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Reportaje:

Sarkozy, 100 días en el Elíseo

El presidente de Francia, elegido en mayo, cumple un centenar de días al frente de Francia con el apoyo popular y con un futuro incierto en materia económica y social

Los 100 días de gracia de Nicolas Sarkozy han pasado. El 16 de mayo de este año sucedió a Jacques Chirac como nuevo presidente de Francia y, desde el primer momento, el que hasta entonces era ministro de Interior, impuso un estilo de ruptura con los 12 años de su veterano predecesor. Sarkozy, de 52 años, conservador, cumple hoy 100 días en el cargo. 100 días que han estado marcados por su omnipresencia, su hiperactividad y voluntarismo y en los que se ha apuntado éxitos, aunque afronta ahora un otoño caliente en los frentes económico y social.

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Tras unas vacaciones un tanto polémicas en Estados Unidos, donde su almuerzo informal con el presidente, George W. Bush, y su familia simbolizó el inicio de una nueva era en las relaciones entre París y Washington, Sarkozy ha reanudado el trabajo esta semana, resuelto a seguir ocupando todo el terreno y a proseguir sus reformas. "Nunca seré un presidente estático (...) el primer ministro es un colaborador. El patrón soy yo", ha dicho esta semana.

Cuenta con una popularidad elevada, pese a una caída de cinco puntos en un mes. El 64% de los franceses sondeados por Ipsos se declaran favorables a su acción, más que todos sus predecesores de la V República, salvo Charles de Gaulle. Su popularidad se basa en la puesta en marcha de leyes, su atención a todos los problemas y frentes y su protagonismo constante en los medios de comunicación.

Los editorialistas destacan la omnipresencia, mediatización y ritmo desenfrenado de este hiperpresidente", que quiere ocupar el primer plano en todos los frentes. Un estilo que "no deja indiferente a nadie", según Le Figaro, que rechaza las acusaciones de "golpes efectistas". El periódico Le Monde escribe que de tanto querer demostrar su eficacia Sarkozy "se pasa" y "se expone demasiado para durar"; Libération dice que no se espera de un jefe de Estado que "reaccione en todo momento como un francés medio", sino que proponga orientaciones sólidas y duraderas. Y L'Express habla de "bicicleta sin freno".

Promesas cumplidas

Sarkozy, cuyo eslogan ha sido "digo lo que hago y haré lo que digo", ha cumplido en estos 100 días muchas de sus promesas. El Parlamento, controlado por su partido conservador UMP ?aunque redujo posiciones en las Legislativas de junio-, ha votado en julio el primer paquete de reformas del presidente. Liberalización de las horas extraordinarias, rebajas fiscales, servicios mínimos en el transporte, endurecimiento de las penas de los delincuentes reincidentes y autonomía de las universidades.

Pero el Consejo Constitucional rechazó el carácter retroactivo de la desgravación fiscal de intereses de hipotecas para la compra de la vivienda principal, que era una de sus promesas más populares. "A los que me reprochen no haber cumplido mi promesa, les diré: diríjanse al Consejo Constitucional", lanzó Sarkozy, cuyo Gobierno debe desvelar mañana un dispositivo que subsane en parte este revés.

Política exterior

En política exterior, el presidente se desvivió para que los líderes de la Unión Europea llegaran a un acuerdo sobre un tratado simplificado que sustituya a la Constitución rechazada por los votantes franceses y holandeses en sendos referendos en 2005.

Y se marcó otro éxito con la liberación por Libia de las cinco enfermeras búlgaras y el médico palestino. Su esposa, la enigmática Cécilia, viajó dos veces a Tripoli en la fase final de la negociación y acompañó a los sanitarios en su regreso a Bulgaria.

Querer colgarse la medalla por esa liberación molestó en la UE, que ya trabajaba por ella, y la polémica sobre posibles contrapartidas resurgirá con la investigación parlamentaria. El Elíseo excluyó hoy que Cécilia Sarkozy comparezca ante los diputados, como pidieron los socialistas al calor de la pequeña controversia que surgió cuando la Primera Dama faltó a un almuerzo con la familia Bush este mes en EE UU.

Desde la oposición

La oposición socialista, sacudida por la derrota electoral, desgarrada por las divisiones internas y desestabilizada por la estrategia de "apertura" de Sarkozy -que ha incluido a izquierdistas en su Gobierno-, no se la escuchó en los primeros cien días de Sarkozy, pero afila ahora las armas contra su política económica. El líder socialista, François Hollande, ya disparó la primera flecha al denunciar la "factura" que los franceses tendrán que pagar por los "regalos fiscales" dados a los acomodados. "En materia económica no han aportado nada, como no sea un mayor endeudamiento".

El coste de ese paquete fiscal es un quebradero de cabeza del Ejecutivo para elaborar el nuevo presupuesto sin agravar el déficit. La crisis de los mercados financieros puede agravar la coyuntura económica desfavorable: La economía creció la mitad de lo previsto en el segundo trimestre y el déficit comercial se ha agigantado.

Mientras, el otoño social se perfila caliente, con los sindicatos en pie de guerra por los servicios mínimos o la supresión de puestos de funcionarios, sin olvidar la prometida reforma laboral o el plan de franquicias médicas.

Nicolas Sarkozy.
Nicolas Sarkozy.REUTERS

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