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Reportaje:

Sentimientos reñidos en Rusia en el 15 aniversario de la asonada golpista

Los rusos recuerdan hoy con mucha indiferencia el frustrado intento de golpe de estado que hace 15 años selló la caída del comunismo y precipitó la desintegración de la Unión Soviética

Rusia recuerda hoy con sentimientos divergentes y mucha indiferencia el frustrado intento de golpe de estado que hace 15 años selló la caída del comunismo y precipitó la desintegración de la Unión Soviética. Apenas un centenar de militantes comunistas se ha dado cita en Moscú, con banderas rojas, retratos de Lenin y Stalin y consignas en memoria de la URSS, para rendir homenaje a aquel "intento de salvar el país" de las reformas aperturistas del presidente soviético, Mijaíl Gorbachov.

Los congregados, en su mayoría gente en edad avanzada, tampoco escatimaron críticas al primer presidente de Rusia, Borís Yeltsin, quien aprovechó su victoria sobre los golpistas para desbancar del Kremlin a Gorbachov, desmembrar la URSS y emprender dolorosas reformas capitalistas.

"En los años de estas reformas hemos perdido 10 millones de habitantes... Dos terceras partes de la población viven por debajo del umbral de la pobreza, y el nivel de vida apenas supera al de 1991", denuncia en el mitin el dirigente comunista Vladímir Gúsev. Las autoridades, por su parte, han eludido celebrar el aniversario, apenas recordado por la televisión oficial con algunos documentales, y sólo el partido liberal Unión de Fuerzas de Derechas ha convocado una marcha para recordar aquellos días, cuando "el pueblo se sintió libre y capaz de hacer historia y defender la democracia".

Gorbachov ha declarado en estos días que los halcones del Politburó comunista actuaron entonces contra él movidos por "el temor de perder sus puestos", y no por el deseo de salvar el país, como sostienen. El artífice de la perestroika admitió que su otro antagonista de entonces, Yeltsin, "jugó un papel decisivo" en la derrota de la asonada, pero, según él, sus ambiciones personales de poder "hicieron que perdiéramos el país".

Quince años después, un sondeo del Centro sociológico Levada revela que el 39% de los rusos considera que la usurpación del poder por la junta golpista sólo fue una pelea entre los clanes gobernantes. Otro 36%, nostálgicos de la URSS, cree que la intentona golpista fue un acontecimiento trágico que tuvo nefastas consecuencias para el país y el pueblo, al precipitar la desmembración de la URSS. Sólo un 13% de los encuestados cree que aquello fue el triunfo de una revolución democrática que acabó con el poderío del Partido Comunista, y el restante 12% ni siquiera supo definir su actitud y valorar aquellos sucesos.

Por otra parte, un 44% opina que Rusia, que se erigió entonces en sucesora del imperio comunista y emprendió a tropezones reformas democráticas y dolorosas transformaciones económicas, va hoy en día por mal camino. Sostiene lo contrario otro 30%, satisfecho con las libertades democráticas y económicas conseguidas en los últimos tres lustros.

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Principio del fin de la URSS

El 19 de agosto de 1991 una junta golpista creada por el ala dura del Partido Comunista y autodenominada Comité Estatal de Emergencia incomunicó a Gorbachov en su residencia en el mar Negro y usurpó el poder central en la URSS para "evitar la descomposición del país". El objetivo de la junta, encabezada por el vicepresidente de la URSS, el jefe del KGB y el ministro de Defensa, era impedir la firma por las repúblicas de un Tratado de la Unión preparado por Gorbachov para renovar la URSS sobre una base no ideologizada.

Los golpistas introdujeron tanques en Moscú e impusieron el toque de queda, pero Yeltsin encabezó una campaña de desobediencia civil y, respaldado por Occidente, convirtió la "Casa Blanca", sede del Parlamento ruso, en el cuartel general de la resistencia. La negativa del Ejército de apoyar a los golpistas y la firme actitud de los moscovitas, que forman un escudo humano en torno a la Casa Blanca para evitar su asalto, condicionaron el fracaso de la asonada, que terminó dos días más tarde con la detención de los golpistas y el retorno de Gorbachov.

Pero en Moscú el poder ya había pasado a manos de Yeltsin, quien no dudó en capitalizar su victoria y suspendió las actividades del Partido Comunista. El 8 de diciembre los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia disolvieron la Unión Soviética, y el día 25 Gorbachov anunció su dimisión y la desintegración de la URSS, y la bandera tricolor rusa sustituyó en el Kremlin a la enseña roja soviética.

La intentona golpista de 1991 "nos dio una lección: si seguimos haciendo historia mediante golpes palaciegos, prescindiendo de la democracia y la participación popular en los procesos políticos, nunca tendremos un país libre y próspero", según el resumen de Gorbachov.

Un hombre porta una caricatura de los presidentes rusos Yeltsin y Putin, durante un homenaje al frustrado intento de golpe de estado de hace 15 años.
Un hombre porta una caricatura de los presidentes rusos Yeltsin y Putin, durante un homenaje al frustrado intento de golpe de estado de hace 15 años.REUTERS

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