Berlusconi asume Exteriores mientras Fini se perfila como nuevo ministro
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El presidente de Gobierno italiano, Silvio Berlusconi, se ha estrenado hoy como titular de Exteriores con una reunión para preparar una "profunda" reforma de la diplomacia, que ha antepuesto al debate sobre el futuro ministro, tras admitir la candidatura al puesto de su vicepresidente, el posfascista Gianfranco Fini.
"Fini es vicepresidente del Gobierno y, por tanto, ciertamente candidato a dirigir Exteriores, pero de esto sólo me ocuparé después de haber puesto en marcha la reforma de la Farnesina (la sede del ministerio)", ha sentenciado.
Berlusconi no ha desvelado la duración de la asunción interina de la Cartera que dejó con su dimisión Renato Ruggiero y se ha limitado a insistir en que permanecerá "el tiempo necesario para que el Ministerio se adecúe a las exigencias que le corresponden".
Las presiones para que acorte los plazos, desde la Presidencia de la República y desde algunos sectores de su propia coalición, se mezclan ya con el sinfín de apuestas que se cruzan en Italia sobre las semanas o meses que durará la doble faz política d il Cavaliere.
Una proclama europeísta y provocadora
En un gesto provocador, el primer ministro se ha atrevido a decir a los periodistas con una gran sonrisa que él es la "persona justa en el puesto justo" para el Ministerio de Exteriores.
"Es un trabajo que me gusta y que creo saber hacer bien, porque se necesita un empresario, un innovador, un organizador", ha subrayado medio en broma, medio en serio.
Berlusconi se ha mostrado satisfecho del apoyo recibido ayer por el presidente de turno de la UE, su colega español José María Aznar, y ha tratado de devolver con creces esa confianza sobre la orientación europea de Italia.
Con un discurso cargado de tintes europeístas -"siempre he creído en Europa"-, el primer ministro italiano ha planteado la reforma "sin revoluciones" de la diplomacia de su país como adecuación a una futura Europa con una sola voz en política Exterior.
"Al igual que al Banco de Italia le ha sido sustraída la política monetaria, todos los ministerios del Exterior deberán tener en cuenta que cuando Europa se convierta en el sujeto político que todos deseamos, se hablará con una sola voz", ha señalado.
A partir de este argumento, Berlusconi ha justificado su decisión de "reconvertir la diplomacia italiana para hacer cosas que serán mucho más importantes, en la dirección de la promoción de las empresas y de los productos italianos".
El jefe del Ejecutivo se ha rodeado en su primera visita a la Farnesina de los 51 jóvenes que acaban de ganar el concurso para el ingreso en la carrera diplomática, que le ayudaron a completar el eslogan de que "un viento fresco entra en la diplomacia italiana".
Pese al tono conciliador que usó en su encuentro con la prensa, no ha escatimado críticas a la oposición de centroizquierda y a su líder, Francesco Rutelli, al que ha tildado de "masoquista" por sus "despectivas" dudas sobre el talante europeo del Gobierno.
El "innegable" derecho de Fini
Tampoco ha encajado las críticas que le han llovido desde buena parte de la prensa del continente y, sin ningún afán de modestia, ha tratado de devolverlas con una frase expeditiva: "Cuanto más me critican más me convenzo de estar en lo justo".
Pocas palabras, en cambio, para la eventual candidatura a Exteriores de su vicepresidente y líder del derechista Alianza Nacional (AN), Gianfranco Fini, más allá de reconocerle el "innegable" derecho político.
La biografía de Fini está de nuevo sobre la mesa con sus sombras y sus luces, las que recuerdan su admiración juvenil por Mussolini y las que le reconocen el mérito de haber pilotado el tránsito hacia una derecha de corte europea del profascista Movimiento Social Italiano (MSI) de Giorgio Almirante.
En la clave europeísta que marca el caso, también se ha desempolvado que no votó la ratificación parlamentaria del Tratado de Maastrich, como, paradójicamente, tampoco lo hizo el hoy líder de El Olivo y en 1992 portavoz de los Verdes, Francesco Rutelli.
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