética, pero nadie como el dictador chino supo captar el espíritu de la época y supo someterlo y domarlo. Desde su mausoleo en la plaza de Tianamen, donde preside el crecimiento capitalista chino, el espíritu de Mao podría estar orgulloso de que algunos de sus jóvenes seguidores europeos hubieran llegado tan lejos en su ambición de poder. Aunque hubiera sido -o incluso porque había sido- bajo las siglas y la ideología de partidos derechistas.

Me había dicho que un día empezaría a escribir sobre 1968, sin terminar de creérmelo. Hoy es este día. Quizás es sólo el comienzo. ¿Continuaremos el combate? Puede ser. El de la escritura, por supuesto. Hay todavía mucha tela que cortar sobre Mayo del 68 y su época.

Comentarios

m eso no puede ser... m bueno sí pasan unos minutos Sí, cuando Daniel Cohn-Bendit, contestó al juez ( según lso periódicos, y los informes en el juzgado) ¿qué hacia usted a las tres de la tarde en su casa? .- El amor, algo que usted nunca ha hecho bien, si hubiese contestado, simplemente el amor... fantástico juzgar a quien le pregunta fue su error, pero era joven y necesitaba enfrentarse, frases que demuestran un gran carácter, que tenga razón o no ... después... eso no importa tanto debe ser así! Obama, , espero que gane, pero ni el Neandhertal puede cambiar tanto la historia! será un corte tan profundo, en la historia, que... no se hablará más , por fin, del holocausto ... m sí, es necesario eso... enlugar de hacer lo que hacen algunos historiadores al hablar del mayo francés del 68 y ver el último Tango en París despu´çes... algunos historiadores, se excusan porque no se atreven a decir que creyeron en lo que fue realidad.. siguen pues, soñando que fueron ilusos en su jubventud, me refiero a esos historiadores que dicen eramos jóvenes hombre... a ver o es que va a salir el abuelo!ª no señor, eso es... libertad, la búsqueda y eso es buen o um... m bueno, pues... m eso no es populismo, ni crisis... era No queremos ser esclavos, no entiendo por qué quieren ahora rengar o burlarse de esa juventud... claro que no vamos, venga m, qué bello
es que siempre que leo esa pregunta del juez, no pienso en el que es juzgado... si no en que el juez que es una persona adulta, con carrera, que ejerce la autoridad de la justicia... y entonces pienso... cómo le pregunta a alguién qué hace a las tres de la tarde en su casa, en una casa donde no se ha cometido ningún delito, simplemente en su casa y ahí está todo... lopregunta porque no estaba en la residencia, sería poisble hoy, en Frnacia o en España... llevarle a jucio y que le preguntarán que hacia en su casa a las tres de la tarde? m? puede preguntar qué hacia tirando piedras, levantando barricadas.. y ahí está... así es como debe analizarse ese 68, viendo lo que hacían los adultos y el poder y no criticando a losjóvenes, que también qué hacia usted en su casa a las tres de la tarde el amor, vaya lo otro sobró pero es que era joven y necesitaba contestar a una absurda pregunta, es lo que imaginé la imaginación al poder, por supuesto! sólo si realemnte saben lo que es la imaginación, pensar prohibir prohibir... una contradicción típica de esos años... m bueno
Mao, el gran timonel, decía algo así al abogar por la libertad dirigida y por la democracia bajo el centralismo uy! las palabras..no queremos decir que hay que emplear medidas punitivas, eso es erróneo algunos creen que en Hungría ... ese motin causó daños a la economía m? y dice Mao, dos partidos como en ccidente uno dentro y otro fuera, es dictadura burguesa... m? (estaban saliendo de la esclavitud y lo creyeron) qué belo, es importantísimo eso La Antorcha, u!
Demasiada complacencia generacional en el artículo. Aunque no cabe duda de que la generación que hizo mayo del 68 es hoy (y desde hace tiempo) la dueña del mundo. Pero no estaría de más echar un vistazo a las generaciones que han venido detrás: a la de los que hoy tienen 30 años, una carrera universitaria y trabajan recogiendo copas los sábados por la noche, ganan 900 euros al mes y pagan 700 de alquiler o hipoteca. Gente para la que toda la retórica de mayo del 68 se ha convertido en el discurso justificativo de las actuales élites. Como siempre, lucharon con el monstruo y se convirtieron en él.
Domkrat:son las clases sociales las que detentan el poder y no las generaciones que es un concepto mas vago, amplio y heterogéneo. De todas formas aquella generación, aquella juventud, a lo mejor no hizo la revolución pero se sublevó. La juventud de ahora ( y ahora generalizo yo) soporta, como usted dice,condiciones peores y sin embargo no se rebela...
