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LA ZONA DEL CONFLICTO

EE UU pide a la Alianza que respete los derechos de la población de Kabul

Pakistán critica la entrada en la capital y exige "un gobierno bajo control de la ONU".-Annan resalta que lo importante ahora es "evitar el vacío de poder"

El presidente de EE UU, George W. Bush, se ha mostrado "muy satisfecho por el progreso de la guerra" en Afganistán, tras la toma de Kabul por las fuerzas opositoras de la Alianza del Norte, según ha informado el portavoz de la Casa Blanca, Ari Flesicher.

Pero las informaciones de saqueos y asesinatos realizados por guerrilleros de la Alianza en las ciudades que van conquistando han levantado las críticas de Washington. "Es muy importante para todas las partes en conflicto el respeto a los derechos humanos", ha dicho Flesicher, que también ha informado de que éste aviso lo han puesto ya en conocimiento de los líderes de la Alianza.

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"El presidente está contento por los acontecimientos recientes", ha añadido el portavoz de la Casa Blanca, "Esto es la guerra. El propósito de esta contienda es acabar con la red terrorista Al Qaeda y eliminar a los talibanes, que son quienes amparan a los terroristas".

Críticas de Pakistán

El gobierno de Pakistán se ha encontrado con el peor de los escenarios: la entrada en Kabul de sus eternos rivales de la Alianza del Norte. Hay que recordar que Pakistán ha sido estos últimos años un feroz enemigo de las fuerzas opositoras afganas, y de hecho favoreció la llegada al poder de los talibanes y fue el primer país del mundo que reconoció a su gobierno.

Ello se debe a que la Alianza está formada principalmente por grupos étnicos del norte del país, mientras que los talibanes representan sobre todo a los pastunes, etnia mayoritaria en el sur del país y en gran parte de Pakistán.

Aunque Pakistán es un estrecho aliado de EE UU y ha prestado su territorio para labores logísticas en los actuales ataques sobre Afganistán, es al mismo tiempo el único país donde actualmente el régimen talibán tiene una embajada abierta.

Ahora que las fuerzas opositoras están en la capital y que los talibanes parecen abandonar sus posiciones, Islamabad no sabe qué carta jugar.

El Ministerio de Exteriores paquistaní se ha apresurado a señalar que "la Alianza del Norte no debe ocupar Kabul". Las autoridades del país vecino han sugerido un Kabul "desmilitarizado bajo el control de una fuerza de paz de la ONU o de una fuerza multinacional autorizada por el secretario general".

Al mismo tiempo, según el comunicado del gobierno de Musharraf, se debe establecer "una instancia política elegida por los afganos mismos, una instancia representativa y de amplia base aceptable para todos los afganos".

Posible ruptura de relaciones con los talibanes

Islamabad ha sido un hervidero de rumores sobre una inminente ruptura diplomática de Pakistán con los talibanes.

Numerosos periodistas se han agolpado esta mañana en la embajada afgana en Islamabad con la creencia de que la mudanza de los diplomáticos era cosa hecha, pero solo han visto salir en coche al embajador Abdul Salam Zaif.

Según han dicho fuentes de la embajada, el embajador se ha ido a Kandahar, ciudad considerada feudo de los talibanes, y han asegurado que piensa volver, aunque muchos en Islamabad son escépticos al respecto.

Ayer mismo, un portavoz del ministerio paquistaní de Exteriores dijo claramente que su país está dispuesto a reconocer al régimen que controle la capital de Afganistán y la mayoría del país.

Sin embargo, ese mismo portavoz, Aziz Ahmed Jan, ha dicho hoy que "no hay un gobierno alternativo establecido en Afganistán", por lo que no hay cambios en sus relaciones diplomáticas.

El mismo portavoz ha apoyado la futura participación de los talibanes en un futuro gobierno afgano, al decir que "todos los afganos que quieran participar en un gobierno multiétnico y de amplia base, bajo los auspicios de la ONU, deberían participar".

Sin embargo, otro prominente líder opositor en Islamabad, Pir Sayed Ahmed Jan, muy prestigioso en su país por su papel en la resistencia antisoviética, ha excluído hoy en Islamabad toda participación de los talibanes en ese futuro gobierno, pero también apoyó el papel de la ONU en la formación de ese gabinete.

El papel de Pakistán

El papel de Pakistán en la llegada de la permanencia de los talibanes en el poder ha sido determinante.

La ascensión de la milicia talibán hasta alzarse con el gobierno fue obra de los servicios secretos paquistaníes ISI, y especialmente de sus anterior director.

En 1995, la caída de la ciudad de Herat (al oeste de Afganistán), que presagiaba ya el triunfo final de los talibanes, fue seguida de un asalto y saqueo popular a la embajada paquistaní en Kabul, tal era el convencimiento de que Islamabad estaba tras los talibanes.

En aquel momento, el presidente afgano Burhanudín Rabaní, que aún hoy es reconocido como presidente del país, acusó sin tapujos a Pakistán de utilizar a los talibanes para derrocarlo.

Ahora que las fuerzas de Rabaní están en Kabul y que los talibanes parecen abandonar sus posiciones, Islamabad no sabe qué carta jugar.

