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PROCESO DE PAZ EN COLOMBIA

El Gobierno y las FARC pactan un calendario para alcanzar la paz en abril

La guerrilla se ha comprometido a mantener un alto el fuego y a acabar con los secuestros durante las negociaciones

El Gobierno colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han salvado la fecha límite marcada por el presidente Pastrana para desbloquear el proceso de paz -fijada para la medianoche de hoy-, y han pactado un nuevo calendario de negociaciones que debe concluir con un acuerdo definitivo el próximo 7 de abril. Este calendario prevé que el 23 de enero comience el estudio del documento base para la paz, presentado el pasado mes de septiembre por un grupo de expertos.

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Como hace una semana, los negociadores han esperado hasta el último momento para tranquilizar al país. Tras una reunión de casi ocho horas mantenida en la aldea de Los Pozos, en la zona neutral, con la participación de la comunidad internacional y la Iglesia Católica, ambas partes han firmado a las 20.19 hora local (2.19 en España) el documento, que consta de 12 puntos.

El acuerdo ha sido leído por el alto comisionado colombiano para la paz, Camilo Gómez Alzate, tras lo cual se ha producido un sonoro aplauso de las partes.

Los secuestros y el paramilitarismo

"El proceso de paz requiere un ambiente propicio y sin confrontación armada", y "la salida política negociada es la vía para resolver el conflicto armado en Colombia", se lee en los considerandos de lo acordado hoy, lo que supone un giro de 180 grados del principio de "negociar en medio del conflicto" que se estableció en noviembre de 1998.

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Durante dos meses y medio, los negociadores se reunirán de miércoles a viernes bajo la supervisión de una comisión de acompañamiento, integrada por los diez países amigos -España, Francia, Italia, Suecia, Suiza, Noruega, Cuba, México, Venezuela y Canadá-, que también se encargará de verificar regularmente los avances.

La primera de estas reuniones, en las que se discutirán los asuntos fundamentales del acuerdo, se celebrará el próximo día 23. El 2 de febrero deberá estar listo un borrador del acuerdo final, que será negociado para su firma hasta el 7 de abril.

Mientras se celebran estas conversaciones, ambas partes se comprometen a mantener una tregua que será garantizada por la comunidad internacional y la Iglesia católica.

Además, las FARC aceptan renunciar además al uso de minas antipersonas, a las pescas milagrosas, (secuestros indiscriminados en retenes guerrilleros establecidos en las vías de comunicación) y la utilización de bombonas de gas cargadas de dinamita lanzadas en catapultas contra instalaciones policiales. A cambio, la guerrilla logra que el Gobierno colombiano prometa poner coto al "fenómeno del paramilitarismo".

El acuerdo indica también que los candidatos presidenciales para suceder al presidente, Andrés Pastrana, en el periodo 2002-2006 serán invitados en febrero a la Mesa Nacional de Diálogo. En ese mismo mes, y como parte del programa de trabajo, serán invitados también los partidos y movimientos políticos, así como el Consejo Nacional de Paz.

Por su parte, el presidente Pastrana ha esperado a que el acuerdo fuera aceptado para prorrogar hasta el 10 de abril la vigencia de la zona de distensión, el área de más de 42.000 kilómetros cuadrados cedida en noviembre de 1998 a las FARC para iniciar las negociaciones de paz.

Una ola de esperanza

Tanto los negociadores gubernamentales como los guerrilleros, así como la Iglesia Católica colombiana, el representantes de la ONU y los embajadores de los países amigos del proceso se han felicitado por estos acuerdos y se han mostrado esperanzados.

El principal portavoz de la guerrilla, Raúl Reyes, ha confiado en "llegar a la fecha fijada con buenos resultados", mientras que el alto comisionado gubernamental de paz, Camilo Gómez, quien también ha manifestado su esperanza de que esta vez se produzcan resultados concretos, ha recordado a las FARC detalles para la disminución del conflicto, como el fin de los secuestros, no atacar a la población civil o no utilizar bombonas de gas como explosivos.

Mucho más optimistas se han mostrado los representantes de la comunidad internacional e incluso James Lemoyne, representante del secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha afirmado que "por primera vez Colombia tiene una posibilidad real de alcanzar la paz".

Para monseñor Alberto Giraldo, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, ha supuesto una "excelente noticia" y ha recordado las palabras de papa Juan Pablo II: "Habrá paz cuando todos entendamos que somos una gran familia".

El coordinador de los países amigos, el embajador francés, Daniel Parfait, ha indicado que "esta noche todos nos sentimos colombianos" y ha agregado que "se abre un espacio nuevo, concreto, con fechas, para llegar a la paz".

Por su parte, el Gobierno estadounidense ha reafirmado su apoyo a los esfuerzos del presidente, Andrés Pastrana, al tiempo que ha renovado su llamamiento a FARC para que respondan a las expectativas de la comunidad internacional y de todos los colombianos en torno a una salida negociada al conflicto.

En cuanto a la población, las primeras reacciones recogidas en las calles de San Vicente del Caguán son contradictorias, por un lado de alivio por la continuación del proceso y, por otro, desencanto porque se esperaba algo más concreto que un nuevo plazo, el 10 de abril.

El negociador de las FARC, Raúl Reyes, y al alto comisionado para la paz, Camilo Gomez, chocan la mano tras firmar el documento.
El negociador de las FARC, Raúl Reyes, y al alto comisionado para la paz, Camilo Gomez, chocan la mano tras firmar el documento.AP

Un millar de muertos al año

La negociación con la guerrilla más poderosa y antigua de América Latina, sublevada hace 38 años contra el Estado, comenzó hace 20 años.

Las intentonas de los sucesivos gobiernos colombianos fracasaron, creció la desconfianza entre las partes, y las FARC consolidaron su doctrinario marxista y un ejército irregular de 17.000 hombres, financiado con los secuestros, el narcotráfico y los impuestos revolucionarios, que fortaleció su margen de maniobra en las mesas de negociación.

Su capacidad de quebrar la estabilidad económica e institucional, creen sus jefes, les aporta fuerza en su recorrido hacia la consecución de importantes cotas de poder en el Estado.

Cerca de 40.000 personas han muerto en los casi cuatro decenios de conflicto, y medio millón ha abandonado sus hogares. Fuentes oficiales atribuyen a las FARC la muerte de 1.060 civiles el pasado año, 714 secuestros, el 25% de total, la destrucción total o parcial de 25 poblaciones, multimillonarios daños a la infraestructura nacional y la colocación de 25.000 minas antipersonas.

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