No es comparable el autoritarismo gaullista con el polaco contra el que se rebeló Michnik, ni el resultado: Francia emprendió una aceleración de la modernización, que ya había comenzado en los 60, y Polonia, por poner, tuvo que esperar hasta los 80. Se perdió políticamente y se ganó socialmente. Dejó cosas buenas y malas, pero hay que dejarlo atrás, como recomienda Cohn-Bendit en Forget 68. (“Le monde d’aujourd’hui n’est plus du tout celui du 68”, pág. 118). Lo que me impresiona es el inmovilismo y el corporativismo. La cabeza y el cuerpo del que hablaba Crozet siguen sin entenderse en un país conservador que sacraliza los derechos adquiridos, donde cada reforma estructural consensuada y entendida como lógica en cualquier otra parte es allí una enorme batalla, como está comprobando Sarkozy. Izquierda y derecha creen poder seguir imponiendo, desde el Elíseo, los cambios a una sociedad civil paralizada y atomizada, hipertrofiada y ultrarresistente al cambio, una auténtica excepción, en el peor sentido. Chirac fue patéticamente claro en el referéndum de 2005 (“no os entiendo”) y la izquierda sigue con el oportunismo abierto por Mitterrand en Mayo, con proclamas mezcladas con maquiavelismo. Lo peor que se puede hacer es interpretar el presente y pensar el futuro en clave de pasado, con esquemas mentales de ayer (clases sociales…), como que la sociedad se infantiliza y se evoluciona hacia la Antisociedad. Lo que ocurre es que se están transformando los canales y el contenido de las interacciones y el capital social de antaño, en el que se ha quedado detenido Putnam, adquiere nuevas formas (http://www.wpp.com/NR/rdonlyres/A7F43133-698F-42DF-A990-D749AC4D8B21/0/JWT_Antisocial_Mar07.pdf ). La nueva Antisociedad no es tal, y las interdependencias con los otros (“el infierno”, según Sartre) nada tienen que ver con el pasado. Los directores de marketing, los políticos o los ciudadanos que lo ignoren lo hacen a su cuenta y riesgo. Mao hizo uso de una de las fuerzas más potentes que existen: el desprecio y la desconfianza respecto a las élites, para cubrir, combinándolo con el sinonacionalismo xenófobo ancestral, el enorme fracaso del Gran Salto Adelante (bien descrito en Mao: The Unknown History). El horror, no lo suficientemente condenado (Deng Xiaoping era el Gorbachov económico, pero no llegó ni al Kruschev político) se refleja en la destrucción de una “clase media” intelectual de profesores e intelectuales. Mucho ha cambiado China desde entonces, y la reacción solidaria al terremoto ha redescubierto el país a sus gentes. Y lo que han visto, como dice Simon Elegant en Time, les ha gustado. “Las réplicas políticas y culturales seguirán durante años después de que la tierra haya dejado de temblar”, dice. El 68 chino fue, dado la vuelta, el 89 de Tiananmen, como el del Este europeo de Garton Ash. La coalición resistente al cambio encontró en la realpolitik de Kissinger (“algo deben de haber hecho bien para ser autosuficientes durante 4.000 años”, dice en el FT) su salvación internacional. Esa coalición, trasmutada ahora para abanderar la lucha a favor del cambio, se beneficia de la redención sentida por los chinos tras décadas de no mirar el horror dejado atrás, tarea favorecida por las montañas de dinero amasadas con la apertura al capitalismo que impiden la visibilidad posterior. Cuánto cuesta que la Francia de bobos lilis (François-Xavier Bourmaud) despierte del terremoto social de Mayo. Por nuestro propio bien, maduremos e imaginemos lo bien que nos iría si dejáramos de una vez por todas detrás esa rebeldía de boquilla anclada en las áreas de confort erigidas en torno al 68. Nous finissons tous par crever du confort!!!
¿Las clases sociales un esquema de ayer?.Espero que no quiera Gaspard decir que han desaparecido las clases sociales.¿Sòlo hay una clase social?. ¿Pertenecen a la misma clase los aristócratas ( o cualquier otro tipo de ricos modernos) que los inmigrantes, los parados, los que viven en el tercer mundo?. ¿ Los empleados que los empleadores?. Gaspard:de Marx han muerto algunos conceptos pero no neguemos la evidencia de lo mucho que permanece.¿Crever du confort?. ¿Quien?. ¿ La banlieu parisina ( o de cualquier gran ciudad),los gitanos, los rumanos que expulsa Berlusconi?...
Quizás un título más acertado habría sido "Después de Mao" o "Después de Mayo Zedong", dado que la segunda mitad del artículo está dedicada íntegramente a describir al líder de la revolución china como el archivillano del mundo posmoderno, el mentor de la carcamalia tardocapitalista instalada hoy en el poder globalizador. Lo cierto es que a esa carcamalia (entonces más o menos juvenalia) siempre les vino grande el mito que crearon casi por accidente, y desde entonces no hacen sino intentar escurrir el bulto. De modo que el autor parece haber pensado: "puesto que estamos ya en junio (que es lo mismo que decir aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid), voy a escribir sobre..." Mao, ya que ni Castro ni Chávez dan aquí el perfil de chivo expiatorio como lo da el autor del libro rojo.
