Brasil investiga a militares tras un robo de munición
9.000 balas fueron sustraídas de un depósito del Ejército
Un insólito golpe, supuestamente perpetrado por el crimen organizado en Brasil, se saldó con el robo de unas 9.000 balas del calibre 7,62 del Depósito Central de Munición del Ejército, en Paracambi (Río de Janeiro), considerado el mayor de toda América Latina. El robo ocurrió el pasado 9 de diciembre, pero fue dado a conocer ayer por el diario O Dia y confirmado por la policía. Las sospechas recaen sobre el soldado F. Nacilas Nascimento y un cómplice, que ya han sido detenidos y que supuestamente llevaron la munición a las favelas dominadas por la facción criminal Comando Vermelho (CV), una organización de presidiarios que dirige buena parte de las operaciones delictivas desde las cárceles de máxima seguridad.
Al parecer, las 9.000 balas fueron sacadas del depósito del Ejército a las 3 de la madrugada (hora local) y entregadas a los narcotraficantes, que pagaron por ellas 150.000 reales (unos 58.000 euros). Se supone que estuvieron involucradas en el robo por lo menos 20 personas, integrantes de una red que opera desde hace más de un año y a la que las policías civil y militar están investigando. De hecho, los narcos que actúan en las favelas usan armas modernísimas que sólo posee el Ejército.
La prueba de que las balas fueron robadas por militares que tenían la llave del almacén está en los hechos de que no había nada roto o forzado, y de que las huellas dactilares de los dos soldados detenidos fueron halladas en el lugar.
El depósito de municiones de Paracambi abastece a todo el Estado de Río de Janeiro; los tres almacenes están protegidos por un sistema de código de barras que sólo los militares pueden activar.
Los accesos a los depósitos de municiones están tan controlados que es prácticamente imposible robar su contenido sin cómplices dentro del mismo Ejército. Se necesita, al menos, la participación de cuatro oficiales. Cada 12 meses, una inspección verifica el nivel del depósito de municiones y las condiciones de conservación de las mismas.
Una de las cosas que más preocupa al Ejército, según las investigaciones de los servicios secretos, es que los narcotraficantes han optado por la estrategia de infiltrar a sus hombres en el Ejército: se alistan como voluntarios para después poder actuar con impunidad dentro de las propias instituciones castrenses. De esa forma, además, los infiltrados aprenden a manejar las armas más modernas y salen del Ejército con valiosas informaciones en su poder.
Otra de las preocupaciones del Ejército es el consumo de drogas duras en sus filas. Los militares las compran en las favelas a cambio de armas y municiones, y éstas aparecen cada vez con mayor frecuencia en manos de los traficantes.
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