La ola de violencia en Sao Paulo causa más de 130 muertos en cuatro días

La ola de violencia desatada por el crimen organizado en Sao Paulo ha dejado un total de 133 muertos en los últimos cuatro días, según un nuevo balance de las autoridades. El Gobierno de São Paulo ha anunciado que ya ha tomado el control en las prisiones donde los internos llevaban tres días amotinados en protesta por el traslado de los jefes de una mafia carcelaria a centros de máxima seguridad.

Entre las víctimas fatales figuran 40 miembros de los organismos de seguridad, de los cuales 23 son policías militares, seis policías civiles, tres agentes de la Guardia Civil Metropolitana y ocho carceleros, además de cuatro civiles, según la Secretaría de Seguridad Pública paulista. Las otras 71 eran criminales que murieron en los enfrentamientos con la policía.

A este balance se une el fallecimiento de 18 presos durante los motines sofocados esta tarde en varias cárceles del estado, según han informado fuentes oficiales. El Gobierno de São Paulo ha anunciado que ya ha tomado el control en 73 prisiones donde los internos llevaban tres días amotinados en protesta por el traslado de los jefes de una mafia carcelaria a centros de máxima seguridad.

El gobernador del estado más rico y poblado de Brasil, Claudio Lembo, ha informado que las autoridades carcelarias han vuelto a controlar los 73 presidios paulistas sin que se registrara ninguna muerte durante las rebeliones. Sin embargo, en otras 20 prisiones las rebeliones continúan y los presos tienen en su poder a un total de 82 rehenes.

Miedo entre la población

Tras los ataques a la policía y los motines, el PCC orientó su ofensiva contra los vehículos de transporte público y sucursales bancarias, lo que ha generado miedo entre la población. Según las autoridades, los ataques fueron una represalia del PCC por el traslado, el pasado jueves, de 765 reclusos, entre ellos los cabecillas de la banda, para presidios de máxima seguridad.

Entre la noche del domingo y este lunes los delincuentes han prendido fuego a por lo menos 80 autobuses y 13 oficinas bancarias, lo que ha obligado a los bomberos a multiplicarse para tratar de atender todas las emergencias. El ulular de sirenas de los bomberos, los coches de la policía y las ambulancias ha sido una constante en las avenidas de São Paulo, mientras que numerosos comerciantes de la ciudad y de algunos municipios vecinos cerraron las puertas por miedo a ser víctimas de ataques.

Mientas tanto, algunos centros comerciales han tenido que cerrar sus puertas, y lo mismo ha ocurrido con decenas de escuelas. En muchas oficinas y fábricas también se ha adelantado en varias horas el cierre de las actividades para que los empleados regresen a sus casas cuanto antes.