Hay todavía tanta tela que cortar sobre tantas cosas, porque detenernos en el pasado?. En mayo del 68, entre otras cosas, se reivindicaba una sociedad adulta que debia y sabia pensar por si misma, libre de las ataduras del autoritarismo en el que estaba sumida la sociedad de entonces en todos sus frentes. Lo malo es que desde entonces hemos estado dando pasos de cangrejo.
Los sujetos componentes de la clase social se definen hoy menos que nunca por la misma. La conciencia ha decaído no por una alienación inducida por el sistema capitalista (qué malvado él) sino por el imparable desacoplamiento entre nivel de ingresos y comportamientos de compra y consumo, con la explosión del boom psicográfico. Ello ha sido posible porque el trabajo se ha visto sometido, con la primera y segunda transformación económica (de hegemonía industrial a economía de servicios, y de ésta a una creativa, si seguimos el término acuñado por R. Florida en The Rise of the Creative Class, que conlleva unas implicaciones socio-económico-urbanas profundísimas) a una reconfiguración total, hasta el punto que las clasificaciones utilizadas en las encuestas (obrero, cuadro medio y profesional independiente, por no hablar del artisan francés que te encuentras en Ifop, Dynamic Way o TNS-Sofres), fruto de la bibliografía de la sociología del XX, quedan absolutamente obsoletas. Los fenómenos culturales y de planificación urbanística-de movilidad y de gestión del territorio han hecho volar por los aires la segregación urbana moderna. Hoy, los parámetros del urbanismo que busca superar el sprawl suburbano (hongo nuclear que alcanza el hinterland) y la gentrificación urbana, giran en torno a edad y estilo de vida, no a ingresos salariales y/o totales. El confort es el de los bobos lilis que habitan desde los distritos III, IV, V, VI o VII hasta los núcleos intermedios que llegan a la Periférica, símbolos de la “resistencia” a las reformas laborales, que ha acabado con un paro por encima del 8% (ahora en el 7,5%) a partir de los 70. La zona de confort ideológico que ha detenido el paso del tiempo es la que condena a las banlieues a la miseria de oportunidades. Si se siguiera el caso, pongamos, de la flexisegura Dinamarca, donde el desempleo registrado en abril fue del 1,8%, los jóvenes no se dedicarían a quemar coches, los de sus vecinos, no los de los progres biempensantes que abundan en los cafés de la rue de Bac (no sé si disfrutaste de cualquiera de ellos el mes pasado; si no, no dudes en hacerlo la próxima vez) y azotan el liberalismo depredador. Aunque, si así fuera (si en Francia la tasa de ocupación de los franceses de segunda o tercera generación fuera el doble que la actual), muchos saldrían a la calle no a pedir trabajo, sino a exigir que se le corte la mano a Plantu, que seguro que entre sus dibujos en alguna ocasión ha ofendido al Profeta. Entonces, la izquierda que se escandalizó porque el muy recatado y pulcro fiscal general Ashcroft había ocultado los senos de las estatuas de mármol que se erigen en la sede de su departamento (¡menuda pornografía!, intolerable), callaría, por eso de la tolerancia, aunque sea hacia los intolerantes. Y eso, a pesar de que la mayoría de los jóvenes de las banlieues no son fanáticos. Pero como todos ellos forman parte del mismo colectivo social, pues venga, los juntamos a todos en un totum revolutum llamado clase social, y problema solucionado… Tan fácil como descubrir que la Historia es el producto de la concatenación de sucesivas luchas entre las mismas. La sencillez puede tener dos caras: la genialidad sobria y elegante, nada redundante, del ayer fallecido YSL, o el atrevimiento soberbio (en el sentido primitivo) y arrogante propio de la superflua e inamovible simpleza de Marx. Nous méritons algo mejor, que sea más complejo y se sitúe a un nivel intelectualmente más sofisticado y retador, ¿no crees, Miguel? Como siempre, un abrazo
A/ una nueva generación libre del terror de las 1ª y 2ª guerra mundial decide en el 68 que el miedo, ese miedo tan eficaz para conducir las clases medias reinas de la situación ya, ha dejado de existir. B/ Se inventan, se crean se usan nuevas formulas de vida que rompen las costuras del viejo mundo patriarcal, basado en religiones monoteistas. C/ Arranca el nuevo milenio sobre las semillas de esa explosión que cambio antropologicamente la especie humana y en mi opinión son curiosamente las tesis de Vicente Ferrer sobre lo que nos esta impidiendo el Equipo A (los dirigentes que nos han tocado historicamente) al equipo B (los vulgares mortales) seguir creciendo en todos los planos, las mas cercanas a la batalla cotidiana que nos toca vivir. Transversalidad, redes y horizontalidad son tres conceptos claves para profundizar en esa batalla.
