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Política
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Artur Mas cabalga de nuevo

El expresident cada vez estará más presente tratando de recuperar en primera persona el antiguo espacio de Convergencia. Más vale que andemos prevenidos.

Carmen Domingo
El expresidente de Cataluña, Artur Mas, participa en el acto de clausura del 50 aniversario de la patronal celebrado el 25 de enero en Barcelona.
El expresidente de Cataluña, Artur Mas, participa en el acto de clausura del 50 aniversario de la patronal celebrado el 25 de enero en Barcelona.Quique García (EFE)

Fue en enero de 2016 cuando la CUP convocó a los medios de comunicación a las puertas de su sede Barcelona para, de boca del entonces diputado Benet Salellas, contarnos a todos que habían mandado a Artur Mas “a la papelera de la Historia” porque “era la piedra que no dejaba avanzar el país”. Lo apartaban así de la Presidencia de la Generalitat y “nos regalaban” a un desconocido Carles Puigdemont. Dicho de otro modo, fue la CUP la que nos llevó, de cabeza, a la sinrazón del 1-O, del que hasta ellos se deben arrepentir a día de hoy, pero no voy a hablar de eso ahora.

Centrémonos en Mas.

Hace unos días, Artur Mas concedió una entrevista al Diari de Barcelona en la que, tras confirmar que sigue sin ser militante de Junts, se lo está pensando, aseguraba: “Lo que está pasando en toda Europa está pasando en nuestra casa, partidos de ultraderecha están ganando posiciones. Esto desgraciadamente es así, te gustará más o menos, pero si tienen más votos quiere decir que hay más gente que los votan y eso, como realidad política en una democracia, se ha de tener en cuenta.” Y añadía: “Cortar cualquier tipo de diálogo con la gente de Aliança Catalana cuando ya tienen representantes en el Parlament es como si en su momento se hubiera cortado cualquier posible conversación con la CUP. No se hizo nunca”.

Zasca.

Y cerró el tema con: “También la CUP es un partido muy ultra, ultrasistema, ultraizquierda, no es lo mismo, pero estamos hablando de extremos y aunque sean extremos se ha de poder hablar, y se ha de diferenciar entre hablar y llegar a acuerdos estratégicos.” Se acordó el expresident sin duda de las reuniones que tuvieron juntos y en la ayuda que recibió de la CUP para blanquear los recortes en un ya lejano 2015.

La comparación entre la CUP y el partido liderado por Sílvia Orriols no fue casual, está claro. La sombra de aquella “papelera de la historia”, sin duda hizo fácil la comparación, aunque emergiera en su cabeza de forma inconsciente. Comparación que le ha puesto fácil la queja a los de la CUP: “Artur Mas reaparece para blanquear la extrema derecha: comparar la CUP con Aliança Catalana es extremadamente grave. No es lo mismo defender derechos para todo el mundo que querer negarlos”.

Pero hagamos un poco de memoria. Tras aquel 2016 ya en la papelera, Mas empezó a situarse poco a poco en un segundo plano, a la espera de “mejores tiempos”, me atrevería a decir. Tiempos que, a juzgar por los últimos resultados, y por la irrelevancia que en Cataluña está teniendo Junts y la independencia, quizás han llegado, o él los ve próximos a regresar. Despliega Mas entonces sus “armas” de político de la derecha clásica. No olvidemos que los pactos de la burguesía nacionalista catalana con la ultraderecha son casi una tradición. En 1923 le dieron apoyo a la dictadura de Primo de Rivera y no tardaron en hacer lo mismo en 1936 con Franco.

Está claro que el “procesismo” está transformándose para sobrevivir, que van a tratar de hacerse con parte de los votos de Aliança Catalana, pero también lo está que Artur Mas cada vez estará más presente tratando de recuperar en primera persona el antiguo espacio de Convergencia. Más vale que andemos prevenidos.


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