La ONU advierte a Israel de que deportar a Arafat no contribuirá a la paz
EE UU presiona al Gobierno israelí para que no lleve a cabo sus amenazas
La decisión de desterrar al presidente palestino, Yasir Arafat, consensuada el pasado jueves por el Consejo de Seguridad de Israel, está encontrando una fuerte oposición internacional. La Casa Blanca ha desarrollado una gran ofensiva diplomática y esta noche el Consejo de Seguridad de la ONU ha hecho público un comunicado en el que califica la decisión de Gobierno israelí de "contraproducente". La ministra de Exteriores española, Ana Palacio, ha afirmado en Damasco, donde se ha reunido con su homólogo sirio, Faruk al Charé, que deportar al rais sería "un grave error".
El comunicado unánime del Consejo de Seguridad de la ONU, ha sido leído por presidente de turno, el embajador británico Emyr Jones Parry. En él se cuestiona la decisión de Israel y se asegura que "no debería ponerla en práctica". La ONU también condena todos los actos de violencia cometidos por ambas partes y pide a palestinos e israelíes a que ejerzan la máxima contención.
De cualquier manera, será el próximo lunes cuando la ONU debatirá el proyecto de resolución presentado sobre este tema por los países árabes. "Hemos convenido esperar a escuchar la presentación que realizará el enviado especial de la ONU a Oriente Medio, Terje Roed-Larsen, el próximo lunes en una reunión abierta del Consejo para tomar una decisión más contundente", ha explicado Emyr Jones Parry.
Esta presión internacional no ha hecho, sin embargo, mella en el Gobierno israelí. Esta mañana un alto responsable israelí citado por la agencia France Press ha denunciado esta mañana la "hipocresía" de Consejo de Seguridad de la ONU y de la comunidad internacional. "Cuando se trata de defender a un terrorista como Yasir Arafat el mundo se moviliza, pero cuando niños y mujeres mueren en las calles de Israel, el Consejo de Seguridad de la ONU se calla", ha afirmado este alto responsable, que ha querido mantener el anonimato.
Ofensiva diplomática
La posición de la ONU se suma a los esfuerzos que está realizando Estados Unidos para impedir que el Gobierno de Israel lleve a cabo sus amenazas. El embajador de Estados Unidos en el país, Dan Kurtzer, transmitió ayer personalmente al ministro israelí de Defensa, Saúl Mofaz, la preocupación e indignación del presidente George W. Bush por el destierro de Arafat. El diplomático recordó el compromiso adquirido en 2001 por el primer ministro israelí, Ariel Sharon, ante Bush, cuando prometió "no tocar" al presidente palestino. La respuesta de Mofaz no fue muy alentadora: "El Estado de Israel ha cometido un error histórico de no haberlo hecho antes, pero ahora el mundo entero sabe que Arafat empuja a Hamás y otros factores a torpedear el proceso. Por la seguridad de nuestros ciudadanos debemos expulsar a Arafat", contestó el ministro.
El mensaje de Kurtzer era la reedición de la conversación que horas antes la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, había mantenido con Dov Weiglass, el director de la oficina de Sharon, quien a través del teléfono le había conminado a la prudencia y cautela con respecto a Arafat. Por si no fuera suficiente, el secretario de Estado, Colin Powell, habló anoche con el ministro de Exteriores israelí, Silvan Shalom, y le repitió las mismas advertencias. La Casa Blanca se ha convertido así en el principal abanderado de la ofensiva a favor del presidente palestino, a pesar de haber apoyado durante años las campañas de Israel para aislar internacionalmente a Arafat. También la Unión Europea ha alertado, a través de una portavoz, de los peligros que sobre la región provocaría el destierro de Arafat.
Escudos humanos
Centenares de palestinos se concentraron ayer en las calles de Ramala y marcharon hacia la Mukata para demostrar su apoyo al presidente Arafat y comprometerse a convertirse en escudos humanos e impedir su exilio, en una operación similar a la efectuada por voluntarios internacionales hace dos años, cuando se encerraron en la residencia para proteger al anciano líder de los tanques hebreos.
Ni las presiones de EE UU y de la comunidad internacional, ni el temor de un estallido de indignación popular en la calle palestina parece capaz de frenar al Gobierno de Israel, que está decidido a ejecutar la expulsión en cuanto tenga una nueva excusa para ello. Desde hace un año hay un cuerpo de élite del Ejército preparado para llevar a término la operación. Pero además, la expulsión cuenta con el apoyo del 58% de la población israelí. Sólo el 30% de los israelíes considera que el destierro de Arafat provocaría más problemas y entrañaría un grave riesgo.
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