Una periodista del 'New York Times' ingresará en prisión por negarse a revelar su fuente
Su colega de la revista 'Time' accede finalmente a comparecer ante el juez
Un juez federal de Estados Unidos ha ordenado el ingreso en prisión de la periodista del diario The New York Times Judith Miller por negarse a divulgar ante el juez su fuente tras el escándalo por la filtración de la identidad de un agente de la CIA. Sin embargo, su colega de la revista Time Matthew Cooper ha accedido en el último momento a comparecer ante el tribunal para evitar la cárcel.
El juez del distrito de la Corte Federal en Washington, Thomas F. Hogan, ha rechazado la petición del abogado de la periodista para que se diera curso a un arresto domiciliario. Segun el juez, Miller ingresará en una prisión del distrito de Comumbia hasta octubre, aunque la decisión podría revocarse si finalmente la reportera accede a revelar su información. Será entonces cuando el jurado que investiga si existen fundamentos para presentar una acusación formal terminará su trabajo.
"Todavía existe una posibilidad realista de que el confinamientohaga que testifique", ha declarado convencido el juez federal Thomas Hogan durante la audiencia celebrada para decidir si enviaba o no a prisión a Miller y a Matthew Cooper. Sin embargo, la reportera se ha mantenido firme y ha asegurado que pase el tiemo que pase en la cárcel, jamás traicionará a sus informadores.
Cooper se ha visto obligado a comparecer este miércoles ante el tribunal a pesar de que el pasado 30 de junio su empresa accedió a entregar sus notas a los investigadores. Miller, por el contrario, se ha negado a dar su brazo a torcer a pesar de que, aunque sí hizo pesquisas sobre la identidad del agente de la CIA, nunca llegó a publicar el artículo.
"Una periodista honorable"
El periodista Cooper ha asegurado que su decisión final de declarar ante el tribunal la ha tomado a última hora, y de hecho, asegura que anoche se despidió de su hijo, dispuesto a pasar una temporada en prisión pagando un precio a su negativa de revelar sus fuentes periodísticas.
Por su parte, el director del New York Times, Bill Keller, calificó la sentencia como "un acto draconiano que castiga a una periodista honorable". Keller ha asegurado que Miller había tomado "una decisión valiente y según sus principios". Por su parte, el abogado de Miller, Floyd Abrams, ha afirmado que su cliente había decidido "ir a la cárcel antes que traicionar a sus fuentes".
Conmoción tras la orden del juez
La sentencia ha causado conmoción entre los medios de comunicación del país, que contemplan con horror las posibles repercusiones de este caso para la libertad de prensa en EE UU.
Cooper y Miller se habían negado durante meses a comparecer ante un jurado que busca determinar quién en la actual administración estadounidense filtró la identidad de la agente secreto de la CIA Valerie Plame, esposa de un ex diplomático. El magistrado Hogan declaró a ambos periodistas, el pasado mes de octubre, en desobediencia civil por su reiterada negativa a prestar testimonio.
En EE UU, revelar "a sabiendas" la identidad de un agente secreto es un delito federal, pero como se desconoce quién fue la fuente y cuáles fueron sus intenciones, pese a los dos años de pesquisas, todavía no se ha podido determinar si existe o no delito.
Interrogante a la libertad de prensa
La inusual situación de estos periodistas hizo que el Club Nacional de Prensa, una de las instituciones con más solera de la capital estadounidense, asegurase en un comunicado reciente que este caso supone un abuso "particularmente atroz" de la discreción del fiscal. El fiscal federal, Patrick Fitzgerald, instó el martes al juez a que adoptase la excepcional medida de encarcelar a los reporteros, argumentando que esa podría ser la única forma de hacerlos hablar.
La Casa Blanca guarda silencio
La ocupación secreta de Plame se supo pocos días después de que su marido, el ex embajador Joseph Wilson, refutase la acusación realizada por el presidente George W. Bush de que Sadam Husein había intentado comprar uranio en Níger para fabricar una bomba atómica. Wilson afirmó que la filtración fue una medida de represalia de la Casa Blanca y apuntó directamente a Lewis Scooter Libby, el jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, como responsable.
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