Un motín en una prisión brasileña deja ocho muertos por asfixia
Sexta rebelión carcelaria en 30 horas en el Estado de São Paulo
Tras 20 horas de tensión, una rebelión protagonizada por los internos de la prisión de Cadeia Publica de Jundiaí, en el Estado brasileño de São Paulo, concluyó ayer con siete presos asfixiados y dos heridos graves. Es la sexta rebelión en poco más de 30 horas en el Estado de São Paulo, algo significativo si se tiene en cuenta que el gobernador, Gerardo Alckmin, acaba de ser elegido candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) a la presidencia de Brasil.
Los presos de Jundiaí habían tomado el miércoles cinco rehenes, entre ellos una investigadora que fue liberada durante la madrugada. Los siete muertos perdieron sus vidas, al parecer, asfixiados por el humo de los colchones quemados por los amotinados para impedir que entraran las fuerzas del orden. En dicho penal se hacinan 470 presos, a pesar de que sólo tiene cabida para 120.
El edificio quedó medio destruido, al igual que varios de los cinco presidios que registraron motines en las últimas horas, aunque en ellos no se produjeron víctimas mortales.
Como es habitual, los presos reivindicaban su traslado a otras cárceles con menor hacinamiento, se quejaban de malos tratos de sus carceleros y exigían mejores condiciones de vida en la prisión.
En todas las rebeliones, los efectivos de la policía y del Ejército procuran no entrar en la prisión para evitar un mayor número de víctimas. En esos casos, los amotinados suelen decapitar a los compañeros que no aceptan la rebelión o que pertenecen a bandas rivales, generalmente ligadas a los grupos que, especialmente en las favelas, se disputan el mercado de la droga.
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