EE UU construye un muro en Bagdad para segregar a chiíes de suníes
Con la valla, de cinco kilómetros, pretende proteger un enclave suní rodeado de barrios chiíes
Soldados estadounidenses están construyendo un muro de hormigón en Bagdad para separar a chiíes de suníes y evitar así que se sigan matando en una ola de ataques y venganzas. La valla, de cinco kilómetros de longitud y 3,6 metros de alto, se está levantando, según informa el Ejército, con el fin de proteger un enclave suní que está rodeado de barrios chiíes, una zona altamente conflictiva que "se ha visto sumida en una espiral de violencia sectaria y represalias".
Cuando el muro esté terminado, la comunidad suní de Azamiyah, situada en la parte este del río Tigris, vivirá en una especie de cárcel, separada de los barrios de Shamasiya y Gurayaat, poblados mayoritariamente por chiíes. Estará completamente rodeada y habrá puestos de control de tráfico vigilados por soldados iraquíes, que serán los únicos puntos de acceso, según el Ejército.
Aunque Bagdad está repleto de barricadas, controles de seguridad y barreras, como la que circunda la Zona Verde de alta seguridad, el de Azamiyah será el primer muro basado en consideraciones sectarias, según subraya Los Angeles Times.
"¿Tratan de dividirnos en cantones?"
"Los chiíes entran y atacan a los suníes y estos responden desde el otro lado de la calle", indica el capitán Scott McLearn, del batallón de apoyo estadounidense, que comenzó el proyecto el 10 de abril y que trabaja "de forma prácticamente continuada hasta que el muro esté completado", según el comunicado del Ejército. El rotativo estadounidense apunta que el muro estará terminado a finales de este mismo mes.
La valla de hormigón supone un intento de frenar la balcanización de la ciudad más poblada y violenta de Irak. "Es una de las claves de la nueva estrategia de la coalición y las fuerzas iraquíes para romper el ciclo de violencia sectaria", añade el capitán McLearn. Entrevistados por Los Angeles Times, chiíes y suníes que viven a la sombra del muro coinciden en criticar la valla no sólo por lo que supone segregar una ciudad, sino por problemas de orden práctico: clientes y trabajadores tendrán muchas dificultades para entrar en Azamiyah, sobre todo en coche. Además, los vecinos se quejan de que su trazado está cortando calles y aceras.
"¿Tratan de dividirnos en diferentes cantones sectarios?", se pregunta un suní dueño de una droguería en Azamiyah, que se identificaría como Abu Ahmed, de 44 años. "El muro profundizará la lucha sectaria y sólo servirá para abortar los esfuerzos para la reconciliación", añade, tajante. Majid Fadhil, un comisario chií de policía de una vecindad al norte del muro, asegura con rotundidad: "Esta cerca no va a funcionar". Muchos entrevistados relacionan esta frontera con la que Israel levanta en Palestina. "¿Es que estamos en Cisjordania?", dice Abu Qusay, un farmaceútico de 48 años, que a partir de ahora no podrá comer en su restaurante favorito, que queda del otro lado del muro.
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