La salud del Papa empeora por una infección urinaria que le ha provocado una fuerte fiebre

El estado de salud del Papa ha empeorado en las últimas horas. Los médicos que velan por la vida de Juan Pablo II se han visto obligados a intervenir a consecuencia de una "caída de la presión sanguínea" del pontífice, según ha informado la agencia de noticias italiana Apcom. Un portavoz del Vaticano ha comunicado a la agencia Ansa que Karol Wojtyla sufre además una fuerte fiebre provocada por una infección urinaria, y está siendo medicado con antibióticos. En breve se va a hacer público un comunicado oficial para salir al paso de estas informaciones. Los medios italianos han adelantado sin embargo que al Papa se le ha dado ya la extremaunción.

Horas antes de conocerse estos datos, varios medios italianos citaban fuentes del equipo médico del Papa para afirmar que los doctores están más preocupados por las dificultades respiratorias de Juan Pablo II que por sus problemas para ingerir alimentos, que le han hecho adelgazar de forma evidente; inquieta también a los médicos el riesgo de infecciones, pues el pontífice sigue con una cánula insertada en la tráquea.

El Papa, de 84 años, fue hospitalizado el pasado 24 de febrero y se le realizó una traqueotomía para ayudarle a respirar (fue entonces cuando se introdujo la cánula, un tubito para que pase el aire); volvió al Vaticano días antes del inicio de Semana Santa, pero no ha podido participar en estos ritos por su extrema debilidad, y cuando lo ha hecho ha ofrecido imágenes dolorosas, al tratar sin éxito de hablar a los cientos de creyentes congregados en la plaza de San Pedro.

El Papa ha perdido varios kilos en los últimos días, según algunos rumores hasta 19; desde hace 24 horas se alimenta con una sonda nasogástrica, que introduce nutrientes directamente al estómago. Según el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, esto sirve "para favorecer una recuperación válida de las fuerzas" La sonda, un tubo de plástico introducido por la nariz, permitirá hacer llegar una papilla hasta el estómago y ayudará a paliar las dificultades digestivas de Juan Pablo II.

Los médicos admitieron que el pontífice tenía grandes dificultades para ingerir alimentos líquidos (los sólidos ya fueron descartados tras la traqueotomía del 23 de febrero) y que sufría vómitos frecuentes. Según informa Enric González, el problema tiene su raíz, como casi todos los demás males de Karol Wojtyla, en la enfermedad de Parkinson, que ha anulado la capacidad funcional de los nervios de la laringe y la tráquea y bloquea el mecanismo de la deglución. También los pulmones (cuya rigidez fue comparada por un médico con la del cartón) y el estómago se ven afectados por la enfermedad degenerativa.

Fuentes del Vaticano han comunicado hoy a la agencia de noticias Reuters que cada vez son más pesimistas sobre la posible recuperación del Papa. "Casi nadie cree ya que vaya a mejorar, pero todos esperamos un milagro", han dicho. Un cardenal ha señalado que el Papa se aproxima al final de su vida.