Un informe parlamentario exculpa a Blair de los errores de inteligencia sobre Irak
Blair acepta ahora que Sadam no tenía armas de destrucción masiva en el momento de la invasión pero defiende que derribarle fue lo correcto
El primer ministro británico, Tony Blair, ha recibido un espaldarazo con la publicación de un informe parlamentario sobre el papel de los servicios secretos antes de la guerra de Irak. El informe, elaborado por Lord Butler, concluye que hubo "serios fallos" en las informaciones de los servicios secretos sobre el arsenal iraquí, pero considera que el primer ministro no es responsable de esos errores. Blair, que ahora comparece en los Comunes, ha asumido el contenido del informe y la responsabilidad por los errores, admitiendo que "parece claro" que Sadam no tenía armas de destrucción masiva "en el momento de la invasión".
Lord Robin Butler ha presidido una comisión nombrada por el Gobierno británico que ha investigado durante cinco meses los fallos de los servicios de inteligencia sobre las supuestas armas de destrucción masiva de Irak. El informe elaborado al término de los trabajos de la comisión, de 196 páginas, es ciertamente crítico con los servicios secretos, a cuyas informaciones atribuye "serios defectos". Según el documento, el MI6, el servicio secreto exterior, "no contrastó las fuentes suficientemente" y en ocasiones dio credibilidad a informaciones "dudosas", "poco fiables" o "de tercera mano".
En esas informaciones se basó el Gobierno de Blair para presentar en septiembre de 2002 un polémico dossier al Parlamento, en el que se exageraba el peligro que podía suponer el régimen de Sadam. Sin embargo, Butler estima que ese dossier no muestra "prueba alguna de una distorsión deliberada o de una negligencia culpable". Blair ha subrayado esta parte al decir ante los Comunes que "nadie mintió y nadie maquilló la información de inteligencia" para elaborar el dossier que presentó en el Parlamento.
Sin embargo, acepta que "según han pasado los meses, parece cada vez más claro que en el momento de la invasión, Sadam no tenía arsenales de armas químicas o biológicas listas para ser desplegadas". Aún así, el primer ministro se ha reafirmado en su decisión: "Creo que hicimos lo correcto", ha dicho, justificando la entrada en la guerra en que creía que Sadam era una amenaza y que el mundo estaría mejor sin él. "Asumo de buena fe la completa responsabilidad de los errores que muestra el informe, pero honestamente digo que librarnos de Sadam no fue un error en absoluto".
Críticas al Gobierno
Aunque se centra en la calidad de las informaciones de los servicios secretos y en sus fallos, en el informe de Butler también hay críticas para el Gobierno de Blair. El documento señala que las "advertencias de los jefes de inteligencia sobre las limitaciones de la información que facilitaban al Gobierno no quedaron suficientemente destacadas" en el dossier que Blair leyó ante el Parlamento para justificar el apoyo de Reino Unido en la guerra. "Ese fue un gran fallo", dice Butler. Haciendo poco caso a esas advertencias, Blair presentó su dossier al Parlamento que podía reforzar la impresión de los diputados de que estaba basado en "información más firme y completa". Por ejemplo, nunca debió decirse que Irak podía lanzar un ataque masivo en 45 minutos, uno de los datos más llamativos que Blair utilizó para justificar la guerra, sin explicar de dónde procedía ese dato, que no estaba comprobado y procedía de una fuente remota.
Por tanto, concluye que los ministros y altos cargos de la Administración y los servicios de inteligencia debieron haber revisado la información que manejaban a medida que iba quedando claro que los inspectores de la ONU no encontraban armas de destrucción masiva en Irak en los meses de antes de la guerra.
En contra de lo que se esperaba, el informe de Butler no es demasiado crítico con John Scarlet, que era jefe del Comité Conjunto de Inteligencia antes de la guerra y actualmente jefe de los servicios de inteligencia exteriores (MI6). De hecho, dice textualmente que "no debería dimitir" de su actual puesto, aunque fue él quien supervisó el informe leído por Blair en el Parlamento.
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