Gaspard, desde luego que Ud. de sencillo, no peca. Ha levantado Ud. la nariz del libro alguna vez y ha mirado a su alrededor???
Para alguien como yo que no vivio el 68, no estoy tan seguro que haya sido incluso mas importante que la ola democratizadora de 1848, que en la practica han cambiado el mundo. no obstante, y viniendo de alguien que lo vivio, tiene mi respeto a su parecer. Cada uno somos prisioneros de nuestra experiencia y es logico que vivir un evento así haga palidecer cualquier otro que se lea o estudie. Me gusta el debate sobre la clase social. Creo, en efecto, que la clase social tal y como la concivió Marx, ha desaparecido. Su visión eurocentrista no soporta bien un mundo global como el actual. Si hemos de asimilar un concepto de clase al mundo actual, estaremos mas cerca de decir que los que vivimos en la UE (por ejemplo) somos una clase social bien diferenciada de aquellos que viven en el Congo o en Egipto. Por ello se producen paradojas como ver a partidos de izquierda europeos abogando por apoyar a los desfavorecidos del tercer mundo y defender, a la vez, con uñas y dientes la Politica Agraria Común.
¿¿¿"La sencillez puede tener dos caras: la genialidad sobria y elegante, nada redundante, del ayer fallecido YSL, o el atrevimiento soberbio (en el sentido primitivo) y arrogante propio de la superflua e inamovible simpleza de Marx"??? ¡Vaya nivelazo de comentario, Gaspard! ¡Por fin lo sabemos! Eres un@ de l@s sesud@s colaboradores/as o presentadores/as de un programa del corazón. Ahora sólo falta saber quién. Yo, me inclino por Boris, pero por aquí dicen que la mamá de Andreíta o Ana Rosa herself. Susi, una cosa te puedo asegurar, el que firma Gaspard no ha leído en su vida a Marx.
Gaspard: a menudo debatiendo con usted siento la tentación de rendirme. No dispongo de su tiempo – o de su capacidad para aprovecharlo – ni de su elocuencia y brillantez. Ahora que se enfrentan en España profesionales de la “nouvelle” y de la vieja cocina, no sabría en que grupo clasificarlo. ¿Nuevo o viejo filósofo?,¿nuevo o viejo cocinero de las ideas?. Envuelve formidablemente la pestilente croqueta capitalista. Tanto que, a veces, hasta le da un aspecto presentable y apetecible. Sus referencias económicas e históricas son exhaustivas. Es mucho más moderno que las ideas que defiende. Por todo ello me resulta tremendamente respetable, así es difícil arrojar la toalla. Marx, creo haberlo reconocido en blogs anteriores, no pudo preverlo todo. No era adivino ni profeta. Sí el mayor analista de la historia y la economía hasta su tiempo. Sí el que sentó las bases de unas perspectivas nuevas para el mundo. Por lo menos para los desfavorecidos que eran – y son – mayoría. Las transformaciones económicas – de hegemonía industrial a economía de servicios y de ésta a una “creativa” – que cita, innegables en determinados aspectos, no hacen obsoletos los análisis marxistas, ni desaparecen las clases. No sé si llama creativa a la economía especulativa que gracias a la globalización y al incremento desmesurado de los movimientos financieros, hace que las diferencias entre primer y tercer mundo, pobres y ricos, centros ( ya sean de países o urbanos) hayan aumentado. Países ricos: centro. Países pobres: periferia. Centros urbanos: ricos. Periferia: pobres, parados, emigrados. ¿ Que antiguos sesentayochistas son ricos y acomodados?. Sí.¿Que antiguos izquierdistas son de derecha pura y dura?. Sí. El poder corrompe, ya se sabe. También sé que las clases medias se han permeabilizado. Qué muchos obreros de antaño son ahora clase media baja. Así viven mejor. También consumen más y dan más beneficios. Ya sé que en las banlieues ( ¡hasta en el cinturón rojo de Madrid! ) se vota a la derecha. Es el nuevo lumpen proletariado: se han encargado de alienarlo ( aunque niegue este fenómeno evidente) y ha perdido la conciencia de clase. El repartidor de pizzas - sin saberlo y negándolo – es de clase baja ( no lo reconoce porque tiene moto y los sábados toma dos copas). No tiene conciencia de su explotación, se siente libre acelerando, pero es tan esclavo como el minero de fines del XIX: ha cambiado el escenario y el atrezzo. Los personajes, él y su patrón, representan el mismo papel. Si quiere comparar la sencillez – genial, sobrio y elegante llama a Y.S. Laurent – con la arrogancia y simpleza que le atribuye a Marx, pudo haber escogido otros referentes. Carlos Marx e Y.S.L. no mezclan, Sr. Gaspard, ni con los ingredientes de su cocina. Ah!. París - conocí a Maririu – estupendo, como siempre. Si me toca la lotería iré a jubilarme allí. Saludos cordiales. Hoy, siempre pero especialmente hoy, estupendo Bassets.
