Tejas paraliza la ejecución de un hondureño en pleno debate sobre la inyección letal
El Supremo de EE UU ha anunciado que estudiará la constitucionalidad del procedimiento
La Corte de Apelaciones Criminal de Tejas (EE UU) decidió el martes, por cinco votos contra cuatro, dejar en suspenso durante 30 días la ejecución de Heriberto Chi, hondureño de 28 años. La decisión llegaba pocas horas antes de que los verdugos se dispusieran a aplicarle una inyección letal y una semana después de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos anunciase su decisión de considerar si ese castigo viola la Constitución estadounidense. Cuando muchos expertos legales ven la paralización de esta ejecución como el principio del fin de la aplicación de la inyección letal en el Estado sureño, las autoridades tejanas anunciaban su intención de superar la decisión del tribunal de su Estado y continuar con las ejecuciones.
Chi iba a ser el preso número 27 en ser ajusticiado este año en Tejas, el primer Estado en número de condenas a pena de muerte. "Puede que este paso nos sitúe en la misma categoría que Estados más progresistas, como Alabama o Florida. Alguien tiene que decidir sobre esta cuestión, así que vamos a parar de matar gente. Si los vamos a matar, siempre podemos hacerlo más adelante", declaró Wes Ball, abogado de Chi. Desde el año 1982, 405 presos han recibido esta inyección en el Estado. "Estoy agradecido de que haya algo de sentido común en el gran Estado de Tejas", dijo ayer el abogado. "No estamos solos en el desierto".
La Corte de Apelaciones dio a los abogados de Chi 30 días para exponer la cuestión de si "el método de administrar la inyección letal en Tejas es un castigo cruel e inusual" y por tanto viola la octava enmienda de la Constitución del país. En la apelación presentada por los abogados se dice que la inyección letal "produce un riesgo innecesario e inaceptable de que el preso va a experimentar un dolor insoportable con gran sufrimiento". Sólo quedan tres penas de muerte por acometer en el Estado de Tejas hasta final de año. La siguiente tendría que producirse a finales de noviembre.
Para Deborah Denno, profesora de la Fordham Law School, citada por el diario The New York Times, lo sucedido en Tejas es "un punto de inflexión". "Parar una ejecución no es extraño en el país, pero lo es en Tejas. Cuando se habla de pena de muerte se habla de Tejas y luego del resto de EE UU, pareciera que Tejas tiene su propio mundo en cuanto a la máxima pena".
El fiscal general de ese Estado ha dicho que va a revisar caso a caso todos los expedientes de los presos cuya muerte esté programada hasta fin de año. El gobernador, el republicano Rick Perry, ha preferido mantenerse al margen y dejar que los tribunales decidan. Michael Richards, de 21 años, no corrió la misma suerte la semana pasada, cuando fue ejecutado por el mismo procedimiento que ahora se pone en cuestión. Sus abogados tramitaron una apelación después de las cinco de la tarde, la hora en que cierran las oficinas de la Corte de Apelaciones.
El hecho de que Chi sea hondureño ha sido otro argumento a favor de su defensa. El Tribunal de la Haya, a instancias del Gobierno de México, falló recientemente que la pena de muerte aplicada a 50 presos mexicanos en EE UU violaba las convenciones de derechos humanos porque a éstos se les había denegado el derecho a disponer de la ayuda legal necesaria que se reconoce en la Convención de Viena de 1963. El presidente de EE UU, George W. Bush, decidió entonces ordenar nuevos procesos para los prisioneros mexicanos. "A Chi se le iba a matar porque es hondureño y no mexicano", asegura David Dow, profesor de derecho de la Universidad de Houston. "Simplemente, es absurdo".
A Chi le arrestaron en California, después de que supuestamente hubiera asesinado al encargado de una tienda de ropa en la ciudad de Arlington hace más de seis años. Residía en EE UU de forma irregular y tuvo que enfrentarse a la justicia en Tejas. Había sido sastre en la tienda en la que se produjo el asesinato. "Soy crisitiano. Conozco al Señor y, si es su voluntad, aceptaré lo que venga", dijo recientemente a Associated Press. Más allá de sus referencias a Dios, el preso se ha negado a dar más detalles del suceso a la prensa.
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