Abdalá bin Abdelaziz, más conservador y panarabista que su hermanastro
Abdalá bin Abdelaziz, príncipe heredero de Arabia Saudí desde 1982 y hermanastro del fallecido rey Fahd, ha sido proclamado nuevo monarca del país, aunque ejercía el poder en la sombra desde 1995. Sus orientaciones son distintas a las del rey Fahd, sobre todo en lo que se refiere a la política exterior, en la que se muestra más conservador y panarabista.
A casi todos los efectos ha llevado las riendas del reino desde hace diez años, cuando Fahd sufrió un accidente cerebrovascular, y se ha mostrado crítico no sólo con Israel, sino también con la presencia de Siria en el Líbano. En los últimos años ha sido recibo en dos ocasiones por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en la finca de éste en Texas.
En cuestiones religiosas se muestra más devoto que su difunto hermanastro, y es el único de la familia Saud del que se conocen contactos con la oposición integrista saudí, aunque lucha con mano de hierro contra los radicales islamistas.
Abdalá bin Abdelaziz es hijo del rey Saud, lo mismo que el rey Fahd, si bien tienen distinta madre. En 1962 fue nombrado jefe de la Guardia Nacional e inició una tarea de reorganización y desarrollo del Ejército saudí, equipándolo con armas modernas. En 1975 fue nombrado por el rey Jaled (hermano del rey Fahd) vicepresidente segundo del Consejo de Ministros, cargo por el que presidía en algunas ocasiones el Consejo y que se añadía a sus responsabilidades como jefe de la Guardia Nacional. El rey Fahd le designó príncipe heredero y le nombró por real decreto vicepresidente del Consejo de Ministros en 1982.
Abdalá ha desempeñado un destacado papel en la resolución de las discrepancias surgidas entre los Estados árabes. El 1 de enero de 1996 el rey Fahd le cedió el control de los asuntos de Estado mediante un decreto, un mes después de ser hospitalizado el monarca como consecuencia de un derrame cerebral, en diciembre de 1995.
Mientras el monarca saudí trataba de estrechar las relaciones del país con Occidente, especialmente con EE UU a pesar de la oposición de algunos miembros de la familia real, el príncipe Abdalá defiende una política basada en estrechar los vínculos con los países hermanos árabes. Fue precisamente el príncipe Abdalá uno de los más críticos de la política saudí cuando el rey Fahd invitó a las tropas norteamericanas a establecerse en la misma Arabia que venera la santidad de La Meca y Medina. Con sus observaciones abrió un debate que se sigue manteniendo en el mundo de la política saudí.
En febrero de 2002 Abdalá fue el artífice de un plan por el que el mundo árabe reconocería y normalizaría sus relaciones con Israel a condición de que ese país evacuara los territorios de Cisjordania y Gaza, que ocupó militarmente en la guerra de 1967, para la proclamación en ellos de un Estado palestino con capital en Jerusalén oriental. Se trataba de la segunda propuesta de paz de Arabia Saudí desde 1981, cuando el rey Fahd propuso a los Estados de la Liga Árabe, aunque sin mayor éxito, "reconocer" a Israel.
Sin embargo, meses después este plan fracasó al ser rechazado por un lado por el primer ministro israelí, Ariel Sharon, y también ante la incomparecencia en la cumbre de la Liga Árabe de Beirut (Líbano) de los principales líderes árabes, entre ellos los presidentes de Egipto y Siria, Hosni Mubarak y Bachar el Asad, el rey de Jordania Abdalá II, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yaser Arafat, quien se encontraba confinado en Ramala por las autoridades israelíes.
En abril de 2002 viajó en representación de su hermanastro a Estados Unidos donde se entrevistó con el presidente norteamericano, George W. Bush, a quien pidió una firme actuación para que Israel retire sus tropas de Palestina. En junio de 2003 patrocinó un simposio de diálogo nacional en el que participaron por primera vez representantes de la minoría musulmana chií hasta ese tiempo marginada de la actividad política.
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