Los jueces alemanes condenan al 'caníbal de Rotemburgo' a tan sólo ocho años de cárcel
Arimn Weis mató y devoró parcialmente a un ingeniero berlinés que contactó a través de Internet
La noche del 10 de marzo de 2001 Arimn Meiwes, de 43 años, llegó a un macabro acuerdo con el ingeniero berlinés Bernd Jürgen B, de la misma edad: comer partes de su cuerpo, empezando por el pene, hasta acabar con su vida. Y así ocurrió. Meiwes congeló los restos que sobraron de la sesión de canibalismo para engullirlos en los días sucesivos. La cita entre la víctima y el caníbal se realizó a través de Internet. Cuando han pasado casi tres años del espeluznante suceso, los jueces del tribunal de Cassel (Alemania) han condenado a Meiwes a tan sólo ocho años y medio de cárcel.
La Fiscalía pedía cadena perpetua para Meiwes por asesinato con motivación sexual y perturbación del descanso de los muertos, mientras que la defensa reclamaba una condena por homicidio con consentimiento de la víctima.
El juez Volker Mütze reconocía hoy al principio de la argumentación de la sentencia que el canibalismo es "un comportamiento condenado por nuestra sociedad". No obstante, a reglón seguido, el magistrado admitía la incapacidad de la justicia para encontrar un castigo adecuado a una conducta que no se contempla como delito en Alemania: "Nos encontramos en un ámbito en los límites del derecho penal, pues faltan precedentes". No fue asesinato, porque Meiwes no mató a su víctima, como sostenía la acusación, sólo para satisfacer sus apetitos sexuales, pues el placer que experimentó el caníbal al matar y trocear a la víctima no fue "un motivo dominante" del crimen, ha argumentado el juez.
Tampoco se trató, como sostenía la defensa, de un asesinato con consentimiento de la víctima -delito análogo a la eutanasia activa-, porque la víctima "no pidió en serio y específicamente" a Meiwes que le matara, sino que quiso vivir "la experiencia de su vida" mientras el caníbal le cortaba el pene, que ambos intentaron comerse.
El condenado confesó que grabó el crimen en vídeo para masturbarse después viendo las imágenes, una cinta de varias horas de duración que fue usada como prueba en el proceso. El magistrado sostiene que el caníbal se comió a su víctima para establecer "la unión más estrecha posible" con ella, y su móvil no fue obtener "sexo y placer", sino "seguridad y recogimiento".
Al final los magistrados, que han considerado a Meiwes plenamente responsable de sus actos tras descartar los médicos que sufra enfermedad mental alguna, han optado por condenarle por homicidio, pena que se castiga en Alemania con un mínimo de cinco años de prisión, que pueden convertirse en cadena perpetua en casos especialmente graves, lo que no ha ocurrido con el caníbal. El dictamen ha causado estupor en la sociedad alemana porque las leyes prevén la posibilidad de que el condenado salga de la cárcel a los cinco o seis años si cumple ciertas condiciones, como buen comportamiento.
Dos personalidades obsesivas
Los expertos explicaron durante el proceso que el caníbal estuvo obsesionado durante su pubertad por un fetichismo por la carne humana inerte, y que sólo experimentaba excitación sexual cuando se imaginaba troceando un cuerpo. La víctima era la perfecta para Meiwes, al sufrír de masoquismo sexual y un creciente deseo de que le cortaran el pene para superar el suicidio de su madre, del que se sentía en parte responsable después de que el padre le contara que la mujer murió en un accidente de tráfico.
"Me alegro de que termine todo", ha manifestado Meiwes antes de escuchar la sentencia, que la ha recibido con la misma serenidad y frialdad con la que participó en todo el proceso, que ha durado dos meses.
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