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Se ofrece trabajo digno a marero arrepentido

La patronal de Guatemala pone en marcha el Plan Desafío 100 para contratar a ex pandilleros y facilitar su incorporación a la sociedad

Como una luz al final de un túnel marcado por el crimen, el alcohol y las drogas, 188 de los más de 65.000 pandilleros que, según estimaciones de la policía, integran en Guatemala las llamadas maras (de marabunta, hormigas del Amazonas que atacan en enjambre, como las abejas asesinas), buscaban la semana pasada un puesto de trabajo que les permita su incorporación a la sociedad. La tarea no es fácil. Sólo 53 pasaron las pruebas requeridas por las 49 empresas que habían decidido abrir sus puertas y ofrecer una oportunidad de trabajo a los ex pandilleros. Pero, según dijo a EL PAÍS el portavoz de la patronal guatemalteca, Carlos Tárano, “las puertas siguen abiertas y el programa está vigente. Habrá nuevas oportunidades para que más gente pueda irse incorporando al mercado laboral a lo largo del año 2007”.

Tárano se refiere al llamado Plan Desafío 100, porque inicialmente se pensó en contratar a un centenar de ex pandilleros que cumplieran algunos requisitos mínimos: haber abandonado las pandillas al menos un año antes, no tener cuentas pendientes con la justicia y haber superado pruebas psicológicas, de coeficiente intelectual y de aptitud, “que permitan asegurar que ya están capacitados para desempeñar un empleo formal”.

No es el primer intento que se hace en Guatemala para rehabilitar a los delincuentes juveniles, pero sí el más esperanzador, porque ahora es la todopoderosa patronal la que abre sus puertas a jóvenes que han nacido y crecido en la más absoluta marginalidad y, por tanto, están marcados por el resentimiento. Son el fruto de hogares desintegrados, con padres alcohólicos y dependientes de las drogas, que sufrieron violencia física y psicológica desde la infancia. Vieron a sus progenitores extorsionar, asesinar, asaltar o vender su cuerpo como fuente de ingresos para satisfacer su dependencia y llevar a casa algún alimento, en ese orden de prioridades. A lo anterior se contrapone el pánico que los pandilleros despiertan entre la población, lo que se traduce en rechazo hacia quienes intentan integrarse en la vida normal.

250.000 muertos

Nada de extrañar en un país donde, según palabras del cardenal Rodolfo Quezada Toruño, la violencia criminal está causando la muerte de “más gente que durante el enfrentamiento armado”, en alusión a los 36 años de guerra de enfrentamiento que desangró a este país centroamericano entre 1960 y 1996, y que se saldó con 250.000 muertos y secuestrados-desaparecidos.

Las estadísticas corroboran esta apreciación. Entre enero y el 15 de diciembre del año en curso, en Guatemala murieron violentamente 5.825 personas (551 de ellas, mujeres), de acuerdo a cifras facilitadas por el matutino local Nuestro Diario.

El hecho de que dos terceras partes de las víctimas sean jóvenes hace que la policía califique las muertes como el resultado de las peleas por territorio entre maras, aunque algunas organizaciones humanitarias creen que este argumento, fundamentalmente cuando se trata de asesinatos de mujeres, es una argucia de las autoridades “para disimular su incapacidad en el esclarecimiento de esas muertes”.

A ello se suma el chantaje de las pandillas, que asesinan a quienes las abandonan o boicotean a las pequeñas empresas que contratan a los “desertores”. Sólo los respetan cuando éstos argumentan que “han encontrado a Cristo” y se refugian en las iglesias. Con todo, el empresariado está dispuesto a apostar por la reinserción de quienes muestren voluntad de abandonar las pandillas. “El mismo rechazo que los ex mareros sienten hacia la sociedad se convierte en un acicate para que estos jóvenes hagan mejor su trabajo”, comentó un empresario del ramo textil durante la inauguración del programa.

De acuerdo a los cálculos de la policía, el número de jóvenes que integran las maras o pandillas juveniles asciende a 65.000. Tres son las principales pandillas que operan en Guatemala: la Salvatrucha, la 18 y la 33 o Break. Las pandillas se dividen en 403 clicas o grupos que trabajan en los territorios en que han dividido las ciudades.

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