Mónaco despide a Raniero en una sobria y sentida ceremonia
Reyes y líderes políticos de todo el mundo asisten a las exequias, entre ellos el rey Juan Carlos
El funeral de Raniero III se ha celebrado hoy en una emotiva y sobria ceremonia en la catedral de Mónaco ante la presencia de 61 delegaciones internacionales (entre las que figuró el rey Juan Carlos) y miles de monegascos, que contemplaron, en silencio y de riguroso luto, el paso de los restos mortales de quien fue su soberano durante 56 años.
En una sencilla ceremonia, y recorriendo paso a paso el mismo camino que siguió el ataúd de su esposa Grace Kelly, muerta en 1982, el féretro de Raniero III, fallecido el pasado 6 de abril, fue conducido hoy desde el palacio hasta la catedral del Principado, donde será enterrado junto a la tumba de su mujer.
Entre los invitados destacaba el rey de España, don Juan Carlos, "buen amigo" de Raniero según sus propias palabras, que ocupó el puesto central de la primera fila, flanqueado por el presidente francés, Jacques Chirac -con el que dialogó repetidamente-, y su esposa Bernadette, además de por los reyes de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia.
El rey de los belgas, Alberto, y la reina de Noruega, Sonia, así como los presidentes de Irlanda y Eslovenia, también ocuparon puestos de honor entre los ilustres invitados. En total, 61 delegaciones internacionales, que incluyen a nueve jefes de Estado, quisieron rendir un último tributo a Raniero.
Cortejo fúnebre
Antes de las exequias, los asistentes visitaron la capilla ardiente, y después pasaron al Salón Azul de palacio, donde dieron el pésame, personalmente, a los tres hijos del monarca: Alberto, su sucesor, Carolina y Estefanía.
Posteriormente, poco después de las 11.00, las personalidades caminaron hasta la catedral, situada a unos pocos centenares de metros de distancia del palacio.
Pasado el mediodía, con algo de retraso respecto al horario previsto, se puso en marcha el cortejo fúnebre. El ataúd iba cubierto con dos banderas, la oficial monegasca y otra de la Casa Grimaldi, que recordaba la conquista de Mónaco, en 1297. Bajado hasta el patio por seis miembros del servicio de palacio, por orden expresa de Raniero, fueron seis carabinieri, policía oficial del Principado, vestidos con traje de gala, los que luego llevaron el féretro por las calles hasta la catedral.
A pocos pasos, el nuevo soberano, Alberto II, flanqueado por sus dos hermanas, Carolina y Estefanía, tocadas con un velo negro. En cabeza del cortejo figuraba el arzobispo de Mónaco, Bernard Barsi, y en él tomaron parte miembros de la familia y autoridades del Principado. Sorprendentemente, y por deseo del príncipe fallecido, Odin, el fiel perro de Raniero III, también tomó parte en la comitiva oficial, con una correa negra en señal de luto.
Durante todo el recorrido, miles de monegascos seguían con la vista el paso del ataúd de quien fue, durante 56 años, su soberano. Vestidos con colores oscuros, muchos aprovecharon el día de cierre de comercios y empresas ordenado por el Principado para acercarse a dar un último adiós al príncipe.
En otras seis iglesias de Mónaco se retransmitió la ceremonia mediante grandes pantallas y, desde primera hora de la mañana, estaban llenas de público. Esta tarde, a las 18.30, se celebrará una segunda misa de réquiem, en la catedral, para los monegascos. Después, a última hora del viernes o a primera del sábado, Raniero III será enterrado en la más estricta intimidad.
Ernesto de Hannover, el gran ausente
La misa duró una hora y media y fue oficiada por el arzobispo Barsi. En el primer banco del templo estaban los tres hijos de Raniero. También, los hijos mayores de la princesa Carolina: Andrea Casiraghi, Charlotte y Pierre.
El marido de la princesa Carolina, Ernesto Augusto de Hannover, no estuvo presente en la ceremonia por su delicado estado de salud. El palacio monegasco ha declarado hoy que el aristócrata alemán mejora de la pancreatitis aguda que provocó su hospitalización, el pasado 5 de abril.
También faltaron a la ceremonia la hija de Carolina y Ernesto, Alexandra, y los tres hijos de Estefanía, Pauline, Louis y Camille, a quienes su madre siempre ha tenido alejados de los paparazzi, de los que ella se ha sentido víctima tantas veces.
Durante toda esta semana, los restos mortales de Raniero han sido expuestos a los monegascos y las autoridades presentes en el Principado en la capilla de San Juan Bautista, dentro del palacio de la familia Grimaldi. Las autoridades de Mónaco han indicado que, en estos días, han pasado a darle su último adiós 10.000 de los 32.000 residentes en este pequeño país de la Costa Azul.
Raniero III falleció el 6 de abril a los 81 años en el Centro Cardio-torácico del Principado, donde llevaba dos semanas ingresado por una afección broncopulmonar. La espera de entre siete y nueve días a la muerte del soberano para celebrar los funerales es tradición en la Casa Grimaldi. Está previsto que el duelo nacional por la muerte de Raniero dure tres meses, hasta el 6 de julio.
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