No hay que rendirse, nunca, Miguel. Mi ventaja es la edad. Salvo que seas septuagenario, te gano seguro. El capitalismo no es, desde luego, pestilente, y menos antiguo. Es la ideología (si es que cabe definirla como tal) más moldeable, evolutiva y cambiante (y por ello más transformadora) jamás creada. A Marx, al que tengo mucho respeto, como a Burke, aunque no comparta ni los postulados del primero ni las derivadas más conservadores del segundo, lo leí en su momento. Antes de que el experto en marujeo con apellido anglo naciera, en especial El Manifiesto y El Capital. El segundo ha quedado desmentido de sobra por 150 años de capitalismo democrático. El primero peca de una tacha muy habitual en todos los totalitarismos: es total. Explicación total de la Historia, nada menos. La Historia, fruto de exquisitas coincidencias, combinación de fuerzas inescrutables y sinergias de fenómenos inimaginables, no puede reducirse a una lucha de clases. Sobre todo, porque la clase social es un invento propio de las ciencias sociales. No es tangible, exacto, ni en origen ni en proceso. Cómo se puede pretender explicar la Historia con esos mimbres tan arbitrarios y débiles… Lo leí antes de los 20 y, a diferencia de la mayoría que lo hicieron, no me quedé prendado con Marx. A diferencia de algunos Guardias Rojos que ahora son conservadores más o menos respetables. La economía creativa engloba a los profesionales de los eslabones más altos de la cadena de valor del sector terciario, y al cuaternario, también llamado industria cultural por T. Adorno. Entre ellos hay muchos hijos y nietos de obreros, clase media-baja, media-media y media-alta. Ostentan el capital más preciado en el siglo XXI: el capital humano, el talento, imprescindible para innovar. Es decir, para permitir el cambio que aporta valor. Una novedad, como el que los países pobres dejan de ser periferia y suman ya casi el 50% del PIB mundial, gracias a una cosa llamada… globalización, que va a hacer de la periferia el centro. El centro, al menos en París, alberga riqueza a raudales y pobreza tercermundista, como se comprobó con la cadena de trágicos incendios de hace un par de años, que se tragó a bastantes africanos. El último párrafo era mera ironía, porque la sencillez, para asuntos intrascendentes (como la moda), es perfecta. Pero para asuntos serios, como la política pública, lo simple, revestido con toda la pomposidad de la prosa marxista, no basta. Como dicen los ingleses, el diablo está en los detalles, del azar en este caso. A Marx se le “olvidó”. Una omisión muy grave, porque el azar nos mueve a nosotros, embarcaciones sin rumbo, como si fuera el viento, en el revuelto e indescifrable mar de la incierta Historia. La rigidez materialista se hundió, como era inevitable. Sobre los ricos de izquierda, como Esther Tusquets, que en este diario incurrió, bajo mi humildísimo parecer, en una letanía de contradicciones casi interminable si no fuera porque la tribuna tenía que acabar al final de la página, no hay problema. El problema lo crean ellos. El capitalismo es muy bueno para mí (nada por lo que disculparme, por tanto), pero muy malo para vosotros. Qué listos; el que no corre, vuela. A eso se le llama hipocresía, y de la buena. Son, ahora a los 60, los “jefes”, igual de incongruentes que cuando eran los veinteañeros de Mayo, los “hijos de los jefes” que los gaullistas se sorprendían de encontrar en las calles latinas. P.D.: Me alegro de que conocieras a Maririu que, espero, vuelva pronto. Yo regreso en julio; ya echo de menos un pain au chocolat de Jean Millet, Le Monde en mano, en los jardines del Galliera. Para eso hay que coger el coche. Y puede estar tranquila Susi, porque, para enterarme y no matarme, levantó la cabeza de los libros. En la carretera y en todos sitios. Aquí, ya de madrugada, sí hay que estar atento. Voy a dar un paseo por la playa, una real, no la que habitaba el Latino del 68. Buenas noches a todos, incluido al niñato travieso.
Qué más da donde se coloquen, en la periferia o en el centro, su maravilloso y adorado capitalismo, tal y como funciona en la actualidad, solo crea miseria infinita para la gran mayoría, vidas vacias que tratan de llenarse inutilmente consumiendo y tratando de imitar a idolos de papel para muchos y riqueza extravagante para unos pocos. Ese talento que Gaspard tanto admira no tiene ni escrúpulos ni tiene visión de futuro, es un monstruo que acabará devorándolo todo.