Los medios paquistaníes no dejan de contar "los derramamientos de sangre" y las matanzas que, según ellos, ha perpetrado la Alianza del Norte mientras avanzaba hacia Kabul, y los diarios están llenos de advertencias sobre las intenciones de esta alianza.

Evitar el vacío de poder

El secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha afirmado que la prioridad de las Naciones Unidas y la comunidad internacional ahora es evitar un vacío de poder y seguridad en Afganistán.

En una declaración en el Consejo de Seguridad, reunido en sesión abierta para tratar sobre Afganistán, Annan ha resaltado que hay que buscar asegurar "un clima de estabilidad" que pueda "crear las condiciones para una paz duradera".

"Un estable Afganistán, viviendo en paz, cumpliendo sus obligaciones internacionales y sin representar amenaza para ninguno de sus vecinos, debe ser nuestro objetivo común", ha agregado Annan, quien ha considerado que hay razones suficientes para establecer un gobierno verdaderamente representativo de la población afgana.

El secretario general de la ONU también ha enfatizado que para lograr esto es necesario que no intervengan los vecinos de Afganistán (Pakistán, China, Irán, Tayikistán y Uzbekistán)

"A menos que esto ocurra - en la realidad y no sólo retóricamente - habrá pocas esperanzas de lograr una estabilidad duradera para Afganistán", ha declarado Annan ante el Consejo donde algunos países estaban representados por ministros de Exteriores.

El secretario general de la organización internacional ha declarado que ante todo tenían que afrontar las necesidades humanitarias de la población afgana, especialmente por la cercanía del invierno, y la precariedad en áreas como alimentos y abrigo.

"La rápida marcha de los acontecimientos requieren que nos enfoquemos en el reto que representa el período post-talibán. Esto significa tomar acciones urgentes para evitar el vacío político y de seguridad", ha subrayado el máximo responsable civil de la ONU.

"El pueblo afgano espera que la comunidad internacional y el Consejo de Seguridad creen las condiciones en las que finalmente pueda gozar de un gobierno completamente epresentativo, que proteja los derechos humanos, y asegura relaciones amigables con sus vecinos. No podemos fallarles", ha enfatizado Annan.

Después de la intervención del secretario general, ha tomado la palabra Lakhdar Brahimi, enviado especial de la ONU para Afganistán, que ha señalado que su segundo, el español Francesc Vendrell, se trasladará a Kabul lo antes posible y cuando las condiciones de seguridad lo permitan.

Brahimi ha propuesto una serie de reuniones, sin señalar lugar o fecha, para lograr un acuerdo político entre los distintos grupos afganos, y crear una administración transitoria que se haga cargo del país tras la caída del régimen talibán.

Sin embargo, ha reconocido que la situación de seguridad en Kabul, la capital afgana que hoy fue tomada por la Alianza Atlántica, es una gran preocupación, y aparentemente se mostró favorable a la propuesta de algunos grupos de desmilitarizar la ciudad.

Conquista "en contra de los acuerdos"

Otra de las piezas clave en la estrategia de EE UU para un Afgansitán democrático es el rey en el exilio, Mohamed Zahir Shah, de 87 años.

El monarca afgano ha pedido la reunión "urgente de la 'Loya Jirga'", la gran asamblea de los jefes de las tribus afganas, tras la entrada de las tropas de la Alianza del Norte en Kabul al estar, según uno de sus más estrechos colaboradores ha revelado, "seriamente preocupado" porque la conquista de la capital por la Alianza. Para Zahir Shah, la caída de la capital ha tenido lugar "en contra de los acuerdos" adoptados con el propio soberano.

"Nosotros queríamos que la ciudad fuera desmilitarizada y que el gobierno y la administración surgieran de un proceso político", ha afirmado.

Sattar Sirat ha manifestado, en este sentido, la inquietud del depuesto rey Zahir por la seguridad de los civiles que viven en Kabul ante la inexistencia de un marco de actuaciones concertado.

Para hacer frente a esta contingencia, otro de los colaboradores más próximos al antiguo monarca afgano, el también anciano jefe militar exiliado en Roma Abdul Wali, ha expresado la necesidad de que se reúna de forma urgente la asamblea de los jefes de las tribus.

"La 'Loya Jirga' -ha dicho Wali- es el único organismo político que puede permitir a nuestro país salir del caos, de la confusión y de la inseguridad para dar confianza a nuestro pueblo que tanto ha sufrido en estos años".

La gran asamblea de las tribus de Afganistán, que no se reúne desde 1964, cuando todavía reinaba Zahir Shah, sólo puede celebrarse en territorio afgano.

Pese a no esconder la satisfacción de la Casa Real afgana por el hecho que representa la liberación de Kabul de los talibanes, Abdul Wali ha remarcado que en este momento "lo que más nos preocupa es la seguridad y la tranquilidad de los ciudadanos de Kabul".

Hoy mismo está prevista la llegada a Roma del representante de Estados Unidos ante la oposición afgana, James Dobbis, para mantener una reunión con Zahir Shah programada desde hace días, pero que ahora cobra una nueva dimensión.

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