Marx está más vigente que nunca porque el mecanismo de la explotación capitalista sigue siendo el mismo desde los inicios de este modo de producción. La sociedad sigue dividida en dos clases antagónicas: los que poseen los medios de producción (los capitalistas) y los que no poseen nada, salvo su fuerza de trabajo (los trabajadores). El trabajador vende su fuerza de trabajo al capitalista. La fuerza de trabajo es una mercancía casi como cualquier otra, pero con una diferencia importante: cuando se utiliza, crea valor. Gracias a sus derechos de propiedad sobre los medios de producción, el capitalista puede permitirse pagar al trabajador por esa fuerza de trabajo menos que el valor que ella produce. La diferencia entre el valor creado y el valor pagado es la plusvalía que retiene el capitalista. Esta apropiación de la plusvalía por el capitalista debe llamarse explotación, porque las relaciones de producción en el capitalismo no están reguladas por un contrato "libremente aceptado" por las dos partes (el capitalista y el trabajador) como dicen los economistas vulgares, puesto que, evidentemente, para vivir o malvivir, los trabajadores no tienen otra opción que vender su fuerza de trabajo al capitalista. Lo que quizá hay que revisar de Marx es su discurso político que, escrito en un contexto político de hace 150 años, puede tener elementos que no estén adaptados a las circunstancias. Es un tema en el que ni merece la pena entrar, porque es elemental. Pero sus escritos científicos están plenamente vigentes. Simplemente, puso al descubierto las leyes intrínsecas del modelo general capitalista, además de exponer los mecanismos de alienación social y otras muchas cosas más. Ningún científico social en el mundo puede desembarazarse de Marx, ni los economistas, ni los sociólogos, ni los filósofos, ni siquiera los psicólogos. Hasta sus contrincantes más furiosos lo tienen que mencionar en un momento u otro y algunos incluso pasarse la vida obsesionados con él, como Popper o Böhm-Bawerk. Es así, no porque lo diga yo, sino porque lo dicen los millones de libros, artículos, tesis doctorales y conferencias que, desde la publicación de El Capital, se han realizado en el mundo entero sobre los elementos fundamentales del marxismo tales como las clases sociales, la plusvalía, la explotación, etc. Hoy en día sigue ocurriendo lo mismo, incluso en América del Norte. Estoy hablando del mundo científico, no del mundo de las publicaciones de divulgación o de los libros de administración de empresas. Actualmente, al marxismo académico le falta por definir un modelo social que supere al capitalismo en los países industrializados, lo que a su vez provocará la definición de un proyecto político diferente del que se utilizó hasta la desaparición del campo socialista neoestalinista. En eso estamos. Es indudable que la planificación económica centralizada tiene sus límites, aunque eso no significa que no tenga también sus ventajas, sobre todo en los países poco o nada industrializados. Está claro también que el pluralismo político es indispensable, pero dentro del socialismo, no del capitalismo. La libertad individual es sagrada, aunque eso no quiere decir que pueda practicarse el sabotaje o la mentira con toda impunidad. Ya se sabe que es más fácil atrapar a un mentiroso que a un cojo. Gaspard ha escrito en este blog (entonces era APG) que nunca había leído a Marx porque era una pérdida de tiempo. Ha llegado hasta a decir que ojalá Marx se hubiera pegado un tiro en su juventud... Y otras lindezas por el estilo. No, Gaspard, tú no has leído a Marx o lo has leído de quinta o sexta mano (¿algún ensayito de tu llorado Raymond Barre?). Hombre, no me extraña la mentira en un liberal o en un neoliberal, como se dice ahora (¿neo?), porque la propaganda y la demagogia es constante en vosotros, pero a nivel personal me decepcionas. Por cierto Gaspard, que tu amigo canadiense, el señor Harper, está de capa caída. Como tú sabes (aunque no digas nada, pillín) el ministro de Asuntos Exteriores, Maxime Bernier, un hombre sarkozyano en ideas y virilidad, dimitió el otro día. Después de vacilarnos mostrándonos lo buena que estaba su compañera, a la que "obligó" a enseñar las tetas el día de su juramento como ministro (http://a123.g.akamai.net/f/123/12465/1d/www.nationalpost.com/news/549788.bin), descubrimos que nuestra admirada Julie Couillard, que así se llama la dama, había estado compinchada durante largos años con varios mafiosos (Hells Angels, Rockers y demás familia), a los que les hacía el completo. Hasta ahí no ha pasado nada, porque todo se queda en casa. Harper respiraba tranquilo. Pero después, descubrimos atónitos que el ministro, después de una noche agitada, se olvida en el piso de Julie unos papelitos extraños en los que estaba puesto con letras muy gordas algo así como "TOP SECRET". Julie, una mujer hacendosa donde las haya, recoge los papelitos y se los guarda en la liga, por si acaso. Y el "por si acaso" viene después cuando, en vez de casarse con ella, nuestro ministro favorito manda la chica a paseo. Empezaba a oler a chamusquina y había que soltar lastre. Julie, ni corta ni perezosa, se va a la tele y nos lo cuenta todo. Bueno... todo, todo, no. Porque no nos cuenta que los papelitos eran cosillas de la última cumbre de la OTAN en Bucarest. Menudencias. El asunto se está poniendo tan feo, que hasta los liberales quebequeses de Charest (otro gran amigo de Gaspard) empiezan a ponerse nerviosos. ¿Por qué? Porque un antiguo compañero de Julie, miembro de la mafia canadiense y hoy felizmente suicidado, tenía una compañía "de seguridad" que obtuvo un contrato muy especial: ¡el transporte de detenidos! (chicos y chicas de los Hells Angels, entre otros). Así también todo se quedaba en casa... Bueno, el tema tiene múltiples ramificaciones cada una más sabrosa que la otra que no expondré para no cansar más al personal. Ni qué decir tiene que Harper es una especie de cura puritano, salido de las mejores esencias del Oeste canadiense. Un campeón de la lucha contra la corrupción, el sexo fuera del matrimonio y la marihuana. Un líder de la economía libre de mercado. Gente de orden.
En The Guardian, hoy, un artículo "Ageism is no more tolerable than any other prejudice", que recomienda a Gordon Brown luchar por los derechos de los más débiles, en este caso las personas de una cierta edad discriminadas. Siendo un científico español que se tuvo que ir al Reino Unido para poder sobrevivir, comenté: "In this matter Great Britain is the best country in Europe, the most fair, and probably the best in the world. Writing as an Spaniard surviving in this country I can tell you that I am amazed at seeing old people working in, Tesco say -go to Carrefour in Spain and look at the girls at the checkpoints. And young girls and boys working in stores. Once I bought a beer in Spar and the girl called an older girl because she wasn't allowed to sell alcohol -which I find is nice. Fair, pleasant and a nice land and good people. There's always room for improvement in everything, I suppose, but do not criticize yourselves too strongly, because I do not know of any country in the world that does things better. I am 62 years old, with several university degrees. In Spain I would be dying of hunger in the streets. In Britain at least I can survive." Que quiere decir: quiere decir que el que no sepa leer el idioma inglés que aprenda como aprendí yo. Armando Gascón Lozano
Para que no haya más confusiones con enlaces, vuelvo a copiar el de la foto de la "parejita feliz", el ministro y su palomita: http://a123.g.akamai.net/f/123/12465/1d/www.nationalpost.com/news/549788.bin
Al "científico español": Está muy bien aprender cualquier lengua (aunque las hay mucho más bonitas que el inglés, por ejemplo, el español), pero para leer tus profundas estupideces no vale la pena.
Te doy un consejo, Chapuza: toma el aire antes de ir a dormir, que tranquiliza y despeja. Porque lo que dije fue: “Marx hace mucho, mucho que no lo leo. Para qué, ¡menuda pérdida de tiempo!”. En concreto, no lo hecho desde el 62. Ha llovido, ¿eh? Como buen burgués que nunca me he arrepentido ser, no pretendo parecer otra cosa, como la progresía de salón. Agradecería que no me llames mentiroso, es de mala educación. Yo, por ejemplo, no voy a acusarte de serlo, aunque los motivos arriba entrecomillados lo permitan. Habláis como si la Seguridad Social y la safety net general no existieran, todavía viviéramos con fábricas en las que se trabaja los domingos las 24 horas, la economía de servicios fuera una entelequia, los profesionales liberales no figuraran, los autónomos fueran marcianos, los contratistas resultaran una imaginación, el capitalismo popular aún debiera surgir. Seguid así, ¡por Dios o quien sea, por favor, que tenéis un descubierto de credibilidad que ni JP Morgan con todo el dinero del mundo puede arreglar! Nadie está obsesionado con Marx. Es que hasta hace 20 años condenaba a muerte a Europa del Este, África, China y otros desgraciados. En su nombre se han cometido los mayores crímenes de la Historia, en Rusia o China, hasta el punto de tener que recuperar a Gengis Kan para recordar semejante carnicería humana. Y los que tenían la total seguridad de que nunca lo sufrirían lo apoyaban, los muy hipócritas, en París o Roma. Por lo menos, el soixante-huitard decía eso de “Je suis marxiste, tendance Groucho”. P.D.: Lo de Bernier, muy mal. Si Harper hubiera nombrado a uno bueno en Defensa, en vez de a O’Connor, no tendría que haber sacado a MacKay de Exteriores, y el quebequés (aliado de Dumont, no de Charest) se habría quedado en Industria, donde estaba muy quietito, como Prentice. Unos meses más en el cargo y habría rivalizado con la Puta de la República de Dumas. En cuanto a las conspiraciones, lo dejo para Jiménez Losantos y tú: sois expertos. Venga, a la segunda va la definitiva: ¡Buenas noches a los europeos y buenas tardes al norteamericano!
Gracias por el consejo, querido Gaspard, pero no valía la pena. Porque la mentira no está en la textualidad de la frase, sino en el fondo. Por ejemplo, se miente cuando se utiliza la erudición para decir grandes barbaridades: eso es demagogia, o sea, mentira. El capitalismo es un modo de producción que empezó su genocidio particular matando o condenando a la miseria a todos aquellos millones de campesinos a los que había que expulsar de sus tierras para conseguir la acumulación primitiva. Después vino la época del Terror en la revolución burguesa por excelencia: la Revolución Francesa. Sin contar que el capitalismo tuvo a Pétain, a Franco, a Hitler, a Mussolini, a Suharto y a muchos más. Últimamente tiene hasta a Ben Laden. Y el genocidio de millones y millones de pobres inmolados en el altar del monstruo, ¿lo contamos o no? Demagogia también, Gaspard, cuando dices que Bernier es "aliado de Dumont, no de Charest"... A ti te gusta marear la perdiz o coger el rábano por las hojas, pero las cosas son como son.
¡Vaya pollo que has montado, Gaspuza, con el temita de Marx! Se nota a la legua que ni como Jekyll ni como Hyde lo has leído, lo siento. No tienes más idea de la que probablemente te metieran en el coco hace más de un lustro en el colegio (¿quizás los jesuitas?), reforzada posteriormente por todas las referencias con la misma profundidad y erudición de un suplemento dominical o de la hoja parroquial de Deusto. El lenguaje, el nivel discursivo y las referencias te delatan. Y el comentario ... "lo leí antes de los 20 y, a diferencia de la mayoría que lo hicieron, no me quedé prendado con Marx" es otro de tus clásicos. Antes de los veinte años no se ha leído "El Capital" ni dios. Con muchos más años, la paciencia y madurez intelectual necesarias, muy pocos se han leído los tres tomitos más uno de regalo que son "El Capital". Entre ellos, sin duda, están esos que ni tú, ni tu otro tú, os habéis enterado de que lo han trasladado al siglo XXI con mayor vigencia si cabe de la que tenía a finales del XIX. Con Marx y con Mao pasa lo mismo que con Orwell. Todos dicen que los han leído, muy pocos lo han hecho (¡cuántos en España siguen creyendo "Un mundo feliz" de Huxley es "1984" de Orwell!), pero ¡anda que no sirvieron a la generación Mao68 y a la siguiente para ligar en la Facu! PD. Chapu, aclárate con lo de los enlaces. Fue Gasp quien lo puso mal y me riñó por decírselo (¿no te acuerdas?) uy uy uy! que la memoria te/os falla. Serán las noches australes o las mañanas septentrionales.
un enfoque que escava las profundidades de un acontecimiento histórico con gran precisión,pero quizas hemos pasado por alto las escombreras de ese gran yacimiento, donde podían haber germinado el movimiento revolucionario africano y el panarabismo.
Te equivocas en dos cosas, John: el que puso el enlace fui yo (estaba hablando de Fidel y sus reflexiones) y Gaspard y yo no somos la misma persona. Completamente de acuerdo contigo: leer El Capital completo antes de los veinte años es... dudoso. En fin, como tus reflexiones suelen ser muy agudas, sería mucho más interesante que dejaras de lado tus tonterías de Jekyll y Hyde y, simplemente, nos contaras lo que piensas sobre lo divino y humano. Pero, en fin, si quieres seguir con la copla, tú mismo.
John: por lo del "nivel discursivo" y las otras mamonadas que dices. Si quieres discutir de marxismo conmigo, estoy a tu disposición. Y cuando digo "discutir" no quiero decir "yo sé más que tú" (mi ego está muy tranquilo).
¡Hooolaaa Chaspard! gracias por los dos posts. ¿"Mamonadas"? Bueno, cada cual tiene el nivel discursivo que tiene. ¿Estar a favor o en contra de Marx o del marxismo? Tan ridículo como estar a favor o en contra de Newton o de la gravedad. ¿Discutir aquí la cuestión? Tan fuera de lugar como discutir aquí la leyes de la física de Newton, y seguir con Planck, Einstein, Heisenberg, Gell-Mann.. ¿Contar(os) aquí lo que pienso sobre lo divino y lo humano? Una grosería y una total falta de respeto hacia el autor del blog; para hacer eso se abre uno su propio blog o escribe un libro de esos que no lee más que su autor (y sólo porque tuvo que escribirlo). ¿Cómo sé que Jekyll y Hyde son la misma persona? Pues porque he leido la novela... por entregas (text is data, contextualized data is information, digested information is knowledge ... knowledge is not certainty though, thus the expression "to the best of my knowledge"). Un abrazo y tres besos moscovitas, y a ver si controlas a Gaspuza, que lo menos que merece por la comparación entre YSL y KM es lo dicho más arriba (a las 17:15:19)
Sr.Bassets, eres una escuela para todos los lectores de este gran periódico.

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